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Cada 10 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Salud Mental y el lema para este año es “La Salud Mental es un Derecho Humano Universal”, un llamado a crear compromiso y conciencia sobre lo que es salud mental, los espacios de nuestra vida que toca y así poder defenderla como un derecho humano universal (OMS/OPS, 2023).
La OMS (2022) define a la Salud mental como “un estado de bienestar mental que permite a las personas hacer frente a los momentos de estrés de la vida, desarrollar todas sus habilidades, poder aprender y trabajar adecuadamente, y contribuir a la mejora de su comunidad”.
A lo largo de la vida, múltiples determinantes individuales, sociales y estructurales pueden combinarse para proteger o socavar la salud mental de una persona. Factores psicológicos y biológicos individuales -como las habilidades emocionales, el abuso de sustancias y la genética- pueden hacer que las personas sean más vulnerables a las afecciones de salud mental. La exposición a circunstancias sociales, económicas, geopolíticas y ambientales desfavorables, como la pobreza, la violencia, la desigualdad y la degradación del medio ambiente, también aumentan el riesgo de sufrir afecciones de salud mental (OMS, 2022).
La evidencia muestra que los trastornos de salud mental aumentan el riesgo de otras enfermedades y contribuyen a lesiones no intencionales e intencionales. La depresión continúa ocupando la principal posición entre los trastornos mentales, y es dos veces más frecuente en mujeres que hombres. Entre el 10 y 15% de las mujeres en países industrializados y entre 20 y 40% de las mujeres en países en desarrollo sufren de depresión durante el embarazo o el puerperio. Cada año, más de 703.000 personas en el mundo se quitan la vida tras numerosos intentos de suicidio, lo que corresponde a una muerte cada 40 segundos (OMS/OPS, 2023).
En Chile, de acuerdo a la última medición del Termómetro de Salud Mental (ACHS/UC, 2022) se observa un alza importante en los problemas de salud mental y de depresión en mujeres; mientras que se reporta la tendencia contraria en el caso de los hombres, lo que evidencia un aumento de la brecha de género en problemas de salud mental.
Este contexto nos lleva necesariamente a reflexionar acerca de la importancia de abordar la salud mental desde un enfoque intersectorial, tal como lo señala una de las líneas de acción del Plan Nacional de Salud Mental vigente en nuestro país, en el que se releva que la intersectorialidad tiene como objetivo generar estrategias colaborativas entre el sector salud, otros sectores del Estado y de la Sociedad Civil, para abordar temáticas comunes en el ámbito de la salud mental, con el objeto de mejorar la calidad de vida de las personas, fomentar factores protectores, detectar tempranamente factores de riesgos y promover la inclusión social de las personas que presentan situación de discapacidad asociada a problemas o trastornos mentales.
Como la salud mental está determinada multifactorialmente, los abordajes deben considerar todos esas variables, por tanto debemos estar todos involucrados, ya sea de forma individual, familiar y/o comunitaria y desde nuestros espacios donde nos desenvolvemos a diario; a promover la salud mental en todas las etapas y contextos del desarrollo humano, a fin de crear conciencia de su relevancia y defenderla como un derecho humano universal.
Todas las personas tienen derecho a vivir una vida con dignidad, equidad, igualdad y respeto, y esto incluye a las personas con problemas de salud mental.
La salud mental se construye entre todos y todas porque es un Derecho Humano universal, así reza el eslogan y ese debe ser nuestro mantra para alcanzar la meta.
Columnista
Pamela Caro Monroy
Enfermera
Unidad de Apoyo Psicosocial al Personal Universitario
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