Salud mental en Chile: reflexiones en un escenario de máxima presión
Crédito: Dirección de Comunicaciones UdeC
La crisis social que estalló en Chile hace más de un mes ha dejado ver reacciones de rabia incontenible que salen a la luz y afecciones que se van transformando en cada vez más recurrentes.
Para nadie es un secreto que la salud mental en Chile se encuentra lejos de ser prioridad en nuestro ya precario sistema sanitario. A pesar de contar con indicadores dramáticos en cuanto a problemáticas relacionadas con ella —Chile comparado con otros países—, pareciera ser que nunca hay ni tiempo ni voluntad para abordarlos de una forma al menos humana.
Ambiente laboral hostil, bullying creciente en los colegios y otros actos transversales a lo largo de la sociedad complican el escenario. A esto se suman los efectos del estallido social, que tienen en vilo a la comunidad hace ya más de un mes.
En este particular momento, el profesor del Departamento de Psicología de la Universidad de Concepción, Dr. Cristián Oyanedel Véliz, expresa en relación a las personas que diariamente están inmersos en las manifestaciones, que “no está claro cómo va a ser la reacción de las que están alrededor de la marcha o de las actividades que se generan con el transcurrir de la misma, o con la reacción de las fuerzas policiales, por ejemplo. Esa sensación de lo ‘incontrolable’ va generando una incertidumbre que puede provocar un estrés mantenido en el tiempo si es que se está participando activamente todos los días o trabajando, porque hay muchas personas que trabajan alrededor del movimiento, por ejemplo, periodistas, bomberos, choferes de micro, etc.”.
En la misma línea, la también académica del Departamento de Psicología, Dra. Nieves Schade Yankovic, agrega que “nosotros como sociedad frente a la violencia, por ejemplo, en cuanto a ver una presencia de carabineros tan fuerte dentro de las calles, estando acostumbrados a verlos de otra forma; y ver también las calles, muchos lugares cerrados y la televisión donde también se muestra mucha violencia que ejercen ciertos grupos, obviamente impacta de forma negativa en nuestras vidas. Nosotros tenemos una violencia más cotidiana, el bocinazo, alguien que te dice alguna pesadez, pero esta es otra violencia donde hay dos grupos, obviamente hay uno que está con armas y eso nos descompensa, porque no sabemos si también a nosotros nos van a agredir, entonces las personas lo están pasando mal”.
La recientemente nombrada mediadora de la Universidad de Concepción, complementa el diagnóstico señalando que, “como sociedad, también tenemos malos indicadores en lo que se refiere a maltrato: problemas de maltrato hacia los niños, violencia hacia las mujeres. No solo tenemos que cambiar el tema económico, hay una cultura del trato, es decir, un niño que va a una escuela municipal puede recibir igual o mayor número de maltrato que un niño de una escuela privada, eso no tiene que ver con el dinero, tiene que ver quizás con un modelo económico competitivo e individualista. Por un lado tenemos que romper la desigualdad que nos hace mal a todos y después de eso nos podemos proyectar y cuestionar la cultura”.
Cambio urgente en la educación de niños y niñas
La infancia es la etapa clave para posicionar un nuevo paradigma en la educación chilena, donde la formación tienda hacia la cooperación y el ambiente sano para poder desarrollarse en la vida futura y optar a una salud mental óptima.
Para Oyanedel, “en la educación también se requiere no solo calidad en lo que tiene que ver con la enseñanza curricular, sino también en términos de relaciones humanas, de valores, de oportunidades, de esperanza en las personas desde que son pequeñas, para que efectivamente se pueda nivelar la cancha y que todos sientan que pueden lograr sus sueños, que pueden ser fraternos, que pueden compartir, que finalmente vean al Estado como su casa, no como su enemigo ni algo con lo que necesariamente se está enfrentado”.
En tanto, la visión de Nieves Schade insiste hacia el urgente cambio de modelo, el que “tiende hacia la competencia y el individualismo para que uno finalmente consuma. La teoría del ‘sálvese quién pueda’ se impone. Nuestra cultura educacional está orientada por las notas, por los números, y eso es un error que se debe subsanar. Ahí está la reflexión que hace Maturana, quien se pregunta para qué sociedad estamos formando. Si no hacemos la reflexión básica tenemos un problema”.
«Los adultos tenemos mucha responsabilidad en esto, no hemos hecho esa reflexión. Hemos dejado que el consumo nos inunde, pareciera que la ley más importante es ‘si tienes, vales’. El otro día me contaba alguien que escuchó a un chico del Sename que decía ‘por fin estoy acompañado haciendo algo’. Nosotros vemos el fuego, pero si empezamos a escarbar es hora de preguntarnos qué hemos hecho con nuestros niños y niñas», sentencia.
- Compartir
- Compartir