Haciendo visible lo invisible: la contaminación química del ambiente

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Se requiere visibilizar con mayor energía el problema de la contaminación ambiental, pues es de la misma relevancia de la crisis climática y la pérdida de la biodiversidad.
Entre el 28 de Abril y el 9 de Mayo se realizó en Ginebra la Conferencia de las Partes (COP) de tres convenios multilaterales ambientales de los que Chile también es parte, a saber: los convenios de Basilea (que regula el transporte de residuos peligrosos entre los países parte del convenio), el Convenio de Rotterdam (que regula el comercio de productos altamente tóxicos a través del consentimiento previo informado entre las partes) y el Convenio de Estocolmo (sobre los contaminantes orgánicos persistentes).
Se trata de un grupo de contaminantes cada vez más grande, que en la actualidad representan más de 36 productos químicos diferentes (después de esta COP es probable que aumenten), entre plaguicidas, productos de uso industrial y productos de liberación no intencional, particularmente muy tóxicos y bioacumulables.
El lema de esta COP (que no es tan popular como la del cambio climático y la de Biodiversidad) es hacer visible lo invisible, es decir, transformar un problema que no vemos como es el de la contaminación con sustancias químicas en el ambiente, en un problema que sea visible para la sociedad y los tomadores de decisiones.
En Chile, la información sobre la contaminación química del medio ambiente está muy restringida a artículos científicos normalmente en inglés, o en bases de datos gubernamentales de escaso acceso al público en general, como es, por ejemplo, el Registro de Emisiones y Transferencia de Contaminantes (RETC), en el sitio web del Ministerio del medio Ambiente. O en bases de datos que rara vez el público no especialista visita como la de la Superintendencia de Servicios Sanitarios, o de la Directemar para el ambiente marino costero, son algunos ejemplos, pero hace falta un esfuerzo mayor para traducir estos datos en productos que la gran mayoría del público pueda utilizar y entender.
Sin programas de monitoreo o vigilancia ambiental no existiría toda esta información, que sin duda se debe mejorar, pero que en su formato actual se puede utilizar y traducir en información útil para el público en general y para los que toman decisiones en el sector público y privado.
A nivel nacional existen plataformas de datos de contaminación atmosférica como el Sistema de Información Nacional sobre Calidad del Aire (SINCA), que es una excelente forma de conocer la calidad del aire donde se vive en línea. Siguiendo este ejemplo, podríamos tener sistemas de información de la contaminación química en un formato traducible para el público, a la forma de un semáforo, por ejemplo.
Se requiere visibilizar con mayor energía el problema de la contaminación ambiental, pues es de la misma relevancia de la crisis climática y la pérdida de la biodiversidad.
Como centro EULA, estamos embarcados en esta tarea, ejemplo de esto es que en el Programa de Monitoreo de la Calidad del Agua del Rio Biobío, publicamos un mapa de su calidad en un formato accesible en colaboración con el Consorcio Tecnológico del Agua. Las Universidades tienen un gran rol que cumplir en traducir la investigación en un formato que la sociedad pueda entender y gestionar.
Columnista

Dr. Ricardo Barra Ríos
Director Centro EULA,
Universidad de Concepción
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