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La erosión de la superficie de Marte fue intensa hace cientos de millones de años, cuando tenía una atmósfera más espesa, con viento, agua y glaciares corriendo en su superficie. Hoy tiene sólo 0.6% de la densidad de la atmósfera terrestre. ¿Son sus dunas un recuerdo del pasado?
El Universo es orden y caos. Un buen lugar para observar esto es una playa. Siente la arena elevada por el viento chocando en tu cara. La arena son granos de entre 0.06 hasta 2 milímetros, arrancados desde las rocas, molidos por viento y agua durante millones de años. Con ese tamaño, los granos actúan de manera muy especial: a veces como un sólido (cuanto te sientas sobre ellos), como un fluido (cuando caen de tu mano) o como un gas caótico (cuando los lanzas al viento). En la playa o el desierto verás que los granos van saltando a distancias regulares empujados por el viento y aterrizan golpeando otros granos que se desprenden y saltan también. Si por casualidad una pequeña pila se forma, atrapará más de estos granos saltarines.
El montoncito de arena le hará entonces una “sombra” al viento, en donde menos granos aterrizan. Pero la arena que logre sortear el montículo aterrizará un poco más allá y empezará a acumularse también. Ese patrón se irá repitiendo para crear las ondulaciones bellamente organizadas que vemos en la playa. Una obra de arte sin artista. A medida que un montículo crece, el aire que sube por él, se comprime y se acelera arrastrando los granos desde la pared que enfrenta al viento y los deposita en la cima. Con el tiempo, una pequeña ondulación puede crecer hasta convertirse en una duna. Pero las dunas no crecen por siempre: cuando el lado opuesto al viento supera los 34 grados de inclinación, una avalancha espontánea ocurre y la duna avanza. Así, playas y desiertos se llenan de ondulaciones en movimiento por un proceso que se sustenta a sí mismo. Con solo 2 ingredientes —arena y viento- — el caos del Universo se transforma espontáneamente en orden ante nuestros ojos. El espectáculo se repite en otros mundos.
La erosión de la superficie de Marte fue intensa hace cientos de millones de años, cuando tenía una atmósfera más espesa, con viento, agua y glaciares corriendo en su superficie. Hoy tiene sólo 0.6% de la densidad de la atmósfera terrestre. ¿Son sus dunas un recuerdo del pasado? Gracias a las sondas orbitando Marte sabemos que hay dunas que son viejas e inactivas y que otras se mueven. Aunque el viento marciano no tiene suficiente energía para mover grandes cantidades de arena, logra empujar sus dunas por cañones, quebradas y cráteres (50 veces más lentas que las terrestres). Gracias a la baja gravedad marciana (solo ⅓ que la de la Tierra), las dunas marcianas alcanzan alturas de cientos de metros.
Las más activas están en los Montes Hellespontus (una cadena de montañas), Syrtis Major Planum (una meseta de roca volcánica) y en Olympia Undae (un gigantesco anillo de arena que rodea el casquete polar norte de Marte). Sin estar sujetas a la vegetación, al agua, ni a los temblores terrestres, el ambiente extremo de Marte hace únicas a sus sinuosas dunas. Las hay también de metano congelado en mundos lejanos y fríos como Titán (luna de Saturno) y Plutón.
Reglas simples controlan al Universo, destilando armonía y belleza desde el caos.
Columnista(s)
Dr. Roger Leiton Thompson
Centro para la Instrumentación Astronómica UdeC, Observatorio Las Campanas y Fundación Chilena de Astronomía.
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