Crédito: Esteban Paredes Drake – DirCom UdeC
Lo que el vago concepto de “octubrismo” parece encubrir, es que la revuelta social del 2019 develó una crisis estructural y un descontento generalizado de la población chilena hacia los múltiples sistemas de dominación que coexisten en nuestra sociedad.
Recientemente, el millonario sueldo de Marcela Cubillos en la Universidad San Sebastián salió a la luz pública, generando una fuerte polémica a nivel nacional y la indignación de múltiples sectores de la sociedad chilena. En su defensa, Cubillos ha denunciado al llamado “octubrismo”, argumentando que éste sigue igual de vivo cinco años después. Pese a su imprecisión, la noción de “octubrismo” ha sido utilizada sistemáticamente por la derecha de nuestro país para construir un relato que deslegitima y criminaliza la protesta social, la organización popular y los horizontes políticos críticos que se gestaron al calor de la revuelta social de octubre de 2019.
Lo que el vago concepto de “octubrismo” parece encubrir, es que la revuelta social del 2019 develó una crisis estructural y un descontento generalizado de la población chilena hacia los múltiples sistemas de dominación que coexisten en nuestra sociedad. En esta clave, las estatuas de conquistadores y/o militares destrozadas durante la revuelta social, representaron una expresión de rechazo hacia los símbolos coloniales y patriarcales presentes en la ciudad contemporánea. Asimismo, los gritos y pancartas de cada movilización denunciaron la desigualdad, injusticia y precariedad alimentadas por el neoliberalismo más brutal que se haya implementado en el continente. Por su parte, la multitudinaria performance de Las Tesis, dieron vida a otra acción simbólica de crítica profunda a las estructuras patriarcales y a la violencia institucional y sistémica contra mujeres y disidencias. En el caso de las movilizaciones de 2019, esta violencia se expandió a toda persona que expresara su descontento en el espacio público, viendo amenazada su integridad física y psicológica por estrategias represivas y de control que vulneraron gravemente los derechos humanos de miles de ciudadanas/os. Ejemplos de lo anterior los encontramos en los fallecidos, en las miles de personas que sufrieron lesiones físicas y/o de violencia sexual en el contexto de las movilizaciones de 2019, y en las cientos de víctimas de trauma ocular que aún esperan justicia y reparación.
A cinco años del estallido social, es fundamental volver a hablar de octubre, mas no para reproducir el discurso criminalizador de la élite política y económica, sino para disputar la memoria colectiva y visibilizar un proceso social cargado de antagonismo, lucha y esperanza, un octubre que, sin lugar a duda, será recordado como uno de los más emblemáticos del Chile post dictadura.
Columnista
Dra. Katia Valenzuela
Directora del Departamento de Sociología UdeC
Facultad de Ciencias Sociales
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