Día Internacional del Bosque: Expertos UdeC destacan sus beneficios culturales, sociales y alimentarios

Crédito: Campus Naturaleza/Esteban Paredes, DirCom UdeC.
En su décimo tercera versión, la fecha está centrada a hacer conciencia sobre el aporte de estos ecosistemas en la nutrición, la seguridad alimentaria y la provisión de medios, en particular para pueblos originarios y zonas rurales.
Cada 21 de marzo, coincidiendo con el inicio del equinoccio en los hemisferios norte y sur, se celebra el Día Internacional de los Bosques, fecha instaurada en 2012 por la Asamblea General de las Naciones Unidas para reconocer la importancia de estos ecosistemas y generar conciencia en torno a su valor.
En esta oportunidad, la conmemoración está centrada en destacar el aporte de los bosques en la seguridad alimentaria, la nutrición y la provisión de medios para la subsistencia de comunidades que dependen de ellos, particularmente los pueblos originarios y poblados de zonas rurales.
Según cifras de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), cinco mil millones de personas en el mundo utilizan los bosques y sus productos no maderables como alimentos, medicinas y recursos para su sustento.
El jefe de la carrera de Ingeniería Forestal de la Universidad de Concepción, Dr. Juan Elissetche Martínez, cita ejemplos de la relación entre los bosques, las comunidades y sus formas de vida.
“Los pehuenches, la gente del pehuén, utiliza la semilla del de las araucarias como fuente de alimentación, obteniendo una harina con la cual hacen una serie de alimentos. Por otra parte, hemos visto cómo las mujeres han aprendido a recolectar hongos que son comestibles, como los digüeñes, y los utilizan en la gastronomía tradicional de las casas, aportando una fuente de proteína importante la nutrición de las familias, y que también han llegado a restaurantes muy destacados en el mundo”, comenta el doctor en Ciencias Biológicas.

Los bosques, que -dice- han sido un elemento que se ha vinculado al desarrollo de distintas civilizaciones, constituyen una matriz que no solo es una fuente de recursos para la alimentación, sino también de materias primas para obtener diversos productos.
El Director de Campus Naturaleza UdeC, Cristian Echeverría Leal, opina que a pesar de sus aportes, existe poca conciencia sobre la estrecha relación entre los bosques y los sistemas alimentarios.
“Los bosques desempeñan un papel fundamental en la seguridad alimentaria, tanto por su aporte directo a la producción de alimentos como por los procesos y servicios ecosistémicos que sostienen la agricultura y la ganadería a través del planeta”, apunta el también académico de la Facultad de Ciencias Forestales.
Los ecosistemas boscosos son fuente de frutos, semillas, hongos, miel y otros productos esenciales para muchas comunidades, pero también contribuyen a regular el ciclo del agua, mantener la fertilidad del suelo y facilitar la polinización, procesos clave para la producción de cultivos, agrega el Dr. Echeverría.
Desde su experticia en el área de restauración ecológica, el investigador apunta al trabajo de recuperación de ecosistemas boscosos como una estrategia para recuperar servicios que se han perdido por efecto de la degradación.
Toda mejora en este sentido contribuye a condiciones óptimas para la producción de alimentos.
La formación
Más allá de su contribución ecológica y productos para el consumo y sustento humanos, los bosques también aportan beneficios menos tangibles, pero igualmente significativos en el ámbito cultural y sensorial, como acota el académico del Departamento de Ciencias y Tecnología Vegetal del Campus Los Ángeles, Eduardo Navarrete Espinoza.

“El simple hecho de respirar aire puro, contemplar la enmarañada relación entre la vegetación y fauna; sentir en silencio la música orquestada de las copas de los árboles ajetreadas por el viento, en consonancia con el canto de aves e insectos y el inconfundible olor de la tierra húmeda después de una lluvia son vivencias que sólo se pueden experimentar adentrándose en el bosque”, señala el integrante del Grupo de Estudios Silvoecológicos en Bosques Naturales y Exóticos (GESE).
Son bienes que “ya conocían nuestros ancestros”, asevera el investigador, quien también llama la atención sobre la necesidad de articular la colaboración entre academia, comunidades locales y tomadores de decisiones en torno a la protección de los bosques como una forma de maximizar su rol en la producción de alimentos y en la construcción de paisajes más resilientes.
El académico menciona, además, las acciones formativas que buscan que las y los estudiantes vivan experiencias que les permitan conocer de cerca el aporte de los bosques con proyectos de apoyo a comunidades y de vinculación con el medio, o actividades en el Predio Villucura (Santa Bárbara), cubierto en casi un 50% por especies nativas como el roble, el peumo, el litre, entre otros.
En otro ámbito, a su juicio, es necesario vigilar que los avances en materia legislativa y la creación de instituciones tengan una correcta implementación de modo que se reconozca el vínculo histórico de entre humanidad y naturaleza, y “la importancia de los bosques para la sociedad en general, desde el prisma de la recreación, aporte a la salud físico-mental, espiritualidad, y cosmovisión religiosa de los pueblos ancestrales”.
Los hongos
El académico del Departamento de Botánica de la Facultad de Ciencias Naturales y Oceanográficas, Götz Palfner, anota la larga historia evolutiva que une a los hongos y los bosques que explica en parte que sea en estos ambientes donde se observa una mayor diversidad de ellos. Un recurso forestal no maderero que pueden ser una buena fuente de nutrición.
Por eso cuidar de los hongos es cuidar de los bosques y viceversa, explica.
Los bosques chilenos son generosos en estos frutos bajos en grasa que tiene un alto contenido de proteína y minerales, y que, además, constituyen una fuente importante de ingresos para las y los habitantes de comunidades rurales, que en el último tiempo se han beneficiado del auge de ferias y fiestas regionales vinculadas con los hongos, como indica el jefe del Laboratorio de Micología y Micorrizas.
Dentro de la amplia variedad de hongos comestibles nativos, el Dr. Palfner menciona el changle, loyo, lebre, morchela, digüeñe, gargal, lengua de vaca, milcao del monte, entre otros, que en su mayoría se cosechan en la temporada otoño-invierno.

En la celebración de este día, el investigador hace un llamado a tomar conciencia sobre la importancia de los sistemas boscosos y su conservación, pero también “a disfrutar del valor recreativo y psicológico que tiene, por ejemplo, la recolección de hongos o la terapia de bosque, aprendiendo de su biodiversidad y sus funciones ecológicas”.
“Al bosque hay que ir siempre cuando sea posible para conocerlo y no hay que ir tan lejos”, acota. La comunidad penquista tiene el privilegio de contar con una Reserva Natural a pocos pasos del centro y de uno de los últimos relictos del bosque nativo costero de la Provincia de Concepción y de la Cordillera de la Costa, al amparo de Campus Naturaleza en la UdeC, puntaliza el especialista.
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