Filipinas convocó a académica UdeC Dra. Mónica Ortiz como asesora científica en la COP29
Crédito: Dra. Mónica Ortiz
La académica del Departamento de Geografía, Dra. Mónica Ortiz, integró la delegación filipina como asesora científica, abordando temas de adaptación climática y agricultura.
La académica del Departamento de Geografía de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Geografía de la Universidad de Concepción e investigadora del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB), Dra. Andrea Mónica Ortiz, participó como asesora científica en la Conferencia de las Partes (COP29) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, realizada entre el 11 y el 22 de noviembre en Bakú, Azerbaiyán.
La contribución de la Dra. Ortiz fue parte de la delegación oficial de Filipinas, un país particularmente vulnerable a los efectos del cambio climático y en donde la académica se ha convertido en una figura relevante en temas de adaptación climática y sostenibilidad. Su participación en la COP29 marca la tercera vez que asiste a este importante evento global, habiendo comenzado como representante juvenil en ediciones anteriores.
«La ministra del Medio Ambiente de Filipinas, Antonia Yulo-Loyzaga, me convocó como asesora o experta científica para seguir los workstreams de adaptación y agricultura», señaló, enfatizando la importancia de estos temas para un país que enfrenta anualmente desastres como tifones, sequías y el fenómeno de El Niño.
Con un doctorado en Geografía de la University of Sheffield y un doble Magíster en Ciencias Ambientales y Agricultura por la University of Copenhagen y la Universität für Bodenkultur Wien, la Dra. Ortiz ha desarrollado una destacada carrera enfocada en temas de cambio climático, biodiversidad, seguridad alimentaria y políticas internacionales. Sus investigaciones han abordado desde la proyección de impactos climáticos en la producción agrícola hasta el análisis del comercio internacional de alimentos y su repercusión en la biodiversidad local.
Para la COP29 la delegación filipina, conformada por aproximadamente 50 personas, incluyó a representantes de ministerios, científicos y miembros de la sociedad civil. «Es un gran esfuerzo cada año. Participamos en negociaciones bilaterales y multilaterales, asistimos a grupos de trabajo y contribuimos en sesiones plenarias», explicó la académica.
Uno de los principales objetivos de la COP29 fue abogar por un nuevo compromiso colectivo de financiamiento climático, crucial para que los países en desarrollo puedan enfrentar los impactos del cambio climático. «Los países en desarrollo», explicó la Dra. Mónica Ortiz, «necesitan 1.3 billones de dólares para adaptarse, mitigar pérdidas y daños, y transformar sus sociedades hacia modelos más sostenibles».
Sin embargo, si bien la académica advirtió que sus opiniones no necesariamente representan la voz oficial de la delegación de Filipinas, los participantes en general concluyeron que los resultados de esta negociación fueron decepcionantes. «Los países desarrollados, que tienen una responsabilidad histórica en las emisiones, se comprometieron a solo 300 mil millones de dólares. Esto está muy lejos de lo que los datos científicos indican como necesario», señaló.
La académica subrayó la frustración de la comunidad internacional: «Nuestra comunidad, especialmente en el sur global, está muy decepcionada. Los países desarrollados deben asumir su responsabilidad económica, pero su falta de ambición es evidente».
El bambú como solución climática
En paralelo a las negociaciones oficiales, la Dra. Ortiz presentó en un evento paralelo sobre el bambú como solución basada en la naturaleza. Este tipo de eventos aprovechan la presencia de expertos y tomadores de decisiones para compartir avances científicos y propuestas innovadoras.
«El bambú tiene un enorme potencial en tres áreas clave: puede secuestrar carbono, diversificar los medios de sustento en comunidades y apoyar la biodiversidad al integrarse en paisajes diversos», detalló.
En cuanto a la captura de carbono, la académica del Departamento de Geografía destacó que el bambú es una de las plantas de crecimiento más rápido, capaz de almacenar carbono de manera comparable a los árboles. Además, su cultivo puede ser una fuente de ingresos sostenible para comunidades rurales: «Es una herramienta valiosa no solo para comunidades indígenas, sino también para agricultores y hogares de todo el mundo».
No obstante, advirtió sobre los riesgos asociados con los monocultivos. “Cualquier monocultivo, ya sea bambú, pino o eucalipto, puede ser perjudicial si no se integra en un paisaje más diverso. Nuestra recomendación como científicos es promover una mezcla de usos y especies para maximizar los beneficios y reducir los riesgos”, concluyó.
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