Siete estudiantes de Doctorado en Ciencias Geológicas UdeC obtienen becas ANID
Crédito: Facultad de Ciencias Químicas
La proyección de riesgos sísmicos y la conformación de los glaciares cordilleranos son algunos de los intereses de investigación de los y las estudiantes. Cabe recordar que dicho programa de postgrado fue creado el año 2009 y desde 2010 se mantiene acreditado por la CNA.
Hace algunos días se informaron los resultados del concurso de Becas para Doctorado Nacional de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo, ANID, resultando seleccionadas las propuestas de siete estudiantes del Programa de Doctorado en Ciencias Geológicas, DCG, de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad de Concepción.
Esta línea de financiamiento ANID está dirigida a estudiantes de excelencia, chilenos/as o extranjeros/as, en todas las áreas del conocimiento, para iniciar o continuar en programas acreditados e impartidos por universidades chilenas.
Actualmente son 28 los estudiantes del DCG, por lo que esta adjudicación de becas cubre al 25% del alumnado del programa. “El éxito en la adjudicación de becas de doctorado ANID para nuestros y nuestras estudiantes da cuenta de la calidad de nuestro programa de doctorado, de sus académicos, de sus académicas, y el gran trabajo de gestión que realiza el Comité de Postgrado”, explicó el Director del DCG y académico del Departamento de Ciencias de la Tierra, Dr. José Luis Palma Lizana.
“También nos muestra el gran interés de estudiantes con muy buenas calificaciones y capacidades para participar en proyectos de investigación de primer nivel que se ofrecen en nuestro programa”, enfatizó el investigador experto en volcanología física y análisis de peligros y amenaza volcánica a través de estudios de depósitos, monitoreo volcánico, modelación análoga y numérica.
En cuanto a sus intereses de investigación, Alfredo Rivas Vergara, uno de los estudiantes seleccionados, explica que “Chile es un país en donde ocurren frecuentemente erupciones. El alto impacto de muchos peligros volcánicos obliga a adoptar un enfoque práctico en el pronóstico de escenarios volcánicos y sus efectos. Se propone como objetivo desarrollar una estrategia para crear e implementar árboles probabilísticos bayesianos (BET) en volcanes con un alto riesgo específico en Chile, con un enfoque en la gestión del riesgo volcánico y planificación de emergencias, ampliando el árbol clásico e incorporando nuevas metodologías para la estimación probabilística de cada nodo. Finalmente, considerando estrategias de manejo de riesgos, y estableciendo una comunicación efectiva de estos resultados a tomadores de decisiones y la comunidad”.
Por su parte, Joaquín Julve Lillo busca realizar un estudio que permita “determinar a partir de modelos numéricos, el comportamiento dinámico del Sistema de Fallas Liquiñe-Ofqui en el marco del ciclo sísmico de subducción y a escalas de miles de años”. Al respecto, detalla que “la acumulación y liberación de esfuerzos en zonas de subducción ocurre debido a la interacción entre dos placas y principalmente en el contacto entre ellas, lugar donde se registran los terremotos de mayor magnitud. La hipótesis de este proyecto es que existe una relación dinámica entre la falla de subducción y la activación de estructuras corticales durante el ciclo sísmico, que también está modulada por la deformación visco-elástica de las rocas bajo la corteza continental. En este sentido, el objetivo principal a desarrollar será determinar esta relación y estimar las tasas y mecanismos de deslizamiento en ambas estructuras a escalas de miles de años».
José Tomás Drápela Soto, en tanto, realiza un estudio para “desarrollar una metodología que nos permita estimar la evolución de las intensidades sísmicas a partir de la ubicación de las asperezas en la interfaz de las placas en una zona de subducción, esto producto de que diversos autores han evidenciado que las asperezas controlan las intensidades sísmicas registradas en superficie producto de un terremoto, sin embargo, localizarlas no es trivial por lo que estas no han sido utilizadas con frecuencia para predecir las intensidades sísmicas. En la actualidad, con la densificación de la instrumentación geodésica en la mayoría de las zonas de subducción, se han podido generar mapas precisos de la ubicación de las asperezas en la interfaz. Además, en algunas zonas de subducción, la cobertura temporal de los GPS es mayor a 10 años (Chile y Japón), lo cual en principio permitiría evaluar la evolución temporal de las asperezas y las intensidades sísmicas para un escenario sísmico”.
Amplia gama de proyectos
Otro de los beneficiarios es Nicolás Hernández Soto, quien busca desarrollar “un análisis combinado de técnicas sismológicas —y geodésicas— para una mirada conjunta de la mecánica del margen de subducción enfocada en asperezas, zonificación friccional de la interfaz de placa y estructuras generadoras de patrones sísmicos. Este trabajo nos permitirá establecer nuevas observaciones y conclusiones de la génesis de terremotos, y que podrá ser replicado y aplicado a todo el margen de subducción chileno”, explica Hernández sobre el estudio en que contará con apoyo de científicos de la Academia Checa de Ciencias, del GFZ (Alemania) y del Departamento de Geofísica de la propia UdeC.
“Durante los últimos años se han registrado en Chile abundantes eventos de remoción en masa y éstos han afectado rotundamente a la población”, explica Francisco Castro Venegas. “Los principales mecanismos de activación de estos fenómenos son movimientos sísmicos y eventos de precipitación, siendo estos últimos los más importantes y que han ido en aumento debido a modificaciones antrópicas del medio ambiente y al cambio climático. Así, el objetivo de este proyecto es realizar evaluaciones y proyecciones de escenarios de remoción en masa en base a información geoespacial de detalle, con énfasis en zonas de alta densidad de población, como las cuencas urbanas del Biobío inferior, usando como caso de estudio la subcuenca de Lonco, Chiguayante. Se propone combinar un monitoreo estacional de características del terreno a escala 10-30 m, con la implementación de un modelo de remociones en masa en diferentes escenarios hidrometeorológicos, sumado a fotogrametría de drones, análisis de imágenes satelitales de alta resolución, datos hidrometereológicos y proyecciones climáticas”.
En tanto, Sofía Navas Chesta explica que “el proyecto busca hacer reconstrucciones volumétricas de glaciares ubicados en la zona centro-sur de Chile (35°-40°S) para poder crear un modelo clima-glaciar que explique dichos cambios. Estos glaciares se encuentran en una zona de transición climática caracterizada por un descenso de la Cordillera de los Andes y cambios en las condiciones de humedad. Estas condiciones probablemente producen que los glaciares tengan pequeñas zonas de acumulación y una mayor sensibilidad a variaciones climáticas de alta y baja frecuencia. La reconstrucción de las fluctuaciones puede constituir un registro útil para cuantificar la unicidad de cambios climáticos en áreas montañosas ocurridos durante los siglos XX y XXI”, detalla.
Sobre su propio proyecto de investigación, Juan Carlos Moral Yilorm detalla que “durante el Carbonífero-Pérmico para el margen SW de Gondwana, el prisma de acreción está representado por un complejo metamórfico ubicado en la zona costera de Chile, que al sur de los 33°S se encuentra dividido en una serie oriental (HT-LP) y una serie occidental (HP-LP). La hipótesis de trabajo plantea que la posición de arco magmático del paleozoico superior se explica por la colisión de un relieve oceánico que yuxtapone el prisma de acreción en el antearco. Esto se puede comprobar a partir del comportamiento de cuencas de antearco generadas por la exhumación del prisma de acreción. En colaboración con Sernageomin y el desarrollo de la nueva carta geológica para la Región del Biobío, se ofrece la oportunidad de estudiar la cuenca de antearco Unidad Patagual-Los Venados y su relación con el complejo acrecionario de la costa”.
Cabe destacar que el Programa de Doctorado en Ciencias Geológicas de la UdeC fue creado el año 2009, y desde 2010 se ha mantenido continuamente acreditado por la Comisión Nacional de Acreditación, CNA.
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