Violencia de género: ¿qué pasa con nuestras infancias en el sistema escolar?
Crédito: ONU Mujeres
En el marco de una nueva conmemoración del día internacional de la eliminación de la violencia contra las mujeres, nace nuevamente una reflexión asociada a los tipos de violencia que se han invisibilizado y naturalizado en el sistema escolar.
Las mujeres y niñas hemos sido objeto de opresión y abusos de manera histórica, el sexaje y la apropiación de nuestros cuerpos responde a un sistema de dominación y violencia machista que no ha sido posible problematizar en el espacio escolar.
La transformación profunda y real en el mundo educativo contra la violencia machista requiere ser mirada desde una perspectiva integral. Involucrando a todos y todas las personas que son parte del sistema social y educativo, pero no solo desde las relaciones comunitarias, sino que poder llegar al aula, al núcleo pedagógico, es fundamental para los cambios esperados. Porque, desde lo pedagógico, no da lo mismo “el que”, ni “el cómo”, ni mucho menos el “para qué” se educa, dado que desde ahí podemos incorporar una perspectiva de género y no sexista.
La educación, en sus dimensiones informal y formal, ha logrado contribuir de manera recóndita y significativa a la creación de relaciones jerarquizadas de poder y por ello, es necesario que las mallas de formación para nuestras profesoras/es contemplen temáticas críticas en la forma en la cual estamos enfrentando la violencia, no sólo desde los contenidos curriculares, sino que también desde las relaciones de poder que se encuentran dentro del aula. Comprender la forma en la cual está estructurado el conocimiento es fundamental, como señala Julieta Kirkwood en Feminarios, el conocimiento se ha “constituido, elaborado, transmitido, impuesto y legitimado desde el poder masculino”, y esos elementos aún están presenten en las salas de clases, sin desconocer ni olvidar las diversas discriminaciones de raza y clase.
Por tanto, no basta con solo seguir desarrollando mecanismos de denuncia, necesitamos transformaciones profundas, desde la formación inicial, hasta la instalación de espacios de acompañamiento y análisis sobre Educación Sexual Integral (ESI). No solo desde la prevención de embarazos, ni ETS, sino también, la integralidad que busca esta forma de acompañar a nuestras infancias, desde las relaciones de afecto, la aceptación a la diversidad, desde la inclusión de las múltiples formas de existencia que se encuentran en la escuela, desde la visión crítica y la ciudadanía. La escuela ya no puede mirar la educación desde lo binario. Personas trans, no binarias, de género fluido están en nuestros espacios educativos y muchas veces siendo sobrevivientes de diversas violencias invisibilizadas por quienes habitamos en la comunidad escolar.
Necesitamos entender la educación como un acompañamiento hacia la ciudadanía, para ello, el discurso establecido e inclusive aprendido, en el que hombres y mujeres, niños y niñas se les enseña por igual, no considera la diversidad. Necesitamos un cambio y transformación radical del sistema que cuestione la violencia desde los diversos fuertes que tiene para legitimarse, para que nunca más nuestra infancia deba exponerse a situaciones de violencia dentro de la institución escolar.
Columnista
Nayen Pávez Pedraza
Psicóloga
Coordinadora Línea de Formación Innovadora Atacama
Centro de Liderazgo Educativo +Comunidad
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