Aunque el cepillado y el uso de productos fluorados han sido por muchos años la principal estrategia en la promoción de la salud oral, en el último tiempo se ha puesto la mirada sobre el vínculo entre la alimentación y la formación de caries, una de las enfermedades más prevalentes en el mundo.
El papel de la dieta en el proceso cariogénico (aparición de caries) es bien conocida; sin embargo, su difusión está poco presente en las acciones preventivas de los centros sanitarios o las consultas profesionales.
Y cuando se aborda, generalmente se limita a las advertencias dirigidas a niños y niñas en relación al consumo de golosinas, en sus primeras citas odontológicas.
En la Facultad de Odontología de la Universidad de Concepción han tomado nota de esto y han comenzado a poner énfasis en estas materias a través del ramo de Cariología.
De este modo, se busca fortalecer el enfoque preventivo de las y los futuros odontólogos formados en la UdeC, comentó la académica encargada de la asignatura, Marianela Gómez Gaete.
“Muchas veces, en la práctica profesional, la relación entre alimentación y caries se deja de lado en la entrevista clínica; ya que se privilegian los hábitos de higiene, por lo que nuestro objetivo es que las y los estudiantes no cometan ese error, es algo que se debiera hablar en la consulta”, indicó.
Azúcares y carbohidratos
Para entender la importancia de la dieta en la salud dental -y que también impacta en la salud en general- es necesario conocer lo que ocurre en la boca al alimentarse.
La odontóloga explicó que los microorganismos de la placa bacteriana -la biopelícula que se forma entre comidas- se nutren de los azúcares y carbohidratos presentes en los alimentos.
“Producto de ese metabolismo, las bacterias secretan ácidos que debilitan el esmalte, que es la capa superficial de los dientes. De esta manera empieza la desmineralización, el proceso que inicia la formación de caries”, señaló

La odontóloga comentó que en este proceso se genera un ambiente ácido -baja el pH- que favorece la acción de las bacterias; pero a la par, en la misma cavidad bucal se liberan ciertos compuestos presentes en la saliva, que ayudan a proteger los dientes.
“La saliva tiene sustancias tamponantes, como fosfatos y carbonatos, que hacen que el pH recupere su neutralidad (queda en 7) y comience el proceso de remineralización, por lo que no todas las caries progresan” explicó.
“Tiene un efecto de lavado, diluye los ácidos; por eso es súper importante el consumo de agua (no bebidas), para tener un buen flujo salival”, agregó.
Aplazar el cepillado
El efecto protector de la saliva está asociado también a un hecho que desafía la costumbre arraigada de quienes tienen el hábito de lavar los dientes inmediatamente después de las comidas.
“Hay que esperar media hora para cepillarse”, advirtió la especialista, aclarando que ese es el tiempo que demora en producirse el cambio de pH y la neutralización de los ácidos.
Lo que ocurre es que, cuando el esmalte está debilitado, sus moléculas quedan más frágiles y susceptibles de ser arrastradas durante el cepillado. “Puede ser más dañino incluso que no lavarse”, señaló.
Al hablar de la hidratación, la odontóloga se detiene en la costumbre cada vez más extendida de beber aguas con limón que -dijo- tienen un efecto desmineralizador, porque son muy ácidas.
“Se produce un desgaste del esmalte no mediado por bacterias y es más rápido cuando estas aguas se consumen calientes. Lo mejor es tomarlas con bombilla, para evitar el contacto con los dientes”, indicó.
Buena alimentación para evitar caries
La académica es consciente de que existen muchas razones que dificultan los cambios en los hábitos alimentarios; pero considera que si las personas se instruyen sobre el proceso cariogénico es posible que emprendan acciones para ralentizarlo y cuidar la salud bucal.
En ese contexto, reveló que hay medidas que pueden ayudar a este propósito y que vienen de la misma alimentación.

“Tenemos alimentos no cariogénicos, como los lácteos, la leche, el queso y el yogur, ricos en calcio y fosfatos, que remineralizan el esmalte. Si comemos una torta y tomamos un vaso de leche, se neutraliza inmediatamente el proceso cariogénico”, expuso.
También son buenas las frutas y verduras crujientes como la manzana, la zanahoria y el apio “que más que limpiar los dientes como se cree, al ser crujientes estimulan la producción de saliva”.
El té verde y negro tienen compuestos que reducen el crecimiento de las bacterias orales; los frutos secos y semillas ayudan a neutralizar los ácidos, mientras que las grasas y proteínas animales tienen un efecto inhibidor del proceso cariogénico.
Dentro de los dulces, la profesional llama a evitar de manera especial los que son más pegajosos, como los caramelos masticables y las gomitas, porque al ser más densos, permanecen por más tiempo en contacto con los dientes.
La idea es que las personas conozcan bien la relación entre alimentación y caries y traten, en lo posible, de elegir los alimentos menos cariogénicos o neutralizadores cuando se come a deshoras o se está mucho tiempo fuera de casa, dijo la docente.
Enjuagues
Cuando no es posible lavar los dientes o no es posible esperar la media hora recomendada antes del cepillado, se puede recurrir a un enjuague con agua o con colutorios fluorados.
La académica especificó que los niveles recomendados en estos casos son estándar y responden a los productos de venta libre; mientras que en casos específicos, el tipo de fluoración debe ser indicada por un especialista.
“Aquí quiero poner un punto en la palestra, porque en las redes sociales dicen que el flúor es tóxico. Como elemento puro sí lo es, pero lo que usamos en los dientes son fluoruros: iones de flúor unidos a otras moléculas”, aclaró.
“No es flúor, son derivados, que además tienen concentraciones pequeñísimas y que son inocuas”, puntualizó.
