Lejos de ser estática, la Navidad en Chile es una celebración que ha atravesado profundas transformaciones desde el periodo colonial hasta el presente.
La académica del Departamento de Historia de la Facultad de Humanidades y Arte de la Universidad de Concepción, Dra. Laura Benedetti Reiman, recordó que esta festividad nació como una mezcla entre el rito religioso y las manifestaciones populares.
En sus orígenes, explicó la docente, «el aspecto religioso era muy importante con las manifestaciones populares que se evidenciaban en las calles, donde predominaban el baile, el consumo de alcohol y la comida, siendo en definitiva una festividad más sobre todo para el mundo popular».
Con el paso del tiempo, la Navidad comenzó a incorporar nuevas prácticas. Laura Benedetti señaló que en el siglo XIX se popularizó la entrega de obsequios, dirigidos en primera instancia a Jesús y María, en forma de flores y frutas de la estación.
A pesar del proceso de laicización iniciado en la segunda mitad del siglo XIX, la misa del gallo siguió el eje religioso, mientras la festividad popular mantenía su vigor. Ya en el siguiente siglo, la literatura reflejó cambios significativos, expresó la jefa de carrera de Licenciatura en Historia:
«La literatura del siglo XX también explica algunos cambios que se dan en el siglo pasado, en torno a la irrupción de los regalos para los niños, siendo el cuento «Trapito sucio» de Mariano Latorre, el reflejo más claro de ello».
Navidad en Chile: Popularización y el “Viejo Pascuero”
Las primeras décadas del siglo XX dieron el puntapié a la configuración moderna de la Navidad a la chilena.
«Las mujeres de élite durante las primeras tres décadas del siglo XX comenzaron verdaderas campañas en las principales ciudades para entregar regalos a niños en torno a un árbol de Navidad en espacios públicos y, como la prensa indica, con la condición de que fuesen aseados», comentó la Dra. Laura Benedetti.
En esta época, el pesebre comenzó a compartir protagonismo con el árbol de Navidad, conocido popularmente como “pino navideño”.
A fines de la década de 1940, la popularización de la Navidad recibió un incentivo considerable en el primero de los gobiernos radicales.
«Un impulso importante es que, con el ascenso de Pedro Aguirre Cerda, su esposa Doña Juanita Aguirre de Aguirre inició la celebración desde el Estado para los niños pobres, en un verdadero acto de democratización de esta festividad en términos de acceso a regalos», relató Laura Benedetti.
Esta práctica, añadió, estuvo ligada a las primeras damas y las instituciones relacionadas y se extendió durante el siglo XX.
La figura del “Viejo Pascuero”, asociada a Santa Claus, se difundió desde los años 30, impulsada por la sociedad de consumo y la publicidad.
«Basta buscar comerciales navideños de los años ’70 y 80 para entender el boom de su figura y de las peticiones hacia su persona», indica la historiadora.
Paralelamente, la Navidad se consolidó como una celebración barrial y comunitaria, con gremios y organizaciones sociales preocupadas por la infancia institucionalizada, una tradición que hoy parece estar en riesgo.
Navidad en la era global
La Dra. Laura Benedetti señaló que, en la actualidad, la Navidad está marcada por los procesos de convergencia mundial de distintas áreas:
«La navidad hoy, producto de una cultura neoliberal y globalizada, al igual que una sociedad laica, tiene aspectos muy distintos, donde lo primordial son los regalos, los adornos (con una estética de muchas luces), las promociones comerciales y cómo el ambiente de festividad religiosa-familiar, adquiere el carácter de mini vacaciones entre Navidad y Año Nuevo».
El avance tecnológico también ha modificado considerablemente la experiencia de la Navidad en Chile.
«Los cambios que experimentó la sociedad chilena y la incorporación de la tecnología han posibilitado el reconectar vínculos con familiares y amigos que se encuentran en otras latitudes; la espera de la llamada de familiares que se encontraban fuera del país durante los años ’70 hasta el ’90, hoy fácilmente se reemplaza por video llamadas, reuniones por Zoom o Meet y acortan las distancias», agregó.
Sin embargo, la académica también evidencia las tensiones generadas por el consumo excesivo y lamenta que las nuevas dinámicas dejen de lado la atención a las niñeces de hogares o centros de acogida.
«La principal tradición [tendiente a desaparecer] es la ligada a la festividad religiosa y a la preocupación por la infancia institucionalizada, parece que a ésta no la queremos ver y están absolutamente invisibles en las festividades», reflexionó la Dra. Laura Benedetti.







