Crédito: Crhiam
“Nuestro gran sistema de acumulación de agua es la blanca cordillera, pero con lluvias como la de estos días, con una isoterma alta, no hay nieve y no solo la cordillera deja de ser blanca, sino que nos quedamos sin agua para el verano”.
Muchas veces he comenzado un documento planteando que existe consenso en la comunidad científica y técnica que el cambio climático afectará principalmente los procesos de acumulación y derretimiento de nieves, debido al aumento de temperatura y la ocurrencia de tormentas con una isoterma alta. Esto parece ser una frase que refleja algún tipo de evento futuro sobre el que podemos hablar cómodamente mientras tomamos un café, especulando respecto a qué debemos hacer.
Sin embargo, la lluvia que se está registrando mientras escribo esta columna, con alertas en distintas comunas y desbordes del Mapocho, es justamente el tipo de evento del que estábamos hablando cuando pensábamos en el cambio climático. Esto significa que la especulación se transformó en realidad y que no debemos enfrentar este tema tomando cafecitos.
Hace dos semanas tuve la oportunidad de escuchar una conferencia sobre la adaptación de la gestión del agua en Estados Unidos frente a un escenario de menos nieve; y esta lluvia, con una isoterma altísima, es ese tipo de escenario.
¿Pero qué significa esto en términos simples? En la zona central de Chile el aporte de agua por precipitaciones se concentra entre los meses de abril y septiembre (85% de la lluvia se produce en ese periodo), pero la demanda es más alta entre octubre y marzo. Para poder tener agua cuando la necesitamos, debemos contar con sistemas de acumulación. Nuestro gran sistema de acumulación de agua es la blanca cordillera, pero con lluvias como la de estos días, con una isoterma alta, no hay nieve y no solo la cordillera deja de ser blanca, sino que nos quedamos sin agua para el verano. Entonces, somos mucho más vulnerables frente al cambio climático.
Las cuencas que poseen embalses o lagos son menos vulnerables; por ejemplo, la región del Maule tiene la Laguna del Maule y los embalses Colbún, Melado, Bullileo y Digua, entre otros; y Biobío tiene la Laguna del Laja y Ralco. Pero ¿qué tiene la región de Ñuble? Nada, solo la eterna discusión de los proyectos de embalses que no avanzan.
Esta lluvia no dejará nieve en las Termas de Chillán. Esto no sólo es una mala noticia para el turismo, sino que es una pésima noticia para la gente, porque demuestra nuevamente nuestra tendencia a prolongar la discusión en torno a decisiones que son necesarias, y que se postergan o reactivan de una u otra forma cada cuatro años, sin que exista una política de Estado.
Columnista
Dr. José Luis Arumí Ribera
Ingeniero Civil Ph.D.
Director Departamento de Recursos Hídricos, Facultad de Ingeniería Agrícola, Universidad de Concepción
Investigador Principal Centro Fondap CRHIAM
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