Estación de Biología de la Ranita de Darwin, un sistema probado para la reproducción de anfibios vulnerables
Crédito: Dirección de Comunicaciones UdeC
Presente en los bosques templados de Chile y Argentina, este anfibio catalogado en estado de peligro se caracteriza por tener una prolongación nasal, patrones ventrales y particular forma de cuidado parental.
Una sólida experiencia, que se traduce en un modelo reproductivo probado y consolidado, que incluso puede replicarse en otras especies, ha desarrollado la Estación de biología para la conservación y reproducción ex situ de la Ranita de Darwin de la UdeC en sus diez años de existencia.
La estación se instaló en la UdeC en 2009 en colaboración con el Zoológico de Leipzig (Alemania), que financió la adquisición y habilitación de los contenedores-laboratorios que comprende el recinto experimental asociado al Laboratorio de Herpetología del Departamento de Zoología (Facultad de Ciencias Naturales y Oceanográficas), cuyos primeros habitantes fueron veinte individuos de Rhinoderma darwinii (el nombre científico de la ranita) provenientes de Coñaripe.
“Todos los años tuvimos camadas de entre cinco a nueve ejemplares por pareja”, señala el responsable de la estación y director del Departamento, Juan Carlos Ortiz Zapata, aclarando que no todas las crías lograron crecer y mantenerse en el lugar.
El especialista en Herpetología recuerda que luego de un par de años del inicio del proyecto se incorporó un conjunto de individuos rescatados en Puyehue durante la erupción del Caulle, pero que tal vez por el estrés que sufrieron en ese evento tuvieron una descendencia muy baja.
Dr. Juan Carlos Ortiz | Dirección de Comunicaciones UdeC
“Son experiencias negativas, que también contamos como parte de los aprendizajes que nos han permitido ir mejorando el trabajo de la reproducción de la ranita”.
Dos fueron los problemas más importantes en ese camino. El primero, con la hojarasca que se usa como sustrato en los terrarios habilitados para mantener a los animales.
“Había que respetar que fuera de bosque templado lluvioso, pero una persona que quiso colaborar de forma desinteresada trajo hojarasca de bosque esclerófilo y dentro de ella había hojas de boldo, que es perjudicial para ellas; incluso tuvimos una cierta mortalidad por eso”, recuerda.
También hubo muertes por un agente que no pudo ser identificado. “Toda crianza ex situ (fuera del ambiente natural) tiene el riesgo de que entre algún patógeno y aún desconocemos de qué se trató; hicimos todo tipo de exámenes, autopsias; enviamos tejidos a laboratorios del país y el extranjero, a especialistas en patologías de anfibios, pero no se pudo determinar qué fue”, señala el Dr. Ortiz.
Afortunadamente —dice— no fue el quitridio, un hongo que es responsable de la mortalidad de muchas especies de anfibios en el mundo —para el cual aún no existe un tratamiento— y que podría haber puesto en riesgo a todos los habitantes de la estación.
Afinados el control de variables como temperatura, humedad, luz y características de los terrarios, así como las pautas de alimentación –con una batería variable de nutrientes- se lograron establecer los protocolos para la reproducción y crianza de una de la ranita más pequeñas del mundo.
Presente en los bosques templados de Chile y Argentina, este anfibio catalogado en estado de peligro se caracteriza por tener una prolongación nasal que le da su nombre (Rhinoderma: Rhino, nariz, y derma, piel), patrones ventrales y particular forma de cuidado parental: luego de la fecundación de los huevos, el macho los recoge del suelo y los carga en un saco especial en su boca, hasta que se convierten en individuos completamente formados.
“Lo habitual en los anfibios es que la fecundación sea en el agua y que el desarrollo de las crías ocurra de forma independiente en el medio acuático; pero hay otras formas de cuidado parental: en el trópico hay sapos que construyen pozas para sus huevos y otros en los que la hembra lleva las larvas sobre el dorso. La máxima sofisticación es la de esta ranita. En el ambiente científico mundial de la biología del desarrollo y de los herpetólogos es reconocida como la única especie que tiene esta particularidad biológica”.
Cordillera de Nahuelbuta
Dirección de Comunicaciones UdeC
En el inicio de una nueva fase de desarrollo, el año pasado, el Zoológico de Leipzig comprometió fondos –la tercera entrega desde el inicio del proyecto- para dar continuidad a la reproducción de Rhinoderma darwinii.
En esta nueva etapa, los investigadores se han propuesto incorporar poblaciones de la Cordillera de Nahuelbuta, con el horizonte puesto en la reintroducción en el ambiente de ejemplares obtenidos ex situ, uno de los fines últimos de la estación.
“Por el movimiento social de octubre y la pandemia, ahora, hemos tenido que postergar la búsqueda de poblaciones de ranitas in situ”, cuenta el académico, adelantando que ya cuentan con los permisos del Servicio Agrícola y Ganadero para la captura de los ejemplares.
La idea, expone, es intentar un repoblamiento en el Parque Nacional de Nahuelbuta, donde antiguamente había una población de ranitas que se extinguió. “No fue por efecto de patógenos: desapareció a fines de los 80 y comienzos de los 90, porque la Ley de Caza permitía la captura de cualquier especie de anfibios y reptiles, y la ranita siempre ha sido muy apreciada en el extranjero. Tenemos antecedentes de que sacaron muchos ejemplares del parque para comerciarla”.
Lo bueno, agrega, es que el ambiente se ha conservado y están las condiciones para realizar el re poblamiento.
Sapo de Vanzolini
En 2016 y en convenio con el Zoológico de Leipzig, se puso en marcha un laboratorio especial, dentro de la estación, para la reproducción ex situ del sapo de pecho espinoso de Vanzolini (Alsodes vanzolinii), especie en peligro crítico de extinción.
El Dr. Ortiz comenta que los avances no se han dado como se esperaba, dado que no se ha podido reunir el número individuos que se requiere para comenzar la reproducción, debido a que la sequía que se ha agravado en los últimos años, lo cual hace más difícil encontrarlos.
“Se necesitan al menos veinte ejemplares de machos y hembras, y hoy tenemos solo tres hembras adultas que sobrevivieron del grupo inicial que trajimos”, dice, adelantando que están a la espera de la evolución de la crisis sanitaria para retomar los esfuerzos para contar con más ejemplares con los que sostener los experimentos.
“De todos modos, tenemos cuatro ejemplares juveniles bien desarrollados y tres crías que terminaron la metamorfosis y que están creciendo de forma normal. Eso nos va servir para determinar a qué edad adquieren la madurez reproductiva”.
Este es un punto crucial para los estudios reproductivos. Los investigadores de la estación lograron establecer que la ranita de Darwin alcanza su primera madurez sexual en torno a los cinco y los seis años, lo que fue posible porque pudieron observar varias generaciones de individuos nacidos en cautiverio.
“Eso hace que la especie sea más vulnerable a la extinción, porque para llegar a reproducirse pasa mucho tiempo; en cinco o seis años se puede producir mucha mortalidad en las poblaciones”, acota el experto.
Esto también permitió determinar los rangos de longevidad a los que puede llegar la especie. Los primeros habitantes de la estación cuentan 10 años en cautiverio y ya eran adultos al llegar al recinto. “Pensando en que la madurez sexual ocurre a los seis años, debieran tener mínimo 16 años y hasta 20 años. Esto ha sido una sorpresa, porque pensábamos que no vivirían más de cinco años y esa longevidad que calculamos es bastante grande, aunque haya sido obtenida en cautiverio”.
Sapo de pecho espinoso de Vanzolini
Todos estos conocimientos constituyen la base para la reproducción del sapo de pecho espinoso que ya plantea un desafío. “El sapo de Vanzolini pone sus huevos en el agua corriente (a diferencia de la ranita de Darwin que los pone en el suelo), por eso tuvimos que modificar los terrarios, para contar con un ambiente terrestre húmedo y otro con agua corriente; estamos esperando ver si resultó el acondicionamiento de terrario para realizar la reproducción”.
Para Juan Carlos Ortiz, estos diez años han permitido demostrar que la reproducción ex situ es viable no solo la ranita de Darwin, “ya que esta experiencia se puede extrapolar a otras especies con problemas de conservación y eso nos pone a nivel de muchos países desarrollados que realizan este tipo de actividad. Probamos que es factible hacerlo en Chile”.
Además de los resultados netamente científicos y las proyecciones de llegar a la reintroducción de la ranita de Darwin en su medio natural, esta experiencia también ha servido a la formación de profesionales y especialistas que han realizado sus tesis con datos generados en la estación, así como a la divulgación y valoración de Rhinoderma darwinii y los anfibios en general entre la población escolar.
Microdocumental preparado con motivo del décimo aniversario de la estación.
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