Crédito: LNB
Identificado con la Universidad de Concepción, el experimentado jugador está viviendo una segunda etapa llena de satisfacciones, donde pudo conseguir el único título nacional que le faltaba a su laureada carrera: la Liga Nacional de Básquetbol.
El 20 de octubre de 1985, en la ciudad de Santiago, nació Eduardo Javier Marechal Díaz. De ahí nos saltamos inmediatamente al año 2000, al Liceo Polivalente San José de la Preciosa Sangre en Quinta Normal. Ese año Eduardo estaba en primero medio y llegaron muchos compañeros nuevos, la mayoría de ellos con un denominador común: la práctica del baloncesto.
Hasta ese momento había practicado fútbol, atletismo, taekwondo, handball, pero nada de básquetbol. Con la llegada de los nuevos compañeros y la ubicación de su establecimiento educacional al frente de una multicancha, donde se jugaba mucho básquetbol callejero, empezó a hacer sus primeras armas, en una edad muy tardía para la mayoría de los que llegan a ser profesionales.
“Al principio jugábamos dos o tres días todas las semanas. Era fijo que nos juntábamos a las cinco de la tarde y muchas veces nos quedábamos hasta cerca de la medianoche. A los 17 años nos invitaron a participar a un club deportivo que iba a jugar a Santiago, el equipo de Lan Chile”, recuerda.
Después de jugar un semestre ese equipo se quedó sin el apoyo de Lan Chile y todos tomaron caminos distintos. Desde ahí jugó un par de veces por el Club Deportivo Sergio Ceppi, que no era más que un puñado de torneos de fin de semana.
“Pero como me quedaba muy lejos tomé la decisión de irme al Boston College de Maipú. Luego me llamaron a una selección sub-21 y terminando ese año (2000) me invitaron al equipo adulto de Boston, que recién participaba por segundo año en la Dimayor”, apunta.
Celebrando la victoria en la Conferencia Centro 2021/ LNB
Sobre ese camino trazado y su rápido ascenso, Lalo responsabiliza a lo competitivo que fue siempre. Desde que empezó a jugar quiso mejorar. Cuando perdía, no paraba de entrenar hasta superar el obstáculo correspondiente. Estaba cerca de llegar a un nuevo techo.
“Me volví un fanático, entrenaba solo todos los días con un mínimo de cuatro horas, iba a las canchas, veía videos, a los mismos amigos que sabían más les pedía que me enseñaran y así fui evolucionando, motivado por las ganas de una constante mejora. Quería ser mejor que todos mis amigos, entrenaba, iba a un club y veía que todos eran mejores que yo y de nuevo hacía el mismo círculo”, confiesa.
Así llegó al profesionalismo, donde ya es obligación entrenar dos veces al día y jugar el fin de semana. Estuvo tres años en Boston College y después llegó al CD Universidad de Concepción.
Primera larga estadía en la UdeC
Defendió la tricota del Campanil desde 2007 a 2014, estando presente el año 2012 en el título de la Dimayor que le ganaron a Liceo Mixto. “Aquel era un excelente grupo, tuvimos buenos cuerpos técnicos, siempre luchamos en la Libcentro, en la Dimayor Apertura, Dimayor Clausura, Top 4, ganábamos constantemente, así pudimos disputar la Liga Sudamericana, la Liga de las Américas, etc.”, detalla.
En resumen, una muy buena primera experiencia. “Es a lo que había venido, en Boston estaba jugando hartos minutos y de buena manera, pero quería un desafío más grande. La UdeC era eso, un equipo muy fuerte, con muchos seleccionados chilenos, donde sabía que tenía que venir a darlo todo para tratar de ganarme un puesto”, explica.
Final ante Valdivia, partido 3 / LNB
Pero todas las cosas cambian. Ya sin el mismo grupo ni los mismos ánimos, tomó la decisión de irse a Tinguiririca San Fernando. “Tenía la opción de partir a Colo-Colo y preferí TSF porque estaba más cerca de mi hija. Allá salimos campeones de Libcentro”, añade.
Después de ese periplo se cambió a Colo-Colo para jugar la Liga Nacional de Básquetbol y pudo disputar también otra Liga Sudamericana. Después Colo-Colo por temas de dinero bajó el básquetbol y se fue a Leones de Quilpué, donde lo único que le faltó fue la LNB, donde cayeron en dos finales.
Hasta que llegó la pandemia. “Me habían ofrecido seguir dos años más en Leones, pero quería cerrar esa etapa y les dije que quería venirme a Concepción para estar cerca de mi hija y ahí vería qué pasaba, sin saber que terminaría acá en el club”, comenta.
Pensó en el retiro, diciendo que si no se presentaba una buena oferta de algún lado iba a dar un paso al costado e intentaría otras cosas. Hasta que llegó el llamado de Basket UdeC.
Nueva etapa y nuevo rol
«Siempre fui muy aplicado, obediente con los entrenadores, hacía lo que me pedían y fui aprendiendo; con el tiempo me fui dando cuenta que hay que hacer lo necesario para que el equipo gane, en el rol que sea: anotar, defender, asistir, ya hace mucho tiempo estaba en ese plano. Por ejemplo, en Leones me tocó jugar de base, que no era mi posición natural, pero lo hacía porque así nos iba bien”, revela.
En la BCLA 2021-2022 ante Boca en Río / BCLA
Eduardo expresa que llegar a la UdeC y que le dijeran que su rol sería distinto no le afectó en nada, al contrario, porque lo que quiere es ganar siempre.
En su segunda etapa pudo conseguir el único título nacional que le faltaba a su palmarés: la LNB. “Había arañado la copa. Desde que partió la LNB es lo que me restaba conseguir, fue espectacular. Se formó un buen grupo, donde si bien había varios jugadores jóvenes, los elementos clave estaban empezando a entrar en su madurez, como fue el caso de Diego Silva y Carlos Lauler”, complementa.
Consultado por el año en curso, Eduardo manifiesta que siempre en la UdeC el objetivo es tratar de salir campeón. “Considero que así tiene que ser, si uno como jugador no se pone ese objetivo es raro, porque para eso uno juega, busca la gloria, y con lo competitivos que somos todos siempre lo primero que se nos viene a la mente es ganar y llevarnos todo; a veces en el camino pasan cosas, pero nuestro objetivo es tratar de ganar lo que juguemos”, argumenta.
Y acá viene la importancia de la mezcla entre jugadores experimentados y noveles. “Los chicos te exigen mantenerte en el nivel de ellos o si no te quedas atrás, y al final eso es una ayuda para nosotros. Imagínate si tuviéramos jóvenes que se conformaran solo con estar en el plantel. Acá los jóvenes tienen ambición de mejorar, te van exigiendo y todos nos esforzamos al máximo, donde los más veteranos aún tenemos ese bichito de seguir compitiendo, por lo mismo nos hemos mantenido vigentes”, concluye Eduardo Marechal.
- Compartir
- Compartir
Noticias relacionadas
Reportajes