Crédito: César Arroyo / DirCom
Estudiante de Auditoría de la Universidad de Concepción ha dado la vuelta larga doblándole varias veces la mano al destino. Con una historia atípica en el baloncesto, el escolta fue el último en subirse al plantel de Basket UdeC.
Intentarlo y no rendirse jamás, no importando los obstáculos que se presenten en el camino. De esa forma se puede resumir la historia deportiva de Eduardo Nicolás González Castro, escolta del Club Deportivo Universidad de Concepción.
Nacido en Santiago el 6 de junio de 1997, actualmente estudia Auditoría en la Universidad de Concepción. Próximo a cumplir 25 años, aún no debuta en la categoría mayor de la Liga Nacional de Básquetbol. Con aquel antecedente hay que repasar las razones que lo han llevado a seguir perseverando en busca de su sueño.
Eduardo conoció el básquetbol en Cañete a temprana edad. De vuelta en Santiago comenzó a jugar baloncesto en las calles de la población La Bandera y ya en el colegio se integró al taller de básquetbol. Preguntó por algún club que quedara cerca y le hablaron del CD Brisas, donde empezó a jugar de manera federada.
Aquel fue un periodo extenso. “En Brisas estuve 12 años, con muchos altos y bajos. Todo empezó como un pasatiempo, pero por mi competitividad siempre quise ir más allá. Me fui haciendo un espacio por mi perseverancia y por siempre trabajar más que mis compañeros”, dice.
A los 16 años lo subieron al equipo adulto del CD Brisas, donde jugaron su primera Libcentro, oportunidad en la que enfrentó a la UdeC. Luego tuvo una grave lesión cuando había llegado al básquetbol de la educación superior gracias a la Universidad Tecnológica Metropolitana: una fractura en la cadera derecha por estrés deportivo lo alejó 205 días de las canchas.
Celebrando el título de Adesup / Basket UdeC
“Me habían dado un ingreso especial en la Utem luego de verme jugar en el Campioni dil Domani, donde jugué una final con Brisas. Tres días después me llaman y ofrecen becarme en la carrera que quisiera. Pero en el segundo año llegó esta grave lesión”, comenta.
Cambio de aire
El año 2019 jugó con Brisas unos playoffs de segunda división. Perdieron, pero Eduardo se empezó a sentir estancado, porque pensaba que podía rendir más. En el verano, una vez más en Cañete, un amigo le dijo que lo intentara en primera división. Y la UdeC apareció en su cabeza como un sueño por cumplir.
Pidió el traslado universitario y en un proceso no exento de complicaciones, fue aceptada su solicitud. Pero ese 2020 no hubo competencia. No bajó los brazos. Nunca dejó de entrenar y se concentró en su carrera de Auditoría.
“En Santiago estaba un poco resignado, porque Brisas anunció que no iba a jugar en segunda división. En una decisión conjunta con mi señora y mi hija nace la idea de ir a vivir a Cañete, mucho más cerca de Concepción por si me llamaban”. El 1 de agosto de 2021 llegaron a la ciudad histórica.
“Le escribí a Cipriano directamente y un día me llega un mensaje de él diciéndome que a la semana siguiente harían pruebas de jugadores. Mi señora estaba muy feliz. Le arrendé una pieza a un primo y llegué a Concepción”, relata.
Habían otros jugadores antes que él. Y empezaron los autocuestionamientos. “Tengo 24 años, ocupo una plaza de adulto, los más jóvenes están becados”, pensaba. Pero siguió luchando, porque su idea era llegar al primer equipo.
En la previa de la primera ventana BCLA / Basket UdeC
Estaba entrenando en el equipo universitario, donde ya le habían dicho a dos jugadores que pasarían a integrar el equipo profesional. “Ahí pensé que estaba afuera, hasta que un día jugamos contra los profesionales. Era mi momento. El partido fue intenso, hice lo mío, me esforcé al máximo”, rememora.
Luego, se le acercó Cipriano Núñez y le preguntó por su pase. “Al siguiente entrenamiento me dijo que era muy lento y empecé a entrenar velocidad”. Minutos antes de comenzar un viaje del plantel a jugar, una vez más lo llama el head coach UdeC, esta vez con buenas noticias. “Estamos interesados en integrarte al equipo profesional, queremos que seas el tercero”, le dijo Cipriano. Le contó a su señora y ella saltaba de felicidad.
Otro mundo
Al primer entrenamiento con el plantel se dio cuenta de la brecha que existía entre los profesionales y él, junto con todo el trabajo que hay de por medio. “La primera semana quedé muerto. A la segunda, Cipriano me dice: ‘Eduardo, o te empiezas a enchufar con las jugadas o te vas a quedar fuera, porque el tema de tu pase lo estamos viendo y ocupas una plaza de adulto’. Seguí esforzándome”.
Desde hace un par de días su pase pertenece oficialmente al CD Universidad de Concepción. Pero Eduardo no se conforma.
“Para mí el primer paso es estar entre los 12, después estar entre los 9 —en la segunda unidad — y luego ser titular. Mi mente no cambia, vine para ser profesional, ahora lo soy y quiero ser el mejor del equipo, esa es mi ambición, no quiero ser un jugador de paso como tantos que he visto”, reconoce.
Eduardo quiere terminar su carrera de Auditoría, la que siempre ha tratado de llevar a la par con el básquetbol. “El baloncesto es lo que más amo, quiero intentarlo hasta el final. Uno puede estudiar a cualquier edad, no así jugar”, concluye el escolta de Basket UdeC.
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