Cada año el 14 de noviembre se conmemora como el Día Mundial de la Diabetes, con el fin de concientizar a la población sobre la existencia de esta enfermedad, las formas de evitarla y cómo viven las personas que la adquieren. La diabetes mellitus es una alteración de los niveles de glicemia en sangre que se transforma en una enfermedad crónica y, por tanto, no tiene cura. Pese a eso, tiene un manejo estandarizado que permite mejorar la calidad de vida del paciente que la porta.
Existen diversos tipos de diabetes, pero dos son los más frecuentes. La diabetes tipo 1 es autoinmune y es conocida por aparecer principalmente en la infancia. Sin embargo, la persona con la predisposición genética puede “debutar” (así llaman las personas diabéticas a su diagnóstico) a cualquier edad. No tiene que ver con el tema del peso necesariamente ni con la alimentación, “esto es una firma inmunológica que destruye las células que producen insulina”, explicó el docente del Departamento de Medicina Interna de la Universidad de Concepción, Dr. Patricio Salman Mardones.
La diabetes tipo 2 es la que tiene mayor cantidad de personas diagnosticadas. Conocida como “la diabetes del adulto”, es cada vez más vista en personas jóvenes, incluso en edad pediátrica. El endocrinólogo – diabetólogo detalló que la aparición de la diabetes tipo 2 si está asociada a la obesidad, el exceso de insulina y a un factor predisponente genético. O sea, es evitable si se lleva una vida saludable.
“Además hay una lista enorme, que son más de cincuenta o sesenta causas de otro tipo de diabetes por otras razones, desde farmacológica, por enfermedades del páncreas anatómico propiamente tal, la hemocromatosis, un cáncer de páncreas, una cirugía pancreática también puede generar diabetes”, explicó el Dr. Salman, destacando la importancia de que los profesionales de la medicina que se enfrenten a un paciente con diabetes por primera vez, “deben tener esa capacidad clínica de tratar de orientar cuál es la etiología, afinar el diagnóstico, porque también los tratamientos son distintos”.
Diabetes tipo 2, el problema más importante a nivel mundial
A juicio del especialista, el desafío más importante a nivel nacional y mundial en cuanto a diabetes es su prevención. “Deberíamos enfocarnos en políticas de salud que vayan dirigidas a revertir esta alta prevalencia que tenemos en Chile de sobrepeso tanto adultos como niños, y de sedentarismo, que es muy muy alto”, observó.
Existe amplia evidencia científica que demuestra que la actividad física regular es una de las estrategias más efectivas para prevenir la diabetes tipo 2, puntualizó la profesora de Educación Física del Centro de Vida Saludable de la Universidad de Concepción, Katherine Rozas Pardo.
“El ejercicio mejora la sensibilidad a la insulina, favorece el control del peso corporal, reduce la grasa visceral y contribuye a mantener niveles normales de glucosa en sangre. Los programas de actividad física que combinan ejercicio aeróbico y de fuerza han mostrado reducciones significativas en el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2, incluso en personas con antecedentes familiares o resistencia a la insulina”, sumó la profesional.
Además, contó, la OMS y la Asociación Americana de Diabetes (ADA) recomiendan al menos 150 minutos semanales de actividad física moderada como parte de la prevención de esta y otras enfermedades cardiovasculares.
Y aquí está el punto en que se centra el Dr. Salman: hay que salir del paradigma de tratar solo la glicemia y preocuparse del concepto cardio-reno-metabólico, “en el cual tengo que preocuparme del corazón, del colesterol, de los riñones, de la presión arterial, de no fumar, etc. En ese sentido ha habido avances en los últimos años en fármacos que son muy buenos para la diabetes, pero además tienen un beneficio cardiorrenal metabólico extra”, reconoció.
El especialista detalló que está más claro en la actualidad “que en pacientes que tienen diabetes y otros antecedentes, como tener insuficiencia cardiaca, insuficiencia renal, como tener pérdida de albumina en la orina, hígado graso metabólico”, esos nuevos medicamentos deberían ser recetados incluso si la dieta está bien.
El trabajo preventivo con las infancias
Como se mencionó anteriormente, la diabetes tipo 2 puede ser evitable. Sin embargo, es cada vez más frecuente a menor edad. Una de las formas de prevención es el ejercicio físico, algo que no siempre se realiza dentro de las actividades del hogar. Por eso, desde 2017 se tramita el proyecto de Ley que propone aumentar la cantidad de horas de educación física en los colegios.
Aprobado por el Senado y festejado por el área de la salud, esto se acercaría a los 60 minutos diario de actividad física moderada a vigorosa recomendados para infancias por la Organización Mundial de la Salud, describió Rozas, lamentando que la mayoría de los programas escolares no llega a esa frecuencia ni duración. La profesional destacó que es fundamental fomentar el juego activo, caminar, andar en bicicleta o participar en actividades recreativas familiares, porque puede marcar una gran diferencia. “Prevenir la diabetes tipo 2 desde la infancia implica construir hábitos sostenibles, donde la actividad física sea parte natural del estilo de vida, no solo una asignatura del colegio”.
Para el Dr. Salman es una medida positiva, pero aún insuficiente: “tiene que ver con crear la cultura, ser consciente de la importancia de la actividad física y tiene que ir aparejado de múltiples medidas, tanto en el colegio, como que los kioscos tengan comida saludable, no la comida chatarra que muchas veces puede estar, sino que también esto tiene que partir por casa”.
Pre-diabetes y la búsqueda de mejorar la calidad de vida en adultos
Toda persona con antecedentes familiares de esta enfermedad, con sobrepeso u obesidad y una vida sedentaria tiene riesgo de contraer diabetes. La lucha para no llegar a ese punto “es difícil, porque culturalmente en Chile tenemos ideas muy arriesgadas de lo que tienen que ser ciertos patrones de alimentación”, apuntó el endocrinólogo.
Si una persona sedentaria quiere iniciar la actividad física, la primera recomendación es que sea gradual y segura. La profesora explicó que, en la práctica, “bastan pequeños cambios sostenidos: caminar 10–15 minutos al día, usar las escaleras, incorporar pausas activas en el trabajo o practicar ejercicios de movilidad. A medida que el cuerpo se adapta, se puede avanzar hacia 150 minutos semanales de actividad aeróbica moderada (como caminar rápido o nadar) y ejercicios de fuerza dos veces por semana”.
Para Rozas, lo más importante es la progresión y la constancia, más que la intensidad inicial. “Cada movimiento cuenta, y la adherencia a largo plazo es el verdadero factor protector”. Otras pequeñas decisiones cotidianas pueden tener un gran impacto: Mantener una alimentación equilibrada, priorizando alimentos frescos y reduciendo los ultraprocesados. Moverse cada día, aunque sea a través de actividades simples como caminar o realizar tareas domésticas activas. Dormir adecuadamente y gestionar el estrés mediante estrategias como mindfulness o respiración consciente. Mantener vínculos sociales y dedicar tiempo a actividades placenteras, “ya que el bienestar emocional también influye en la salud metabólica”, concluyó la profesional del Centro de Vida Saludable UdeC.







