En septiembre, el país entero se llena pañuelos al viento, guitarras y zapateos. Desde que la cueca llegó a Chile este símbolo cultural sigue evolucionando y adaptandose a la identidad de cada región y zona del país reflejando historia, costumbres y el carácter del pueblo chileno.
Los orígenes musicales y coreográficos aún siguen siendo inciertos, con teorías que incluyen influencias autóctonas, árabe-andaluzas y de diversas culturas. Una mezcla de tradiciones rastreables hasta fines del siglo XVIII, aunque con raíces históricas más profundas.
“La cueca chilena no nació de manera aislada. Se forma en un contexto de mestizaje y colonización, junto a Argentina, Perú y Bolivia, donde esta danza también está presente. Cada uno lo expresa con un carácter, una interpretación y un vestuario distinto, pero mantienen similitudes entre sí, ya que están relacionados”, explicó la académica del Departamento de Música de la Facultad de Humanidades y Arte de la Universidad de Concepción, Grisnery Sepúlveda Cofré.
Para el docente del Departamento de Música de la Facultad de Humanidades y Arte de la Universidad de Concepción, Nicolás Masquiarán Díaz, “lo que se ha logrado determinar de manera un poco más clara es que la variante de cueca que se instala en Chile y que evoluciona hasta adquirir sus propios rasgos provendría de la zamacueca peruana, conocida actualmente como marinera”.
Luego de ser reconocido como baile nacional en 1979, esta danza impulsó la estandarización de ciertas formas de expresión. Si bien esta oficialización potenció su práctica en el país, igualmente instaló la idea de que debía bailarse en lugares donde no era habitual, pero su introducción se vio favorecida por la presencia de danzas similares. Un ejemplo puede ser en el norte, con el cachimbo. No obstante, pese a su masificación, cada comunidad la fue adaptando a sus propias costumbres, dando origen a distintas variantes.

Cueca como reflejo de la historia y costumbres
La cueca que se baila en el desierto nortino no es la misma que suena en un bar de Valparaíso ni la que resuena en una ramada sureña. Chile, al ser tan extenso, permitió que las regiones adaptaran la danza nacional según sus historias sociales, su vida cotidiana, el carácter de su gente y las actividades laborales propias de cada zona.
“Siempre van a existir variantes, porque en el fondo las diferentes comunidades, en la medida que va tomando este elemento, se identifica con él y lo reproduce con las herramientas que tiene (…) En cuanto a los instrumentos, en Chile, como en toda Latinoamérica, son omnipresentes la guitarra y el acordeón”, señaló el profesor del Departamento de Música.
Como lo mencionó la académica de la Facultad de Humanidades y Arte, en el norte, producto de las condiciones climáticas, la coreografía de la cueca es más suave y pausada, vinculada, al mismo, tiempo a las labores sociales. Además, a diferencia de otras regiones, incorpora una dimensión más religiosa, dada la relevancia que esta tiene en el sector.
“En el norte es muy común encontrar cuecas sin letra y acompañadas de bandas de bronce, que suelen tocarse en las fiestas religiosas, allá es algo habitual. El bombo también se utilizado con frecuencia, al igual que en el sur, siendo un elemento menos frecuente en la zona central”, explicó Nicolás Masquiarán.
Por otro lado, la cueca chora surgió en Valparaíso a mediados del siglo XX, en un contexto en que marineros y trabajadores se reunían en barrios populares, como cantinas y bares. Fue una manifestación vinculada a la migración campo-ciudad de la época.
En sus variantes modernas, este ritmo incorporó instrumentos como el piano y el contrabajo, además elementos del canto jazzístico fusionando estas influencias en su identidad.
“Las letras igualmente son distintivas, pues contienen mucha crítica social, picardía, así como temas de amor y desamor, reflejando de manera natural al sector popular de los barrios de Valparaíso”, agregó Grisnery Sepúlveda.

La coreografía del sur, sencilla y de raíces campesinas
Por el contrario, Grisnery Sepúlveda indicó que “la (cueca) campesina o lugareña tiene una forma más simple, vinculada a la vida rural ligada al campo. A esto se suma la cueca minera de la parte central, que representa al trabajador del carbón de toda la cuenca carbonífera. Me refiero a Lota, Coronel, Curanilahue y Lebu, que han dado a conocer una danza distinta, donde predomina el carácter del varón, con una expresión más ruda y, al mismo tiempo, con mayor energía”.
En la zona centro sur, la cueca incorpora un toque de picardía influenciada por las labores de los pescadores, campesinos y colonos de la zona. “En cuanto a la chilota, su coreografía es más simple, con menos giros y contragiros que la variante central. Presenta pasos más sueltos y un zapateo vivaz”, señaló la profesora del Departamento de Música.
La coreografía declarada baile nacional es la misma que se practica en competencias, utilizando una coreografía estructurada y refinada en sus pasos, a diferencia de las otras variantes. “Lo que ocurre con esta legalización, de alguna manera, es que se estandariza (…) Pero probablemente esa sea la forma más espuria de cueca que exista”, agregó Nicolás Masquiarán.
“Los elementos del baile van pasando de un contexto a otro, desde una lógica de aprendizaje oral, no formal, y por lo tanto se van modificando y adaptando a los diferentes lugares, adquiriendo caracteres propios”, puntualizó Nicolás Masquiarán.







