Cambio climático, expansión urbana y contaminación: los frentes de la nueva estrategia de conservación de aves
Crédito: Dirección de Comunicaciones UdeC
Este es el mayor esfuerzo de Estado en materia de protección de aves, tras la publicación en 2004 de la estrategia coordinada por la Unión de Ornitólogos de Chile, sucesora del primer plan de este tipo elaborado en 1992 por el SAG.
En el lapso de cinco meses Chile contará con un nuevo instrumento para la protección de la avifauna que habita el territorio, cuyas especies constituyen el 5% del total de aves que existen en el mundo.
Recientemente, el Ministerio del Medioambiente (MMA) anunció el comienzo de la elaboración de la Estrategia Nacional de Conservación de Aves 2020-2030, un estudio amplio impulsado desde su división de Recursos Naturales y Biodiversidad con apoyo del proyecto GEF “Conservación de humedales costeros de la zona centro-sur de Chile”.
Este es el mayor esfuerzo de estado en materia de protección de este grupo animal, tras la publicación en 2004 de la estrategia coordinada por la Unión de Ornitólogos de Chile (AvesChile), sucesora del primer plan de este tipo, elaborado en 1992 por el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG).
Desde la coordinación de la iniciativa se reconoce que a 16 años de la última estrategia ha habido un incremento importante de la información y conocimiento sobre las aves; pero también han aumentado las amenazas a las que están expuestas las especies de este grupo.
La iniciativa se da en el contexto de una crisis global de pérdida de biodiversidad, a la que contribuyen factores como el uso indiscriminado de los recursos naturales, la contaminación, la expansión urbana, la vulnerabilidad y fragmentación de los ecosistemas, la introducción de especies invasoras y el cambio climático, entre otros.
Según cifras del Panel Intergubernamental Científico Político sobre Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (Ipbes), de 2019, un millón de especies enfrentan actualmente la amenaza de la extinción.
De acuerdo a la Ministra del Medioambiente, Carolina Schmidt Zaldívar, la estrategia nacional busca dotar al país de lineamientos para la adecuada preservación de estas especies y los ecosistemas que habitan, con beneficios indirectos para otros animales que comparten sus hábitats.
“Sabemos que las aves están involucradas en procesos vitales de polinización, dispersión de semillas, control de poblaciones de insectos y roedores, entre muchos otros ciclos vitales, por lo que conservar nuestras aves significa asegurar los servicios ecosistémicos para toda la población”, señala la autoridad.
El objetivo de este trabajo —que es consistente con las estrategias de Biodiversidad y Humedales— es crear un plan de acción que permita mejorar y facilitar la conservación de las aves, articulando a los actores en el territorio en torno a acciones y metas comunes para la protección de este grupo.
La noticia ha sido bien recibida desde el mundo científico, por la relevancia que tiene este grupo animal. “Además de ser organismos emblemáticos desde el punto de vista estético y muy populares entre la gente, las aves juegan una multiplicidad de roles en el ecosistema”, afirma el Dr. Pedro Victoriano, académico del Departamento de Zoología de la Facultad de Ciencias Naturales y Oceanográficas.
“Son un grupo muy heterogéneo, presentan una variedad enorme de tipos funcionales; pero muchas de sus especies son muy susceptibles, muy sensibles”, dice el especialista en Ecología, Micro evolución y Conservación de fauna chilena, apuntando que la ocupación de terrenos donde están los hábitats de las aves, el avance urbano, el reemplazo de los humedales, son situaciones que justifican plenamente “tomar iniciativas como esta estrategia”.
El investigador considera que es necesario que esta estrategia tenga acciones concretas a nivel regional, como la elaboración de un catastro actualizado, a escala provincial/comunal, de valoración de zonas habitadas por aves.
“Debiéramos contar con una base científica, objetiva, de información de áreas de valoración de avifauna que no debieran ser reemplazada por otros usos”, asegura.
La elaboración de la nueva estrategia viene precedida de una serie de iniciativas que evidencian el interés y preocupación de algunas organizaciones por actualizar la información sobre estos animales.
Hace tres años, el Comité Pro Defensa de la Flora y Fauna (Codeff) dio a conocer el Plan de Acción de Cambio Climático, Aves y Biodiversidad para Chile, que abarca una serie de ecosistemas prioritarios para la conservación —mayoritariamente humedales— desde el río Lluta en la Región de Arica hasta la Bahía Lomas en Tierra del Fuego, identificando amenazas, capacidad de resiliencia, así como medidas de adaptación y mitigación.
Por otro lado, en 2017 la National Audubon Society publicó la Estrategia de Conservación de las Aves Playeras de la Ruta del Pacífico de las Américas, que incluye especies de Chile.
En 2018 se publicó el Atlas de las aves nidificantes de Chile 2011-2016 que en más de 600 páginas recoge los resultados de cinco años de observación, durante los cuales mil 800 voluntarios reunieron unos 675 mil registros sobre el comportamiento reproductivo de 304 especies.
Uno de sus editores es el director del Centro de Estudios Agrarios y Ambientales (CEA) e investigador postdoctoral en el Laboratorio de Ecología Evolutiva y Filoinformática del Departamento de Zoología, Heraldo Norambuena Ramírez, quien señala que el Atlas “permitió entender mejor el estado de conservación de algunos grupos de aves que tenemos en Chile; hace dos años, pudimos conocer cuántas especies estaban nidificando en el país”.
Actualmente en el país se reportan 523 especies de aves, 316 de las cuales nidifican en el territorio nacional, indica el doctor en Sistemática y Diversidad. “El resto son aves migratorias neárticas, que vienen de Norteamérica; algunas migrantes Neotropicales que nidifican en otros países dentro de Sudamérica, y aves errantes, que se registran accidentalmente en el país”, explica.
En general, la más frágiles pertenecen al grupo de aves playeras, como las que anidan en las islas oceánicas como Juan Fernández y Mocha, que están “muy amenazadas por especies invasoras”.
De acuerdo a los procesos de clasificación de especies que administra el MMA, hasta ahora se han entregado categorías de conservación a 93 aves, menos del 20% del total. De éstas, más del 50% se encuentran en categorías de amenaza, es decir en peligro crítico (CR), en peligro (EN) y vulnerable (VU).
El Dr. Norambuena destaca entre los casos más complejos, la situación del emblemático Picaflor de Arica (Eulidia yarrelli) —el ave más pequeña del país, que no sobrepasa los 3 gramos de peso— catalogado en 2017 en peligro crítico de extinción.
“La población se estima en menos de 500 ejemplares; probablemente estamos frente a la extensión de una especie. Esto se debe principalmente por los cambios de uso de suelo que han llevado a la destrucción de su hábitat, entonces ya no tiene sitios de reproducción. Ha habido extinción de poblaciones locales y cada vez se ha visto disminuida su población”, comenta el Dr. Norambuena.
También comenta que en la elaboración del Atlas observaron que hay especies como el piuquén que ha acotado su presencia. “Antiguamente tenía distribución desde la Región de Arica y Parinacota hasta la Región del Maule y actualmente solo registra hasta la Metropolitana”.
Otra especie amenazada que menciona el investigador es el canquén colorado (Chloephaga rubidiceps), habitante de la Patagonia. “Es un ave que nidifica en Magallanes en primavera y verano y que migra en otoño hacia la pampa argentina, llegando incluso a la provincia de Buenos Aires. En Argentina es cazada, entonces sus poblaciones están disminuyendo fuertemente y si no hay acciones de conservación fuertes, en los próximos cincuenta años probablemente podría ser una especie extinguida”, dice.
En nuestra Región, el mayor peligro lo viven especies de ambientes boscosos y humedales. “Recientemente, se clasificó en categoría de vulnerable el aguilucho de cola rojiza, ave que nidifica casi exclusivamente en el bosque nativo y, producto del aumento de las plantaciones forestales desde el siglo pasado, sus poblaciones han decaído. Un área importante para ellos era la Región y actualmente hay pocas parejas nidificando en el sector”.
Lo mismo pasa —agrega— con el carpintero negro, que también es un ave especialista en bosque nativo. “El resto de las especies amenazadas son principalmente aves de humedales, como es el caso de la becacina pintada, que está calificada como en peligro, y que ha sido poco registrada en humedales en Chile”, reporta Norambuena, señalando que afortunadamente existen sitios como la desembocadura del río Carampangue, en Arauco, donde sí está presente y donde se han emprendido acciones para su protección.
Hay otras especies en peligro, como las que se mueven entre humedales que están siendo afectadas por los perros, la contaminación, intervenciones en su hábitat (drenaje) y el crecimiento urbano, como el cisne coscoroba; y las playeras, como el cholo nevado, que habita en playas de arena. “Los perros vagos o los que la gente saca a pasear están afectando su reproducción; a eso se suman los vehículos motorizados que entran a la playa, a pesar de la prohibición, que destruyen los sitios de nidificación”.
Núcleo de Trabajo
Heraldo Norambuena es parte de los 17 expertos pertenecientes a centros académicos, de investigación, servicios de gobierno y organizaciones no gubernamentales convocados por el Ministerio del Medioambiente para constituir el Grupo Núcleo de Trabajo que está a la cabeza de la elaboración de la nueva estrategia de conservación de aves.
A este grupo le corresponderá conducir el trabajo, debatiendo ideas y tomando decisiones en torno al proceso que considera, en etapas posteriores, talleres participativos con actores vinculados con la conservación de aves. Para ello se han identificado 160 personas y más de 80 organizaciones que podrán ser parte del proceso.
Para la elaboración de la estrategia se está usando un método conocido como estándares abiertos para la práctica de la conservación, desarrollados por la Alianza para las Medidas de Conservación (CMP).
El método —explica Heraldo Norambuena— consiste en “identificar los objetos de conservación, que pueden ser una especie, un grupo de especies o algún atributo general a las especies, como el hábitat, y en base a ese objeto se desarrollan una serie de talleres para levantar información, de amenazas principalmente, para luego establecer las líneas de acción para resolverlas, lo que finalmente va a llevar a la conservación de las especies o grupos de especies”.
El especialista comenta que esta metodología está siendo usada a nivel internacional y que ha sido adoptada por todas las instituciones nacionales relacionadas con medioambiente. “Conaf, por ejemplo, la está aplicando a los planes de manejo en áreas protegidas”.
El grupo ya ha concretado dos reuniones que fueron dedicadas a aprobar el plan de trabajo propuesto por la coordinación de la estrategia y a definir los objetos de conservación en que se va a centrar el trabajo.
“Para ello cruzamos dos criterios: especies de aves presentes en Chile y sus hábitats, que definimos a escala nacional. De este modo, tenemos grandes hábitats que coinciden con las coberturas vegetacionales del país y desde ahí estamos identificando las amenazas sobre esos objetos de conservación”, comenta el investigador.
Los objetos definidos por el grupo aves marinas, aves de islas oceánicas, aves playeras, aves de humedales, aves del desierto, aves de bosque y matorral, aves de la estepa patagónica y aves altoandinas.
De acuerdo al documento base de trabajo, la estrategia de conservación considerará todo el país y la totalidad de aves presentes en él.
En paralelo, el grupo está elaborando una encuesta que busca revelar las principales amenazas a que están expuestos los objetos de conservación ya determinados.
“Se aplicará de manera virtual a cerca de 300 personas vinculadas a aves, esto incluye investigadores-académicos, consultores ambientales, guías de aviturismo y observadores de aves, y servirá de insumo para proponer acciones de conservación sobre cada objeto de conservación”, acota Norambuena.
Con la información obtenida en esta primera etapa, se establecerán acciones en base a las amenazas detectadas, un plan de fomento de la investigación científica y de desarrollo de aviturismo como alternativa de manejo sustentable de ecosistemas vulnerables y de alto valor para la avifauna.
En esta fase de planificación está contemplada la realización de talleres participativos, partiendo por uno general, en el que se dará a conocer la propuesta preliminar de la estrategia, con el fin de validar y priorizar las amenazas detectadas a nivel nacional y por objeto de conservación, además de conformar equipos por cada uno de éstos.
Luego, se realizarán talleres específicos, con expertos, por cada uno de los objetos de conservación.
Aquí se establecerán planes de acción para abordar las amenazas en cada objeto de conservación, la definición de mecanismos de financiamiento y de organización para el cumplimiento de las estrategias, así como la generación de un plan operacional y de monitoreo y un calendario de trabajo, con objetivos a corto (1–2 años), mediano (3–7 años) y largo plazo (8–10 años).
La idea es contar con una estrategia ya definida para ser presentada en diciembre, en el XIII Congreso Chileno de Ornitología, que se realizará en Valdivia.
Institucionalidad
Desde una postura más crítica, el director Nacional de Codeff, Luciano Pérez, manifiesta su preocupación en torno a la real implementación de esta estrategia debido a las debilidades de la institucionalidad ambiental.
El profesional recuerda que en 2004, el presidente de la Unión de Ornitólogos de Chile y uno de los fundadores de Codeff, Jürgen Rottmann Sylvester, “entregaba un robusto documento antecesor a la estrategia actual, pero al no tener una institucionalidad ambiental cohesionada los alcances de esta iniciativa fueron desaprovechados por el estado”.
A su juicio, hoy existe el riesgo de que ocurra algo similar por la aún pendiente instalación del Sistema de Biodiversidad y Áreas Protegidas (SBAP). “No es posible que aun tengamos todo disgregado en distintos servicios públicos que, junto con velar por la economía o la producción, también tienen a su cargo la protección de las áreas protegidas o el resguardo de la fauna: SAG y Conaf en el Ministerio de Agricultura; Sernapesca en el Ministerio de Economía, por ejemplo”.
“Creemos que se debe potenciar al Ministerio del Medio Ambiente, pero con las instancias de gobernanza y participación ciudadana como demanda el Chile de hoy y acorde con países más desarrollados que han comprendido que tratándose de aves la mirada debe ser global”, asevera.
Pérez lamenta la demora en la actualización de la estrategia, considerando la importancia que tiene conocer el estado de las aves. “Ignorar los datos vinculados a las aves es tremendamente nocivo para la salud de los diferentes ecosistemas de la región. Las aves, al igual que muchas especies, son bio indicadores de calidad ambiental, de tal forma que es clave observar el estado y las conductas de estos grupos de fauna. No puede haber planificación ni crecimiento sin que se tomen en cuenta los datos de la biología que tenemos”.
Desde esa perspectiva, anota que los servicios del estado y los gobiernos locales deben ser capaces de crecer considerando “a otros seres que nos están advirtiendo de la salud de nuestro planeta”.
Según el profesional, indicadores como pérdida de suelos, alteración de la calidad de las aguas, acciones sobre las desembocaduras y actividades industriales entre otras, reflejan una realidad preocupante. Esto, sumado a “las amenazas de algunos proyectos futuros que podrían finalmente generar daños drásticos y quizás irreversibles para la salud de estas especies”.
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