Astronomía, políticas públicas y desarrollo
Hace unos días, los correos volaban entre los integrantes de la Sociedad Chilena de Astronomía. ¿El motivo? El 27 de junio de 2023 se publicó el Decreto que declaraba varias comunas de las Regiones de Antofagasta, Atacama, y Coquimbo como “áreas con valor científico y de investigación para la observación astronómica”. Estas son necesarias para solicitar estudios de impacto ambiental, los que ahora incluyen luminosidad artificial como contaminante, para los nuevos desarrollos en estas zonas.
La contaminación lumínica en nuestro país aumentó significativamente en los últimos años, representando un riesgo para nuestro estrellado recurso y, a su vez, para la actividad astronómica. El objetivo de esta norma es evitar que la situación actual empeore.
Central en este estudio es la determinación del radio de protección de 150 kilómetros alrededor de centros astronómicos profesionales, el que se basó en recomendaciones internacionales, publicaciones científicas, mediciones in-situ y satelitales de contaminación lumínica, entre otros. Los detalles de este cálculo son de dominio público.
Lo anterior es un ejemplo en que la ciencia se dispone al servicio del estado para definición de políticas públicas. Además, permite reflexionar sobre tantas instancias político-gubernamentales en que la ciencia permitiría análisis basados en evidencia y menos en intereses personales. Por ejemplo, ¿cómo podría la sociedad chilena beneficiarse de forma más directa de la existencia de los grandes observatorios internacionales? ¿Qué ocurre con el desarrollo de industria tecnológica nacional dada la tecnología de frontera en uso en aquellas instalaciones?
Me gusta el ejemplo de Sudáfrica y su relación con el proyecto SKA, un mega proyecto de radio-astronomía que se expande por varios países del continente africano-sur. Se establecieron salvaguardas específicas, llamadas Requerimientos de Contenido Local (LCR), en que una fracción considerable de la inversión y operaciones del proyecto se entregan en el continente africano. El objetivo final es el desarrollo de recurso humano de alto nivel y la proliferación de empresas de base tecnológica local, que establezcan una industria de nivel mundial.
Aparte de los beneficios directos, se logró montar una industria que contribuyó al desarrollo de Sudáfrica como actor relevante en la multimillonaria industria espacial. ¿Por qué no pensar que esto es posible en Chile? ¡Parece un sueño! Pero la definición de “áreas con valor científico y de investigación para la observación astronómica” también lo fue en su momento; se requiere de la contribución decidida y perseverante de chilenos que pongan el futuro de nuestros hijos y nietos antes de agendas con objetivos de corto plazo y de poco retorno.
Nota: Mis profundos agradecimientos al Diputado José Miguel Castro, a Eduardo Unda-Sanzana, a Pedro Sanhueza, y a tantos otros que se han esforzado por visibilizar la protección de los cielos nocturnos en niveles políticos, académicos, y públicos.
Columnista
Dr. Rodrigo Reeves
Director del Centro para la Instrumentación Astronómica, Cepia
Académico Departamento de Astronomía UdeC e investigador del CATA
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