Casos de gonorrea se estancan a nivel mundial pero aumentan en Chile
Crédito: National Institute of Allergy and Infectious Diseases en Unsplash
La bacteria tiene un tratamiento sencillo, pero es preocupante para profesionales su identificación en jóvenes desde los 15 años. Especialistas UdeC destacan la gravedad de la gonorrea como una ITS y subrayan la importancia de la educación, la identificación de cepas locales y el tratamiento adecuado.
La gonorrea es un tipo de infección de transmisión sexual causada por la bacteria Neisseria gonorrhoeae, siendo una de las principales ITS a nivel mundial, acompañada de la sífilis y la clamidia. Su transmisión solo puede ser de persona a persona, ya que al ser microaerofílica se muere en contacto con el oxígeno, por lo tanto, no queda en el ambiente, no se contagia por las superficies y no estará en el baño.
Según explicó el Profesor Asistente del Departamento de Microbiología de la Facultad de Ciencias Biológicas, Dr. Andrés Opazo Capurro, también es posible contraer la infección por el tracto orofaringeo al realizar prácticas como el sexo oral. «Otra forma en las cuales se puede transmitir de manera vertical de la madre hacia el hijo, una madre infectada por gonorrea si puede transmitir la bacteria al hijo y puede generar en el recién nacido problemas como conjuntivitis y en casos más graves infecciones diseminadas”, añadió el profesional, recomendando la asistencia sistemática a controles prenatales si se sabe de la infección, para asegurar su tratamiento.
Los síntomas son fáciles de identificar, observó la matrona docente del Departamento de Obstetricia, Canela Espinoza Carrasco. “En el caso de personas con pene, se genera un dolor al orinar, una inflamación de la uretra, inflamación en los testículos, secreción purulenta de color y olor diferentes al común”, ejemplificó. “En el caso de las personas con vulva es mucho más asintomático, pero se puede generar dolor y sangrado en momentos de las relaciones sexuales y secreción purulenta, además de inflamación en el cérvix, en el cuello del útero y daño en las trompas de Falopio”. La profesional advierte que estas dos situaciones pueden llegar a tener una consecuencia grave «a la larga, que es la infertilidad”.
Las cifras están en nuestra contra
«En nuestro país las cifras son bien alarmantes en el tema, somos uno de los países en Sudamérica que mayor incidencia tiene en ITS”, identificó Opazo. Estas estadísticas se pueden observar en el Departamento de Epidemiología del Ministerio de Salud, “donde se informa de que hasta el año 2015 teníamos una cantidad de diagnósticos que estaban estabilizados, o sea que no había ni aumento ni disminución. Ahora, del año 2015 al año 2017 se presentaron 2.768 casos nuevos, eso significa 80% más de lo que se encontraba en los años anteriores”, ahondó Espinoza, quien diferenció la tasa observada de 10.9 por cada 100 mil habitantes en la zona metropolitana, contrastando con 55,9 casos aproximadamente en 100 mil habitantes en Arica. “Incluso en el año 2013 se vio que la edad de diagnóstico fue en personas menores y, claro, el grupo principal es entre los 15 y los 24 años”, puntualizó.
Tras el diagnóstico, el tratamiento es sencillo con antibióticos de la familia de las penicilinas. Como siempre, el Dr. Opazo reforzó la importancia de terminar los tratamientos en su totalidad y no dejarlos a medias cuando se experimenta la mejoría. Actualmente se administra una inyección que reacciona muy bien con las cepas de esta bacteria encontradas en el país. Detalló que, al realizar el diagnóstico de infección, el antibiótico que se entrega es siempre el mismo y al no hacer las pruebas de laboratorio para cultivar la muestra, no se sabe si la cepa es resistente y “estamos haciendo tratamiento a ciegas”. Su preocupación va más allá, explicando que, si se hicieran los cultivos, sabríamos si esa cepa se puede tratar con un antibiótico más básico y no uno tan avanzado, dejando opciones y evitando la resistencia. “El problema es que ya hay reportes a nivel mundial de cepas que son resistentes a este antibiótico y ahí ya nos quedamos casi sin ninguna alternativa, porque antibióticos más antiguos ya prácticamente no tienen actividad sobre las cepas locales”, explicó.
El académico destaca el trabajo que realiza el Grupo de Estudio en Resistencia Antimicrobiana, equipo formado por profesionales de las Facultades de Ciencias Biológicas, Medicina y Farmacia. El grupo logró los permisos para tener acceso a muestras de pacientes reales del Biobío, con sus respectivos permisos de investigación. “Si tenemos la capacidad de poder identificar qué clones circulan en nuestra población, podemos saber muy bien si la terapia sigue siendo efectiva o no”, contó. “Yo creo que es un desafío para nosotros desde el mundo académico, no solamente de lo que hacemos nosotros, sino en el proceso formativo de profesionales de la salud, por ejemplo, de concientizarnos de la importancia de la educación en este tema”.
Para la académica de Obstetricia, hay ciertas indicaciones “súper importantes cuando estás en tratamiento, que es tratar a las parejas sexuales también”. Canela Espinoza detalló que luego de recibir la inyección de tratamiento, el o la paciente “tiene que esperar siete días para volver a tener relaciones sexuales, ya sean penetrativas vaginal, anal o también oral. Si no tratamos a la pareja sexual y esta persona vuelve a tener relaciones sexuales se va a reinfectar y la reinfección conlleva que se necesite un nuevo tratamiento, y eso también lleva a la resistencia antibiótica a la larga”, finalizó.
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