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Ahora, en abril de 2020, celebramos este día Internacional de la Madre Tierra desde otra perspectiva, en medio de una pandemia mundial que afecta a toda la humanidad, siendo quizás unas de las crisis sanitarias más severas de la que haya registro.
Casi dos millones de personas respondieron al llamado de Kathleen Rogers, presidenta de la Organización del Día de la Tierra, y se manifestaron pacíficamente en Estados Unidos el 22 de abril de 1970, forjando los inicios de una conmemoración que hoy se realiza en más de 180 países que abogan por la protección del medio ambiente y la reducción de las emisiones de CO2.
Fue en la primera Cumbre de la Tierra en Estocolmo donde se trataba de sensibilizar a los líderes mundiales sobre la importancia del cuidado del medio ambiente y recién en el año 2009 la ONU proclamó el Día Internacional de la Madre Tierra.
Ahora, en abril de 2020, celebramos este día Internacional de la Madre Tierra desde otra perspectiva, en medio de una pandemia mundial que afecta a toda la humanidad, siendo quizás unas de las crisis sanitarias más severas de la que haya registro.
Ante esto, nos hemos visto obligados a permanecer en nuestras casas manteniendo una cuarentena preventiva y en algunos casos obligatoria. Como consecuencia el trasporte terrestre e incluso el aéreo han disminuido su flujo, grandes sectores industriales han mermado sus operaciones e incluso algunas empresas han debido detener sus procesos. Todo, por mantenernos a resguardo como humanidad.
Sin embargo, estas acciones que nos llevan a vivir en un contexto totalmente distinto al que hemos acostumbrado por décadas, donde cada vez más dependemos de la tecnología, de los procesos empresariales y de medios de transporte que nos mantienen conectados, son un respiro para el medio ambiente, que siendo nuestro “hogar” lo descuidamos constantemente, a pesar de la relevancia. En este periodo han disminuido los índices de contaminación de la calidad del aire al igual que las emisiones de gases de efecto invernadero; han aparecido especies que se creían extintas y otras simplemente se han paseado por las ciudades, para asombro de sus habitantes, recuperando espacios donde habitaron originalmente.
Todo lo anterior nos debe indicar la necesidad de adoptar una nueva forma de convivir con la naturaleza, modificar nuestros hábitos de consumo y los gobiernos trabajar en economías más sustentables.
Lamentablemente, esta disminución en los indicadores de contaminación son momentáneos dada la contingencia sanitaria y una vez que esta situación se controle las economías mundiales tratarán de reactivarse “a toda máquina” lo que sin duda generará un efecto rebote y esto incrementaría nuestra crisis ambiental. Lograr el equilibrio puede no ser una tarea sencilla pero precisamente esa es la razón por la que es importante el cambio de conducta en las personas, con una responsabilidad ambiental inherente a nuestro que hacer y en donde nuestras autoridades deben estar a la altura de estos grandes desafíos.
Columnista(s)
Arturo Godoy Zúñiga
Jefe de Carrera TNS Ambiental
Instituto Profesional Virginio Gómez
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