En Chile, el mundo rural es el más afectado por la carencia de este vital elemento, pues se estima que el 47,2% se abastece de fuentes informales, como pozos ríos, vertientes o camiones aljibes.
La disponibilidad de agua es un problema que nos afecta a todas y todos. Por ello, cada año la Organización de las Naciones Unidas conmemora el 22 de marzo el Día Mundial del Agua. Precisamente este año el tema central es el Objetivo de Desarrollo Sostenible 6 “Agua y Saneamiento” (ODS 6). El propósito de esta fecha es evaluar de qué manera el ODS 6 se ha cumplido y cuáles son los desafíos que aún quedan por superar, ya que se busca que a 2030 exista agua y saneamiento gestionados de forma segura para todo el mundo.
En Chile, el mundo rural es el más afectado por la carencia de este vital elemento, pues se estima que el 47,2% se abastece de fuentes informales, como pozos ríos, vertientes o camiones aljibes. Además, diferentes estudios califican a nuestro país como uno de los más afectados por el cambio climático, lo que sin dudas se ve reflejado en la megasequía que se vive especialmente en la zona norte y centro.
Por tanto, las urgencias de la crisis hídrica nos invitan a reflexionar sobre qué hemos hecho para mitigar sus efectos y garantizar el acceso a agua en cantidad y calidad para la población. En febrero de este año vimos cómo los incendios forestales devastaron numerosas localidades del país. Por ejemplo, solo en la región del Biobío las hectáreas consumidas superaron las 200 mil. El problema radica en que al producirse un incendio, los ecosistemas se ven fuertemente afectados y es muy difícil que la vegetación pueda regenerarse. Este escenario agrava aún más la crisis hídrica, puesto que la erosión del suelo pasa a ser un problema grave, la captación de agua se reduce y las fuentes de agua se ven contaminadas.
¿Qué podemos hacer para enfrentarnos a estos escenarios? Aunque suene repetitivo, el trabajo mancomunado entre sector público, privado, la academia y la sociedad es extremadamente relevante. Chile cuenta con un alto grado de cumplimiento del ODS 6 en las zonas urbanas, pero todavía queda mucho por hacer en áreas rurales, que justamente fueron las más afectadas por los incendios y donde los recursos para enfrentar estos escenarios de crisis son menores.
Tal como lo plantea la ONU en el lema que guía el Día Mundial del Agua 2023, debemos “acelerar el cambio”. Se prevé que la demanda mundial de agua (en extracciones de agua) aumente en un 55% para 2050, y nuestro país no se encuentra en una situación favorable para enfrentar este escenario. Centros como CRHIAM, que han dedicado su quehacer al estudio de soluciones que garanticen la seguridad hídrica de los territorios, tienen mucho que aportar en las discusiones que promuevan un desarrollo más sostenible, puesto que el consumo humano al agua y saneamiento debe ser una prioridad.
El uso eficiente del recurso hídrico y su cuidado va intrínsecamente ligado al cumplimiento del resto de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, ya que se relaciona con el medioambiente, la salud de las personas y ecosistemas, la energía e incluso la seguridad alimentaria. De esta manera, debemos poner urgencia en buscar soluciones a la crisis hídrica, con evidencia científica que respalde la toma de decisiones y donde todos los actores puedan ser parte del cambio.
Columnista
Dra. Gladys Vidal
Directora Centro Fondap CRHIAM
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