Crédito:VRIM
Los deterioros que se han podido identificar son suciedad superficial generalizada o adherida y alteraciones de las capas de pintura, así como algunas fracturas. A futuro se espera realizar una experiencia piloto de restauración, que debe quedar documentada para replicarla a las otras copias.
Dentro del plan de conservación, restauración y reparación de los diferentes bienes patrimoniales que posee la Universidad de Concepción, actualmente se están realizando labores de limpieza y mantención de las llamadas “esculturas blancas”, parte importante y paradigmática del patrimonio de la UdeC.
Si bien se trata de reproducciones de obras de arte nacional, así como de emblemáticas obras de arte clásico, remiten a una práctica habitual en el siglo XIX: las copias de modelos preexistentes como herramientas pedagógicas.
Las obras que habitan el campus de la Universidad de Concepción fueron realizadas en el taller de copias del Museo Nacional de Bellas Artes, e instaladas a partir de finales de la década de 1930 en los parques y jardines universitarios, durante la rectoría de Enrique Molina Garmendia. Su ubicación original no era la misma que tienen hoy cuando, además, se han convertido en parte importante de la ciudad universitaria, no solo por lo que representan como desarrollo del campus de la UdeC, sino como símbolo de una práctica artística del siglo pasado.
Las labores de cuidado y conservación del campus universitario y su patrimonio corresponden a la Dirección de Servicios. Su director, Alejandro Tudela, explica que, por mucho tiempo, las “esculturas blancas” fueron pintadas como un tratamiento de conservación preventiva. Este proceso de pintado recurrente ha derivado en que detalles como, por ejemplo, las facciones de los rostros, vayan desapareciendo. Por eso, dice, lo que se está haciendo ahora es limpiarlas para, en el futuro, poder restaurarlas.
La Quimera, antes y después de la limpieza
“Si bien estas esculturas son copias de originales famosos, particularmente de origen griego, en la actualidad tienen un valor patrimonial porque son las pocas copias que van quedando de un proceso de copiado que se implementó en el Museo Nacional de Bellas Artes, en los años 1930-1940. La Universidad de Concepción adquirió en ese momento estas copias y las instaló en el parque universitario de la época, en lugares que, ciertamente, no son los actuales. Se trata, entonces, de elementos a preservar”, señala el Director de Servicios.
Los trabajos de limpieza de las obras están a cargo de SurConserva. Su directora, Pamela Quiroz, sostiene que, a simple vista, el estado de conservación de las “esculturas blancas” es, en general, bueno. “No se ve un notorio deterioro estructural. Sin embargo, no podemos afirmarlo rotundamente debido a que estos monumentos presentan varias capas de pintura sobre el soporte original. Podría ser que bajo estas capas se presenten grietas, fisuras o pérdidas que no son notorias a simple vista”, señala.
Los deterioros que han podido identificar son suciedad superficial generalizada, suciedad adherida y alteraciones de las capas de pintura, como decapamiento, grietas y pérdidas. Estructuralmente, además, se distinguen algunas fracturas con pérdida de soporte; no obstante, dice Quiroz, éstas no alteran la comprensión visual de la obra, puesto que no son de gran envergadura.
El trabajo que se está realizando en las esculturas es una limpieza superficial en seco y húmedo. Esto quiere decir que se retira de ellas la suciedad superficial adherida, empleando criterios como el principio de la mínima intervención, reversibilidad de los tratamientos, asegurar la uniformidad visual y establecer los límites de actuación sobre la superficie. “Los tratamientos utilizados no son invasivos para los bienes patrimoniales, y se utilizan materiales y herramientas adecuadas para su conservación”, explica la conservadora.
También, señala, se aplica una capa de biocida, adecuado para la materialidad, el cual mata deterioros biológicos, tales como musgo y líquenes, retrasando su recolonización.
Tudela agrega que existe el interés de realizar, por parte de la Dirección de Servicios, una experiencia piloto de decapado de una de las esculturas, hasta llegar a la estructura original, restaurando lo que sea necesario y desarrollando un mecanismo que permita su conservación en el tiempo, evitando, a futuro, su pintado. Este proceso debe quedar registrado y documentado, para así replicarlo a las otras copias.
Mayor cuidado con el patrimonio
De las nueve “esculturas blancas” que hay actualmente en el Campus, cuatro han sido retiradas por distintos motivos: La primera de ellas fue Juana de Arco, ubicada en el sector aledaño al edificio Virginio Gómez, porque se notó que estaba desprendida de su plinto. Es en esta pieza, dice Tudela, en la que se realizaría el trabajo piloto.
También se retiró El Eco, que resultó decapitada durante las manifestaciones de febrero de 2020. “Un tema interesante es su posible restauración; es decir, qué criterios se usarán para restaurarla y que reflejen, en cierta medida, el impacto que tienen los fenómenos sociales sobre el patrimonio”, señala el Director de Servicios.
Las otras dos esculturas que están a resguardo fuera del Campus, esperando ser restituidas en el mediano plazo, son El Discóbolo y La Liberación.
Quiroz valora el que se estén tomando medidas en la protección y conservación del patrimonio cultural de la Universidad. “Esto queda en evidencia al recurrir a profesionales de la conservación para realizar la limpieza de estas esculturas y no volver a utilizar los procedimientos que antiguamente se utilizaban para su mantención, que era repintarlas blancas. También podemos ver esta preocupación en otros proyectos de conservación y restauración que se han llevado a cabo en distintos edificios y monumentos del campus, como el Memorial Ronda de Unidad, busto Enrique Molina en Rectoría, fachada de la Casa del Arte y, prontamente, el Monumento al Espíritu de los Fundadores”, señala.
A su juicio, además del desafío que implica el restaurar para recuperar el soporte original de las “esculturas blancas”, se debe propiciar “la difusión y puesta en valor de este patrimonio material tan importante para nuestra ciudad, buscando que la comunidad se informe y contribuya en la conservación de este patrimonio”.
Al respecto, Tudela señala que el área denominada polígono patrimonial, que comienza en el área aledaña al Arco de la Universidad y termina en la Biblioteca Central, probablemente es la que tiene el mayor tránsito de personas en el Campus, siendo por lo tanto la más expuesta a una mayor degradación. “Hemos visto que las esculturas blancas han sido pintadas, hay gente que las escalan. Los plintos han sido vandalizados y, de hecho, a algunos les faltan trozos, porque han sido golpeados. Hay que considerar que estas copias, por su materialidad, son huecas, no siendo ni mármol ni granito. El ejemplo más claro de vandalización fue lo que nos pasó en 2020 con El Eco, que fue decapitado, para usarlo como elemento de ataque”, sostiene.
El Director de Servicios lamenta que haya sectores de la comunidad que no han internalizado que ésta es un área patrimonial, donde sus componentes son parte de la historia y, por lo tanto, merecen un cuidado particular, tanto por su antigüedad como por lo que representan como valor. “Uno esperaría que hubiera mayor cuidado en su uso y goce, que está abierto a toda la comunidad”, concluye.
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