Crédito: Esteban Paredes Drake.
El Acuerdo de París es un hito en el proceso multilateral del cambio climático porque, por primera vez, un acuerdo vinculante hace que todos los países se unan en una causa común.
El 12 de diciembre de 2025 se conmemora el décimo aniversario del Acuerdo de París. Este acuerdo internacional jurídicamente vinculante fue adoptado por 196 Partes en la COP21 el 12 de diciembre de 2015 y entró en vigor el 4 de noviembre de 2016. Su objetivo es limitar el calentamiento mundial a muy por debajo de 2, preferiblemente a 1,5 grados centígrados, en comparación con los niveles preindustriales. Para llegar a este objetivo de temperatura a largo plazo, los países se proponen alcanzar el máximo de las emisiones de gases de efecto invernadero lo antes posible para lograr un planeta con clima neutro para mediados de siglo.
El Acuerdo de París es un hito en el proceso multilateral del cambio climático porque, por primera vez, un acuerdo vinculante hace que todos los países se unan en una causa común para emprender esfuerzos ambiciosos para combatir el cambio climático y adaptarse a sus efectos. Su aplicación requiere una transformación económica y social basada en la mejor ciencia disponible. Esta alianza funciona en un ciclo de cinco años de medidas climáticas cada vez más ambiciosas llevadas a cabo por los países. En 2020, los países presentaron sus planes de acción climática conocidos como contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC por sus siglas en inglés).
En sus contribuciones determinadas a nivel nacional, los países comunican las medidas que tomarán para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero, y las acciones que tomarán para crear resiliencia y adaptarse a los efectos del aumento de las temperaturas. Desde esta perspectiva, el agua es un vector principal de los impactos climáticos y un recurso esencial para la vida y el desarrollo. Por ello, las NDC reconocen al sector del agua como un área prioritaria para la acción climática, integrando estrategias de agua y saneamiento para construir futuros más resilientes y sostenibles. Con especial énfasis en la adaptación, ya que el cambio climático altera el ciclo hidrológico, afectando la disponibilidad y calidad del agua.
Dentro de los compromisos específicos, los países incluyen metas y acciones específicas para el agua en sus NDC, tales como: Mejorar la gestión del recurso hídrico; invertir en infraestructuras de agua y saneamiento, promover la conservación del agua y fortalecer la gobernanza del agua, entre otros. Sin embargo, la implementación de estas metas hídricas requiere grandes inversiones, que a menudo dependen de la financiación climática internacional, haciendo que el sector del agua sea un componente clave en las NDC condicionales (sujetas a apoyo externo). Dentro de las herramientas regionales, existen plataformas como NDC-LAC que monitorean y analizan cómo los países de Latinoamérica y el Caribe integran el agua en sus estrategias climáticas.
Los avances del Acuerdo París hasta ahora han dado lugar a soluciones con bajas emisiones de carbono y a nuevos mercados, sin embargo, aún es necesario aumentar las medidas relativas al cambio climático. Es importante mencionar que cada vez más países, regiones, ciudades y empresas están estableciendo objetivos de neutralidad de carbono. Las soluciones de cero emisiones se están volviendo competitivas en todos los sectores económicos y ya representan el 25% de las emisiones. Esta tendencia es más notoria en los sectores de la energía y el transporte. Para 2030, las soluciones de cero emisiones de carbono podrían ser competitivas en sectores que representan más del 70% de las emisiones mundiales.
Columnista
Dra. Gladys Vidal Sáez
Directora CRHIAM UdeC
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