ZebraMarTox: desarrollo de un detector de tóxicos marinos se adjudicó fondos para su ejecución
Crédito: Facultad de Ciencias Naturales y Oceanográficas
El pez cebra puede ser la respuesta para apoyar los procesos de detección de toxinas asociadas a Floraciones Algales Nocivas, que contaminan los mares y pueden provocar la muerte por consumo de productos contaminados.
Una herramienta toxicológica basada en el pez cebra para detectar toxinas marinas, es el proyecto que dirige la académica del Departamento de Oceanografía, Dra. Alejandra Llanos Rivera. La intención es complementar los procesos actuales de análisis de Floraciones Algales Nocivas (FAN), como la marea roja.
El proyecto, denominado ZebraMarTox, se acaba de adjudicar un fondo IdeA, de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo, por un monto cercano a los 200 millones de pesos y nació de un trabajo previo en el que académicos UdeC han estado trabajando: implementar y acreditar un laboratorio de detección de toxinas marinas (LBTx). Dentro de esa tarea -para la cual contaron con fondos regionales FIC- la académica Alejandra Llanos empezó a trabajar con larvas y embriones de pez cebra, con la intención de dilucidar si tienen el potencial para detectar la presencia de neurotoxinas en mariscos de consumo humano.
Con ello, este test podría ser un apoyo importante al proceso de detección de floraciones nocivas, como la marea roja. «Los métodos oficiales requieren equipos caros y personal altamente calificado. Cuando hay eventos de microalgas tóxicas, que se dan por ejemplo en el sur del país, los laboratorios colapsan; ya que aunque muchas muestras son negativas a la presencia de toxinas, se tienen que procesar igual. El proyecto se pregunta cómo desarrollar una metodología que permita hacer una preselección de las muestras, para ir descartando y que entren al análisis solo las que tienen mayor potencial de ser positivas», señaló Llanos.
Crédito: Facultad de Ciencias Naturales y Oceanográficas
La respuesta parece estar en el diminuto pez cebra. Se trata de un ejemplar que en su vida adulta alcanza unos 4 centímetros. No requiere condiciones especiales de conservación en cautiverio y se reproduce prolíficamente. Estas características -que lo hacen un pez de uso común en acuarios caseros- también son importantes a la hora de trabajar con sus embriones o larvas en laboratorio.
Dichos embriones o larvas reaccionan ante la presencia de las neurotoxinas de manera que disminuyen sus capacidades locomotoras. Por ello, pueden servir para detectar la presencia de estos elementos tóxicos en muestras de moluscos, e incluso se puede llegar a generar un indicador cuantitativo a partir de esta característica. «Como las neurotoxinas pueden producir las alteraciones locomotoras, a través de la preparación de un extracto que se obtiene de la muestra de un marisco, se puede observar cómo reaccionan frente a un estímulo externo. Si hay una toxina neurotóxica, disminuirá el movimiento de las larvas y esto lo podemos llevar a una escala; mientras más toxinas, más aletargamiento y en caso de que no haya presencia de toxinas, las larvas se comportarían igual que en un medio sin toxinas».
Objetivos de la investigación
El proyecto es dirigido por la profesora Llanos, y será ejecutado en conjunto con la Dra. Javiera de la Paz, directora Alterna, la Dra. Allisson Astuya y el Dr. Fernando Cruzat, pertenecientes a la Facultad de Ciencias Naturales y Oceanográficas, y la Dra. Claudia Mardones y Dr. Luis Bustamante de la Facultad de Farmacia; además de la Químico Farmacéutico Lorena Delgado, del Instituto de Salud Pública y el doctorando Aldo Hernández, de la empresa HOLON SpA.
Por un lado, el objetivo es el desarrollo del bioensayo para la detección de toxinas marinas neurotóxicas, y por el otro, avanzar en la detección de toxinas lipofílicas, un segundo grupo de tóxicos presentes en las Floraciones Algales Nocivas. Estas toxinas lipofílicas «provocan otras alteraciones y queremos ver si somos capaces de identificar marcadores producto de su presencia. Trabajaremos en colaboración con un grupo de la Facultad de Farmacia que manejan las técnicas analítica utilizadas en estudios de Metabolómica, capaz de ver si en larvas expuestas a las toxinas se produce un cambio medible». Al observar dichas alteraciones, planteó Llanos, es posible proponer marcadores, para generar una forma de identificar su presencia en los mariscos.
La académica también dio cuenta de lo especial que ha sido desarrollar el proyecto en medio de una pandemia. «Estábamos en medio de su formulación cuando iniciamos el confinamiento por la situación de Covid-19, y la incertidumbre que conlleva, por lo que ya fue desafiante el haberlo finalizado y enviado. El habernos adjudicado la propuesta es un reconocimiento al trabajo que llevamos realizando desde hace un tiempo y será la consolidación de esta línea de investigación. Sin duda es también una gran responsabilidad y un desafío el poder desarrollarlo con las restricciones que este nuevo escenario nos impone, pero estamos con todo el ánimo y la confianza que podremos resolver de la mejor manera aquellos inconvenientes que se vayan presentando en su ejecución», señaló la Dra. Llanos.
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