Publicación muestra influencia del paisaje y clima sobre la diversidad oculta
Crédito: Dirección de Comunicaciones UdeC
Esta área de investigación apunta a conocer cómo ha sido la historia microevolutiva en la fauna nativa chilena; la idea es asociar estos patrones de variabilidad genética a condiciones ambientales, climatológicas y atributos del paisaje.
Un artículo publicado en el Royal Society Open Source muestra cómo las condiciones del paisaje y el clima del pasado han influido en la diversidad genética dentro de una misma especie, lo que se conoce como diversidad críptica u oculta.
Esta es una de las líneas de investigación que desarrolla el académico del Departamento de Zoología, de la Facultad de Ciencias Naturales y Oceanográficas, Pedro Victoriano Sepúlveda, autor principal de la publicación que resume un estudio centrado en una subcuenca del río San Pedro, en Valdivia.
El estudio es parte de un trabajo que el investigador viene realizando hace varios años en torno a un conjunto de ocho especies nativas de peces de agua dulce. “Es una fracción no menor, porque las especies nativas de agua dulce en Chile son poco más de 40”, acota.
El Dr. Victoriano explica que esta área de investigación apunta a conocer, en base a la variabilidad del ADN, cómo ha sido la historia microevolutiva en la fauna nativa chilena.
“La historia micro evolutiva habla de cambios evolutivos que no generan especies distintas; la idea es asociar estos patrones de variabilidad genética a condiciones ambientales, climatológicas y atributos del paisaje”.
Esto es particularmente importante en el caso de Chile que, por sus características geomorfológicas, tiene una amplia diversidad de paisajes que influyen en la distribución de las especies y su diversificación genética, al igual que eventos climáticos, como las glaciaciones, expone el especialista en Ecología, Microevolución y Conservación de fauna chilena.
La publicación de Royal Society Open Source habla de la diferenciación genética en dos peces galáxidos, el puye o puyén chico (Galaxias maculatus) y el puye grande (Galaxias platei), que comparten una larga data de coexistencia. “Lo más probable es que hayan coexistido en la cuenca por miles, tal vez millones de años”, aventura el académico.
El experto señala que este trabajo fue “una suerte de experimento natural”, con el que quisieron evaluar cómo dos especies emparentadas han respondido a lo largo de la historia frente a cambios hidro y paleo climáticos y cómo todo eso se refleja ensu genética.
“Uno podría pensar que, como son especies emparentadas, podrían haber respondido igual frente a cambios climáticos importantes del pasado; pero nos encontramos con que, siendo especies del mismo género (galáxidos), han actuado de manera muy contrastante”, señala.
“Nos intriga saber cómo el ambiente ha afectado la genética y, por ende, la evolución de cada una de estas especies”, agrega.
Conservación
De acuerdo al investigador, este tipo de estudios tiene impactos a nivel de conservación. “No solo importa conservar hábitats o especies; la variabilidad genética es uno de los niveles importantes de conservación. La idea es mantener la diversidad genética lo más natural posible, como se ha conservado a lo largo del tiempo sin influencia humana”.
Volviendo a los peces del estudio, Victoriano comenta que entre los puyes hay grupos genéticos distintos, dependiendo si habitan la parte alta o baja de la cuenca.
“Entonces, ha habido diferenciación dentro de la misma cuenca, no se han comportado como unidad poblacional única. Esto nos sugiere que esta especie no ha estado muy comunicada entre la parte baja y alta de la cuenca. Vemos que G.platei, tiene menos variabilidad, es más cohesiva y tiende a comportarse más como un conjunto genético más homogéneo”.
Por otro lado, agrega que algunas características, como las diferencias de hábitos migratorios —por ejemplo, G. maculatus ocupa ambientes marinos y G.platei no— indicarían que las poblaciones del primero “ocuparían un mayor rango de hábitats, con mayores abundancias históricas y que podría estar comportándose como dos unidades biológicas ecológicas distintas, a pesar de ser una misma especie. Todos estos aspectos se pueden aplicar en el plano de la conservación intraespecífica o genética. Esa es la idea del estudio”.
El Dr. Victoriano explica que hay una analogía entre la conservación de la diversidad genética y la de áreas en las existen distintas especies.
“Aquí se trata de resguardar poblaciones dentro de una misma especie, que no se pierda ningún linaje genético. Por ejemplo, si existe un proyecto que va a alterar una cuenca, que pueda significar la reducción de la abundancia de ciertas poblaciones y si éstas son singulares o únicas, no es llegar e intervenir. Hay que velar porque se respete la comunicación si la especie da señales de que necesita desplazarse a lo largo del río para conservar su variabilidad genética; hay que tomar medidas técnicas para mantener la conectividad”.
Otros estudios
Dentro de esta misma línea de trabajo están considerados los estudios en torno a un tipo de bagre endémico (Diplomystes camposensis), “una especie nativa que está en peligro de extinción y que, además de ser muy emblemática y singular, desafortunadamente presenta una variabilidad genética muy baja a lo largo de la cuenca”.
El académico recuerda que las especies que presentan menor variabilidad genética están en desventajas para responder a cambios naturales o antrópicos que pudieran producirse en el ambiente.
Victoriano señala que con estas investigaciones se busca aportar a definir el estado real de la diversidad de peces de agua dulce en Chile, en el entendido de que sólo es posible hacer una buena conservación conociendo lo que existe.
“La genética permite aclarar o descubrir a través del ADN la diversidad críptica, lo que no se ve por la morfología. A veces, la biología dice a priori que estamos frente a una única especie, pero a veces la genética nos dice que son distintas. Y tal vez nos podemos encontrar con que en Chile hay más peces de agua dulce que los que pensamos”.
La publicación en Royal Society Open Source se inserta en un proyecto, que considera estudios ecológicos, dirigido por la investigadora del Centro Eula, Evelyn Habit, coautora del paper del que también participaron investigadores de las universidades Metropolitana de Ciencias de la Educación, de la Santísima Concepción y de Los Lagos.
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