Expertos valoran disminución del consumo de tabaco y alcohol en escolares pero alertan sobre el uso de marihuana y drogas emergentes

Crédito: Thought Catalog | Unsplash
Los resultados del Estudio de Drogas en Población Escolar de Senda dados a conocer este mes, indican que el consumo de tabaco y alcohol ha disminuido en la población escolar, mientras que el de marihuana se mantiene estable, pese a que la percepción de riesgo de su uso frecuente aumenta.
Según las cifras del 15° Estudio de Drogas en Población Escolar, realizado en 2023 por el Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (Senda) y publicado en marzo de 2025, se evidencia una tendencia a la baja en el consumo de tabaco y alcohol entre jóvenes que cursan entre 8° básico a 4° medio, además de un aumento en la percepción de riesgo del consumo frecuente de marihuana, pese a que su consumo se mantiene estable.
En el desglose del estudio, el uso diario de tabaco cayó al 1,3%, el nivel más bajo registrado en la medición. Además, el consumo de alcohol en el último mes reportado bajó de 24% en 2021 a 22,7% en 2023. La percepción de riesgo del consumo frecuente de alcohol también aumentó. Respecto a la marihuana, el consumo se mantiene en 19,1%, sin cambios significativos desde 2021, aunque sí se evidenció un aumento en la percepción del riesgo del consumo frecuente; de 30,3% en 2021 a 34,4% en 2023.
Para la académica del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina de la Universidad de Concepción, Dra. Carmen Gloria Betancur Moreno, las diversas políticas públicas para restringir el consumo de sustancias han tenido buenos resultados. Si bien lamentó la falta de datos específicos respecto a sustancias emergentes como el tusi, hongos alucinógenos, LSD y estimulantes, considera que hoy se están ponderando de mejor forma los impactos negativos a largo plazo que generan estas sustancias en la salud.
«El consumo de tabaco en nuestro país ha ido reduciéndose sistemáticamente desde fines de la década del 2000 y principios de la década del 2010 hasta la fecha, gracias a las políticas públicas que han inscrito regulaciones como no fumar en espacios cerrados, prohibir fumar en los colegios, en los hospitales. Todas esas políticas públicas que la gente llama “prohibitivas” tienen un impacto beneficioso en la población», ejemplificó la psiquiatra.
La Dra. Betancur añadió que a pesar de que las campañas de concientización en torno a la marihuana han tenido efecto y que el consumo experimentó en la medición un descenso notable desde 2015, la valorización cultural que tiene esta sustancia ha sido difícil de erradicar. El panorama se agrava por su masivo consumo recreacional y la baja percepción de riesgo, especialmente en el grupo joven y adulto joven.
«Desgraciadamente la marihuana llegó para quedarse. No es que haya llegado en los últimos años, sino que está en el mundo hace mucho tiempo y el consumo recreacional desde la época del 60 se fue masificando con un cierto estancamiento posterior, [pero posteriormente] todas las campañas que presionan para que la gente considere que la marihuana no es dañina, que “es una plantita”, que es “medicinal” y lleva a que baje la percepción de riesgo. Lamentablemente, al abrir esa tremenda puerta, nuestros jóvenes la consideran casi como una cosa inocua», sostuvo.
El académico del Departamento de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales de la UdeC y Director del Magíster en Investigación Social y Desarrollo, Dr. Rodrigo Ganter Solís, coincidió en que la baja percepción de riesgo es uno de los factores que más incide en el consumo, además del acceso fácil y alta disponibilidad de sustancias legales e ilegales. Eso sí, la presión de grupo es un punto que también requiere atención a la hora de evaluar la problemática en nuestro país.
«La presión de grupo de pares es un factor de riesgo importante para el inicio del consumo de ciertas sustancias en los jóvenes. En Chile, diversos estudios han demostrado que la exposición a pares que consumen tabaco, alcohol o drogas ilegales aumenta la probabilidad de iniciación temprana. Esto responde a la necesidad de reconocimiento social, pertenencia grupal y la búsqueda de experiencias compartidas entre pares», expresó.
Aunque el Dr. Ganter destacó la existencia de programas de prevención, afirmó que la falta de pertinencia de estos son un problema para su implementación totalmente exitosa. Por ello, sugirió un diseño ajustado a la realidad que vive la población escolar.
«Estos programas suelen ser genéricos y no siempre logran tener pertinencia territorial, comunitaria y adaptarse a la realidad de cada comunidad escolar. Para mejorar su impacto, se podrían incorporar estrategias más personalizadas, incluyendo mayor participación de distintas generaciones de jóvenes, espacios de conversación abiertos entre pares intergeneracionales sin estigmatización. También sería clave mejorar la formación de los docentes y funcionarios públicos para que puedan abordar estos temas con herramientas y enfoques más actualizados y pertinentes», explicó el sociólogo.
El fomento de actividades alternativas, la narración de experiencias reales de consumo problemático y el abordaje de reducción de daños, más allá de las “campañas de terror”, a juicio del Dr. Ganter son estrategias más efectivas.
«Sería muy importante incluir otros enfoques para reducir el daño que genera el consumo de ciertas sustancias. Por ejemplo, entrega de material informativo sobre consumo seguro de sustancias en espacios de ocio festivo y en eventos masivos, por parte de alguna ONG con trayectoria en el tema y reconocimiento en el trabajo territorial con jóvenes. Eso, en colaboración con Universidades y proyectos de investigación interdisciplinarios vinculados al trabajo con juventudes. Implicaría incluir desde estrategias como la información sobre combinaciones peligrosas para prevenir intoxicaciones, sobredosis o daños irreversibles, hasta disminuir la criminalización de adolescentes consumidores».

Cambios en los patrones de consumo
La Dra. Carmen Gloria Betancur advierte sobre un fenómeno preocupante en el comportamiento de consumo declarado: las mujeres superan a los hombres en ingesta de alcohol y marihuana, a pesar de los descensos registrados desde las mediciones de 2019. Esto puede precipitar conductas de riesgo y problemas de salud pública, señala la académica.
«El que nosotras, las mujeres, consumamos sustancias a esa edad tiene un riesgo alto. No podemos negar que hay muchos embarazos adolescentes aún. Eso no quita que los hombres tampoco deberían beber, pero me preocupa a mí desde la mirada salud pública el impacto que tiene para el futuro que las mujeres estén consumiendo más sustancias que antes».
La psiquiatra también dijo que se debe poner particular atención en el uso de sustancias para aplacar problemas como la ansiedad ya que, sin un tratamiento prescrito por un profesional, puede empeorar a futuro los síntomas.
«La marihuana es una sustancia que se usa muchas veces para calmar la ansiedad. En este caso se reporta el uso de la marihuana para dormir mejor, estar menos o relajarse. En la medida que la vas usando, cambia la neuroplasticidad cerebral, y no es favorable para recuperarse a largo plazo del problema como sí sería, por ejemplo, recibir un tratamiento indicado por un profesional con un antidepresivo o un ansiolítico», añadió.
La Dra. Carmen Gloria Betancur afirmó que padres, madres y tutores deben estar atentos a ciertas señales que podrían alertar sobre consumo problemático de sustancias:
- Cambios conductuales: Aislamiento en el hogar o irritabilidad al no poder salir. estados de ánimo fluctuantes (euforia, tristeza o agresividad sin causa aparente), y alteraciones en la higiene del sueño (insomnio, somnolencia diurna).
- Cambios en el desempeño académico: Caída abrupta en rendimiento escolar, deportivo o laboral, dificultad para concentrarse, especialmente tras fines de semana con consumo (resacas prolongadas).
- Problemas en el manejo del dinero: Gasto desproporcionado o administración caótica de mesadas, ingresos o vueltos—cambios.
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