La Región de la Araucanía se ha instalado en los últimos años como una buena opción para el desarrollo de la vitivinicultura de climas fríos, empujando el crecimiento de las zonas dedicadas a viñas.
Entre 2013 y 2023, la Región aumentó en un 587% las áreas de viñedos, en contraste con la tendencia nacional a la baja en la superficie de vides viníferas y pisqueras, exceptuando el año 2020 que anotó el máximo histórico de 145 mil hectáreas.
De acuerdo con el último Catastro Vitícola del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), en 2024 se contabilizaron 126 mil 249 hectáreas de viñas (9 mil de ellas, para producción pisquera), 7 mil 400 menos que el año anterior.
En La Araucanía son poco más de 100 hectáreas, señala el académico del Departamento de Producción Vegetal de la Facultad de Agronomía, Dr. Ignacio Serra Stepke.
El agrónomo, experto en Terroir y Fisiología de la Vid, ha sido testigo del crecimiento vitícola de la zona que -recuerda- se inició a finales del siglo XIX con la llegada de la inmigración europea.
“Sin embargo, la producción vitivinícola prácticamente desapareció posteriormente”, acotó.
Vitivinicultura de climas fríos
El renacer vitícola de La Araucanía partió a inicios de la década de 1990 con las primeras plantaciones de vides viníferas en Traiguén, en un proyecto impulsado por el enólogo Felipe Solminihac Iturra.

“El vio que en esa zona podían darse condiciones adecuadas para producir vinos blancos de calidad, que requieren temperaturas más frescas, y algunos tintos de ciclo corto como el Pinot Noir”, contó el agrónomo.
El Pinot Noir se adapta a zonas frías, aclaró el investigador, anotando que, en general, las vides de bayas negras requieren de más temperatura.
En ese tiempo se hicieron pruebas, utilizando variedades que funcionan bien para la viticultura de clima frío, como algunas cepas frías de Francia y Alsacia.
Luego de eso, se plantaron cepas blancas como Chardonnay, Silvaner, Gewürztraminer (que es rosada, pero se vinifica como blanco) y tintas como Pinot Noir y Merlot.
Como viticultor y enólogo, el Dr. Serra participó de los ensayos de las plantaciones que comenzaron a ocupar tierras en Traiguén, Nueva Imperial, Perquenco, Capitán Pastene y Renaico, entre otras localidades.
Posteriormente, hizo seguimiento a sus micro vinificaciones.
De eso han pasado más de 20 años y la Región se ha instalado como un lugar especial para la viticultura de climas fríos, con cultivares blancos como Sauvignon Blanc y Chardonnay, y tintos como el Pinot Noir.
De hecho, como acotó el especialista, el Chardonnay Sol de Sol de La Araucanía ha sido premiado como el mejor de Chile por varios años y hay vinos de la zona que se comercializan a muy buenos precios en el extranjero.
Dos valles
En los inicios de esta nueva vitivinicultura, la Región no estaba dentro de la zonificación vitícola que establece el SAG.
El Decreto 464 ahora considera dos valles: Malleco, con las comunas de Angol, Collipulli, Ercilla, Los Sauces, Lumaco, Purén, Renaico, Traiguén y Victoria; y Cautín, con Perquenco y Galvarino.

Estos valles son el escenario de una vitivinicultura emergente, beneficiaria de condiciones únicas, como suelos de origen volcánico y un clima mediterráneo, con veranos secos, aunque más cortos, y precipitaciones concentradas en invierno.
Tiene, además una impronta cultural que los distingue de los valles vitícolas tradicionales.
Esta zona también representa una oportunidad para la vitivinicultura en el contexto del cambio climático que en varios países ya ha obligado al desplazamiento de los cultivos de vides hacia lugares que no solían ocupar.
Los especialistas indican que, de acuerdo con los índices bioclimáticos, en los últimos treinta años la mayoría de los valles vitivinícolas chilenos cambiaron su clasificación hacia climas más cálidos favoreciendo la aptitud vitivinícola de los valles del sur del país.
Desafíos y necesidades
Las plantaciones de inicios de los 90 ya están en una etapa de plena producción; sin embargo, aún existen una serie de desafíos que también abren un amplio campo para el crecimiento del sector y también para la investigación.
El Dr. Serra fue parte del equipo que redactó el primer reporte sobre desarrollo vitivinícola en el “corazón de La Araucanía” para el libro Latin American Viticulture Adaptation to Climate Change: Perspectives and Challenges of Viticulture Facing up Global Warming, publicado por Springer.
Centrado mayoritariamente en la realidad de pequeños productores, el estudio estableció que muchas de las plantaciones iniciales se hicieron sin conocer bien las características edafológicas (suelos) de los terrenos en que se establecieron los cultivos.
Por otro lado, a pesar de su clima beneficioso para la vitivinicultura de climas fríos, en general, la Región presenta una baja acumulación de calor y altas precipitaciones que limitan la maduración y una adecuada cuaja, que resultan en bajas producciones.

Otros factores que afectan la producción son las heladas primaverales que pueden hacer perder hasta el 100% de la producción en algunos años sino se cuenta con técnicas que mitiguen estos accidentes climáticos.
El académico apuntó que una de las dificultades de la Región es que no existe tradición vitivinicultora y, por tanto, existe poco conocimiento del manejo de los viñedos y de los procesos de vinificación.
De ahí que también el estudio incluyera consultas en torno a las necesidades de capacitación.
Encadenamiento productivo
A pesar de las brechas detectadas, esta zona -a juicio del investigador- tiene mucho espacio para crecer.
Uno de los grandes desafíos es lograr establecer sistemas de encadenamiento productivo en torno a la vitivinicultura.
“Cuando uno habla zonas vitivinícolas famosas como Bordeaux en Francia o La Toscana en Italia se ve que no solo se trata de vino: es la gastronomía, la cultura, la identidad. Son muchas cosas que van unidas”.
En ese sentido, el especialista mencionó la evolución que han experimentado los valles del Itata y el Biobío en la última década como polo productivo en torno a la viticultura.
“Se ha demostrado que se pueden hacer vinos de calidad, que han ganado muchos premios, que llegan a mercados de Nueva York y Londres. El Valle del Itata tiene una tremenda historia que viene de 1549”.
A juicio del académico, este proceso debe continuar para que La Araucanía logre posicionarse con vinos de clase mundial y una cultura vitivinícola. “Pero hay que tener claro que es un trabajo largo, que toma años para consolidarse”, concluyó.








