Valdivia 1985: única vez que el fútbol masculino UdeC se coronó campeón de Chile

Hace un par de semanas, muchos de los integrantes de la histórica selección de fútbol masculino UdeC de mediados de los años ochenta se comunicaron vía Zoom.El objetivo era saber cómo lidiaban con la pandemia. En 40 minutos, pudieron saber cómo estaba cada uno de los conectados. Afortunadamente todos estaban bien y tuvieron certeza con la inmediatez propia de las nuevas tecnologías.

Hace 36 años, en 1984, los plazos eran mucho más largos. Vía carta, un grupo de muchachos recibía la instrucción de presentarse en el segundo piso de la Casa del Deporte. ¿Objetivo? Conocer el plan de trabajo del profesor Óscar Herrera Gacitúa, seleccionador del fútbol masculino UdeC, quien secundado por Justo Farrán Veas como ayudante técnico y Juan Marco González González como preparador físico, tenía la ilusión de conducir por primera vez al fútbol universitario del Campanil a la gloria.

Herrera era un conocedor de la historia. Siete años antes, en 1977, siendo mechón de la carrera de Educación Física, integró el equipo de fútbol universitario que se quedó con el segundo lugar de la cita desarrollada en Valparaíso. Solo un penal desperdiciado, un estigma de nuestro balompié, privó a la UdeC de consagrarse por primera vez. Pero si hay un lugar común en la jerga del deporte en cuestión es que el fútbol da revanchas. Una vez más se comprobó.

La primera prueba

Óscar Herrera Gacitúa es docente universitario hace más de 35 años. Se desempeña en el Departamento de Educación Física UdeC. Sobre aquella citación a los jugadores en 1984 a la Casa del Deporte, que sentó las bases del proceso, recuerda que “les explicamos que queríamos rearmar la selección universitaria, les presentemos nuestro plan de trabajo. Teníamos una bitácora —en ese tiempo no existía computadora— donde todo quedaba registrado: la asistencia a los entrenamientos, formas de trabajo, etcétera”.

La selección se entrenaba lunes, miércoles y viernes a las 13:00 horas, mientras que martes y jueves en horario nocturno se hacía trabajo de gimnasio. Herrera recuerda que tenían dos equipos, A y B. El equipo B jugaba el llamado “partido de intermedia” en las competencias de la zona. “En ese equipo contamos con muchos jugadores y sacamos a los más aptos para el A”. Sobre la elección de los futbolistas, Herrera cuenta que “antes de armar el plantel, me dediqué a ver el Campeonato Interfacultades, de ahí recluté a los que más me gustaron para sumarlos a una base que yo conocía, los que además jugaban en el fútbol de barrio”.

Otra piedra angular de este proceso fue Justo Farrán Veas, un nombre familiar para los amantes del deporte rey. Ayudante de Hernán “Clavito” Godoy, también supo trabajar con un subcampeón del mundo en Italia 90, José Hernán Basualdo, no solo en Chile, sino también en Ecuador, lo que grafica su calidad profesional. En 1984, Farrán hacía sus primeras armas como ayudante técnico, nada más ni nada menos que en una gesta histórica para la UdeC.

Ingresó el año 1982 a la Universidad de Concepción a estudiar Educación Física. Sus compañeros siempre lo consideraron un líder innato y fue así como el año 1984 hizo el curso de Iniciador de Fútbol en las instalaciones del Club Deportivo Huachipato. “Desde Deportes UdeC supieron esto, yo quería ser ayudante o preparador físico de Óscar en la selección y ahí empezó el proceso. Se agregó a eso un compañero mío, Juan Marco González. Formamos un grupo de carácter fuerte, los muchachos lo único que querían era que llegara el día de los partidos”, rememora.

Y así llegó la clasificatoria para el Nacional Universitario del año 1984, que la UdeC sorteó con éxito, a pesar de lo nuevo del proceso. Patricio Ponce Muñoz, profesor de Educación Física y uno de los que campeonó al año siguiente, recuerda que llegó a la selección el año 1984, “invitado por un compañero de curso, cuando iba en segundo año. Empecé en la banca del equipo B, lo que demuestra lo grande de esa selección en número, por lo que había que pelearla desde abajo”.

En 1984 obtuvieron el cuarto lugar (fotografía anterior). Clasificaron a la ronda final, donde, como recuerda Farrán, se jugó por eliminación directa, cayendo en la semifinal y en la disputa por el tercer lugar. A pesar de la desazón, las cuentas fueron alegres. El próximo año se tendrían que disputar nuevamente las clasificatorias regionales —que en esa época eran durísimas, puesto que jugaban equipos de la VII y VIII región—, pero el plantel llegaba con una cuota importante de experiencia que finalmente los conduciría al éxito.

La copa se mira y se toca

II Juegos Nacionales de la Educación Superior. Ese fue el nombre oficial de la cita que se disputó en Valdivia entre el 20 y 27 de octubre de 1985. Para llegar a ella, la UdeC debió sortear una dura eliminatoria, donde venció al Instituto Profesional de Chillán por 1-0, igualó ante la Universidad del Bío-Bío 1-1 y definió la clasificación en Talca; ahí dieron cuenta de la Universidad Católica de la mencionada ciudad por 4-2, con tres goles de Patricio Ponce Muñoz y uno de Óscar Ortega Véliz.

De ahí en adelante, tal como recuerda Óscar Herrera, la intensidad de los entrenamientos crecía. Nadie quería quedar afuera, pero no todos podían ir. El reglamento solo permitía 18 seleccionados en el fútbol, por lo tanto, fue una carga emocional grande para todos. Ahí fue cuando sobresalió aún más el gran grupo que conformaban. Todos con una lealtad única pelearon su puesto y los que se quedaron apoyaron a la distancia.

Ponce recuerda lo que eran aquellos días con sus entrenamientos. “Aprovechamos algunas instancias de paro que hubo en la Universidad, pero el periodo era complejo. Muchas veces tuvimos que entrenar bajo el ruido y posterior olor de las bombas lacrimógenas, viendo a los militares en los cerros. En fin, todo era bastante complicado, pero aprovechamos para prepararnos lo mejor que pudimos, sobre todo en lo físico”.

Y así llegó el día de emprender el viaje. No solo el fútbol. El básquetbol, vóleibol y otras disciplinas engrosaban la lista. Valdivia, una de las ciudades más bellas de Chile, los esperaba. Los seleccionados solo querían bajarse del bus y empezar a jugar. Así llegó el día de saltar a la cancha. Con las expectativas mucho más altas que las del año 1984, los muchachos salieron con todo a enfrentar al primer rival del camino: la Universidad de Chile.

La ansiedad hizo lo suyo. Derrota por 1-2 frente a los laicos, con descuento de Marco Núñez Rodríguez, y a levantar la cabeza rápido, porque en este tipo de competencias no hay descanso, se juega todos los días. Con todo el pundonor, la Universidad de Concepción superaba a la Universidad del Norte por 1-0 con gol de Jaime Olivares Ulloa y dejaba abierta la posibilidad de clasificar a la fase final para la última fecha, donde lo esperaba el actual campeón, la Universidad de Santiago de Chile (Usach). Cero a cero y se alcanzaba la clasificación, donde jugarían todos contra todos. En la ronda definitiva esperaba la U. de Chile, la anfitriona Universidad Austral de Chile (UACh) y la Universidad de la Frontera (UFRO).

A esa altura, la prensa que cubría el evento, específicamente el Diario Austral de Valdivia, recalcaba el buen corte técnico de la UdeC, pero también precisaba en su falta de gol. Se generaban muchas ocasiones, pero no lograban concretar. Como en todo evento deportivo, el anfitrión cuenta con algunas ventajas. Justo Farrán señala que “al ver que clasificamos segundos del grupo B, la UACh decidió comenzar contra nosotros, nos veían como el rival más débil”.

Ante un estadio El Parque repleto, se daba inicio a la ronda final. La UFRO superaba 1-0 a la U. de Chile y la UACh tenía armada la fiesta. Pero un gol del puntero Luis Nova Yáñez ponía a la UdeC en una carrera que ya no se detendría. Para el golero Jaime Donoso Boilet, un “arquerazo” como lo definió Farrán, ese fue el mejor partido del campeonato, donde “el funcionamiento fue casi perfecto y lo ganamos con todo en contra”.

La segunda jornada traería a un viejo conocido: la U. de Chile, aquel equipo que puso en jaque todo el trabajo de dos años en la primera jornada. La historia fue distinta. Un lapidario 3-0, con goles de Flavio Carrión Arriagada, José Riquelme Sánchez y Marco Núñez Rodríguez ponían a la UdeC al borde de la gloria. Pero lo esperaba el rival más duro de todos, la UFRO, que en cinco partidos no había recibido un solo gol en contra.

No había recibido goles en contra, pero se enredó con un empate ante la UACh en la segunda fecha. El que ganaba, salía campeón; aunque a la UdeC también le servía el empate. Dicen que fue un partido parejo, pero cada vez que la UFRO atacaba se encontraba con la garra de los que se quedaron fuera de la nómina, con el viento que azotó las frías tardes de entrenamiento, con el inmenso amor que se tiene para resignar una visita de fin de semana a la familia por quedarse a defender los colores. Pitazo final. 0-0 el marcador. La UdeC, por primera vez, era el mejor de Chile.

Una cena en el hotel, el cariño de las demás delegaciones, un diploma de honor. Todo eso queda reducido a la mínima expresión cuando se observa que ese gran grupo humano se sigue juntando hasta el día de hoy. Que partieron anotando todas sus anécdotas en una hoja de cuaderno y hoy las pueden recordar a través de Zoom.

Los 18 de la fama fueron: Jaime Donoso Boilet, Carlos Castillo Rojas, Jorge Castillo Cerda, Nelson Espinoza Cofré, Jorge Osses Echeverría, Mauricio Valderrama Venegas, Sergio Villalobos Moreno, Óscar Ortega Véliz, Rodrigo Muñoz Cortez, José Riquelme Sánchez, David Torres Santibáñez, Nelson Rozas Roa, Ramón Paredes Castro, Patricio Ponce Muñoz, Jaime Olivares Ulloa, Luis Nova Yáñez, Flavio Carrión Arriagada y Marco Núñez Rodríguez, más el cuerpo técnico conformado por Óscar Herrera Gacitúa (DT), Justo Farrán Veas (ayudante técnico) y Juan Marco González González (preparador físico).