Crédito: Archivo
La vocación agroalimentaria del país es, sin duda, una presión y una oportunidad de hacer proyectos que aseguren el cumplimiento de estos objetivos de una manera sostenible en el tiempo.
Este año, Naciones Unidas pone el foco del Día Mundial del Agua en el lema “Valoremos el agua”, un mensaje que nos plantea la necesidad de transmitir a la población el significado que tiene el agua para sus distintos usuarios, y de esa forma, buscar en conjunto, a través de una mirada integradora, las mejores soluciones que aseguren su uso eficiente y sostenible.
Es una realidad cada vez más evidente que los conflictos en torno al agua han ido aumentando con el tiempo y el tipo de problemáticas varía en cada territorio. Por ello, es muy importante tener presente el bien común y la mirada intersectorial al momento de abordar problemáticas y conflictos que se presentan cada vez con mayor frecuencia, debido a la escasez. Esto es, que cada usuario tenga presente los distintos usos de este recurso en la cuenca.
Debemos ser capaces de reconocer el rol del agua en la agricultura, que representa un uso consuntivo para la producción de alimentos; la necesidad del abastecimiento de agua potable, que en algunos sectores rurales se debe distribuir a través de camiones aljibe; la importancia de mantener lugares donde se desarrolla actividad turística y recreativa en torno al agua; el imperativo de la preservación de especies y el equilibrio ecológico; y la relevancia de la generación hidroeléctrica y la actividad industrial. Todos estos sectores representan actividades productivas, generación de empleo y otras actividades económicas indirectamente relacionadas.
Así, entonces, resulta indispensable planificar, gestionar y administrar el uso del agua de manera integral, abarcando todos los sectores involucrados.
Por esto la relevancia de socializar los intereses de cada sector, compartir experiencias, mantener el objetivo en el bien común, valorando cada uno el aporte del otro. Para dicho fin, es clave recoger y aprender de experiencias organizacionales que han existido en algunos sectores para compartirlos con los otros. Y es ahí donde el sector público debe cumplir un rol técnico, facilitador y mediador.
Para afrontar los nuevos escenarios climáticos el gran desafío es contar con información territorial de los distintos usuarios de cada cuenca, el tipo de uso, los efectos sobre el uso, la disponibilidad de agua, la distribución de población, los lugares protegidos, las fuentes de agua, las actividades comerciales, entre muchos otros.
La vocación agroalimentaria del país es, sin duda, una presión y una oportunidad de hacer proyectos que aseguren el cumplimiento de estos objetivos de una manera sostenible en el tiempo, tomando en cuenta la tremenda dependencia que tiene la producción de alimentos con el agua.
En el marco de lo anterior, desde el Departamento de Recursos Hídricos de la Facultad de Ingeniería Agrícola de la Universidad de Concepción estamos comprometidos con la formación de capital humano, la investigación de vanguardia y la transferencia de saberes; y somos parte de dos importantes iniciativas: hace siete años creamos el Centro de recursos hídricos para la agricultura y la minería CRHIAM, que integra cinco universidades; y este año estamos liderando, en conjunto con seis centros de investigación, el Consorcio de Gestión de Recursos Hídricos en la Macrozona Centro-Sur de Chile.
Columnista(s)
Dra. Nicole Uslar Valle
Directora Departamento de Recursos Hídricos
Facultad de Ingeniería Agrícola
Universidad de Concepción
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