Reflexiones a un mes del 4 de septiembre de 2022: de perdedores, sobrevivientes y damnificados
Crédito: Maribel Fornerod
Esta columna ofrece algunas ideas sobre lo que puede ser visto como principales perdedores y sobrevivientes del triunfo del rechazo, así como qué salió damnificado a consecuencia de ese resultado.
El 4 de septiembre de 2022 la ciudadanía se pronunció categóricamente rechazando con un 61,86% la propuesta de texto constitucional que elaboró la Convención Constitucional. Es ya una elección histórica -qué duda cabe-, no sólo porque fue un ejercicio de voto obligatorio, sino porque el resultado no dejó a nadie indiferente.
Ha pasado un mes desde ese momento y los análisis abundan para explicar el resultado. Tales análisis se mueven, en general, entre dos posturas. Si el rechazo triunfó por el comportamiento y protagonismo desmedido de la propia Convención (o de algunas de las personas que la integraron) o si triunfó simplemente porque el texto y su contenido maximalista no convocó al 78,27% del plebiscito de octubre de 2020.
Entre ambas explicaciones, hemos visto gran cantidad de reacciones construidas por la ciudadanía en la calle, por la opinión pública en las redes y en los medios de comunicación, y por la clase política de una u otra vereda, tal como fueron los pronósticos previos al llamado “plebiscito de salida”. Aprobar a secas o rechazar a secas; aprobar para reformar, rechazar por una mejor, aprobar para transformar, rechazar con amor.
¿Qué reflexión diversa se puede hacer a un mes del 4 de septiembre de 2022?
Bajo el complejo clima político que hemos visto para lograr los acuerdos para retomar la ruta constituyente y desdeuna mirada general al pulso de las últimas semanas, esta columna ofrece algunas ideas sobre lo que puede ser visto como principales perdedores y sobrevivientes del triunfo del rechazo, así como qué salió damnificado a consecuencia de ese resultado.
Los primeros no deberían entrar en la nueva etapa. Los segundos parece que tiene un camino ya bien recorrido. Los últimos parece que estarán llamados a sortear varios obstáculos para llegar a ganarse (otra vez) un lugar en una propuesta de nueva Constitución.
Parece que no están llamados a llegar fácilmente a un nuevo proceso constituyente ni a un nuevo texto, la mirada desconectada de las preocupaciones reales de las personas; el personalismo y la soberbia en las acciones políticas; el maximalismo constitucional y los quórums supramayoritarios.
No obstante, lo que sí no debe llegar otra vez son los actos de intolerancia, las noticias falsas, la falta de reconocimiento a las identidades y diversidades que caracterizan nuestra tierra, las burlas, la estigmatización, la violencia, la funa.
Todo ello le hizo daño a nuestra convivencia democrática en los meses previos y deben quedar atrás: sepultados en la noche del 4 de septiembre de 2022.
Como buenos sobrevivientes pueden ser vistos la importancia de la participación ciudadana, el reencanto con los emblemas, el compromiso con la protección del medio ambiente y el resguardo de recursos hídricos para nuestra generación y las que vienen, así como la comprensión de lo público más allá de lo estatal.
También, sobrevivieron bien algunas institucionalidades como el Senado y la propia Presidencia de la República; el Poder Judicial y el histórico recurso de protección; o buena parte de los órganos constitucionales autónomos.
Por cierto, parece clave defender como grandes sobrevivientes del rechazo de septiembre el estado social y democrático de derecho, los derechos sociales, la democracia paritaria, el reconocimiento de los cuidados, la igualdad sustantiva entre todas las personas y la erradicación de toda forma de violencia, identificando a quienes forman parte de grupos sometidos a una histórica desigualdad estructural.
Seguramente, y más allá de acuerdos o desacuerdos en sus márgenes, llegarán (o deberían llegar) casi sin objeciones a un nuevo proceso constituyente y a una nueva propuesta de futura Constitución.
Finalmente, es importante identificar qué aparece hoy como principales damnificados del resultado. Ello porque enfrentarán muchas y variadas barreras (políticas, sociales, religiosas, mediáticas, académicas) para llegar a una nueva propuesta de texto constituyente. Me refiero a la plurinacionalidad y el pluralismo jurídico, al estado regional, y a los derechos sexuales y reproductivos. Seguramente hay muchas materias más en esta condición y tendrán que dar batalla ardua a tales barreras. Pero Chile siempre apoya a sus damnificados y los ayuda a levantarse.
La pretensión de esta columna no ha sido otra que dejar ideas que puedan aportar a despejar el camino para el gran acuerdo social y político con que tiene que partir el nuevo momento constituyente.
Columnista(s)
Ximena Gauché Marchetti
Profesora Titular y Vicerrectora de Relaciones Institucionales y Vinculación con el Medio
Universidad de Concepción
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