Protagonistas de la historia: mujeres UdeC que abrieron caminos para su género
Crédito: Consejo Directivo/Archivo Fotográfico
Al analizar la historia de éstas y otras universitarias del siglo pasado, la académica de Historia y doctora en Estudios Americanos, Alejandra Brito Peña, recuerda que en su proceso de creación, la UdeC incorporó inmediatamente la idea de recibir a las mujeres en sus aulas.
Una icónica imagen del Consejo Directivo de la UdeC, de 1943, es testimonio de uno de los hitos más importantes de los avances de la mujer en el ámbito de la administración universitaria.
Ese año se producía la elección, por primera vez, de una académica como decana no solo en la UdeC sino que también a nivel latinoamericano.
La egresada de la segunda generación de Pedagogía en Inglés, Corina Vargas Vargas, fue elegida por la unanimidad de sus colegas como la máxima autoridad de la Facultad de Filosofía y Letras, precursora de la actual Facultad de Educación.
Los registros fotográficos de la época mostraban por primera vez un rostro femenino entre los mandos universitarios.
Pionera de la educación y la psicología en Chile, Corina Vargas Vargas (1900- 1989) es símbolo de los logros de la mujer en la UdeC y el país. Nacida en Coyanco (Ñuble), realizó su educación básica en la Escuela Pública de Yungay, trasladándose más tarde a Tomé, en cuyo liceo completó los primeros cursos de Humanidades, los que continuaría en Concepción.
En 1920 se ingresó a la UdeC para estudiar Pedagogía en Inglés, una de las cuatro carreras fundadoras de la UdeC, y ya antes de obtener su título viajó a Estados Unidos en 1924 para estudiar en la Universidad de Columbia, donde obtuvo el Master of Arts en Psicología Educativa y Experimental, especialización que antecede en varias décadas a la educación formal en esa área en Chile.
En 1928, tras terminar sus estudios, fue contratada como docente de la Facultad de Filosofía y Letras de la UdeC; un año más tarde fue nombrada secretaria académica de la repartición y participó en la fundación de la Escuela Experimental de Aplicación anexa a la universidad, espacio dedicado a apoyar la formación de los alumnos de educación.
También contribuyó a la formación del Laboratorio de Pedagogía Experimental, antecedente del actual Departamento de Psicología, entre otras contribuciones universitarias, dentro de las que cuentan distintas iniciativas orientadas a la formación diciembre y su aporte a la creación, por petición del Rector Enrique Molina, de la Sociedad de Exalumnos de la UdeC en Concepción, en 1944, y a la puesta en marcha de la Asociación de Mujeres Universitarias.
Dirigió la Facultad de Filosofía por 12 años consecutivos.
En salud
También dentro del ámbito académico y directivo destaca la dentista Luz Vivaldi Queirolo (1920-1999), quien a fines de1966 fue elegida decana de Odontología, siendo la primera mujer en conducir una facultad del área de la salud en el país.
Formada en la Colegio Externado de la Inmaculada Concepción, obtuvo su bachillerato en Matemáticas y Física y en Biología y Química en 1937, luego de lo cual entró a la Escuela Dental de la UdeC, titulándose en 1942.
Al año siguiente se integra como ayudante ad honorem de las cátedras de Patología General y Especial de la Facultad de Odontología. En ese periodo también se desempeñó dentro del equipo de la Clínica de Operatoria Infantil, sumando a esta función su trabajo como ayudante titular de la cátedra de Patología Estomatológica, en 1946.
Entre 1950 y 1962 fue profesora auxiliar de Semiología, dejando sus labores en la Clínica de Operatoria Infantil, donde – por su trabajo sobresaliente- obtuvo en 1960 el grado de Profesor Extraordinario de Patología Estomatológica de la UdeC, asumiendo la titularidad de esa cátedra.
En 1966 es elegida decana de Odontología, cargo en el que “demuestra una gran capacidad de trabajo, dedicación y espíritu de sacrificio, haciendo que su repartición respondiese cabalmente a la función formadora de odontólogos que el país necesitaba”, según cita el libro Aportes de la Mujer a la Universidad de Concepción, editado por la Sociedad de Académicas en 1994.
Fue impulsora de la Clínica Integral, creada con apoyo de la Oficina Panamericana de Salud y Fundación Kellog, proyecto orientado a brindar un espacio de trabajo para los egresados con la comunidad, y obtuvo el reconocimiento de diversas sociedades científicas.
En 1968 fue becada por la Organización Mundial de la Salud para conocer centros de formación en diversos países sudamericanos. Ese año es reelegida para asumir la dirección de la Facultad, el máximo cargo establecido por la Reforma Universitaria.
En esa función le corresponde poner en marcha la nueva estructura organizacional impulsada por el proceso reformatorio.
En 1969 renuncia al cargo, asumiendo la jefatura del Departamento de Patología y Diagnóstico, labor que desarrolla en paralelo a su trabajo en la Sociedad Benefactora San Vicente de Paul. En 1980 se integra al Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina, realizando una importante labor en el ámbito de la prevención y educación en salud bucal hasta 1986, cuando se aleja de las labores universitarias.
En 1990, la UdeC reconoce su trayectoria otorgándole el título de Profesora Emérita.
Primera intendenta
La UdeC también es parte de los avances femeninos en el ámbito político nacional. La abogada egresada de Derecho, Inés Enríquez Frödden (1913-1998), hizo historia al convertirse en la primera mujer intendenta y diputada en Chile.
Inés se formó en el Concepción College, desde donde egresó en 1930, debiendo revalidar sus estudios con un examen en el Liceo de Hombres para lograr ingresar a la universidad, ya que su establecimiento no tenía como meta que sus alumnas llegaran a la educación superior.
Ingresó a la UdeC en 1934 y se tituló cuatro años más tarde con una memoria en el ámbito de la medicina legal, siendo contratada como profesora de la Escuela de Servicio Social dependiente entonces de la Universidad de Chile.
En 1939, el presidente Pedro Aguirre Cerda la nombra secretaria abogado de la Intendencia de Concepción. Desde allí realiza una notable labor social, luchando contra la prostitución infantil, objetivo reforzado con la creación de un hogar de niñas en el Cerro La Pólvora.
Durante el gobierno del presidente Gabriel González Videla, en 1950 se convierte en la primera mujer intendenta de Chile y en ese papel le corresponde encabezar los actos del cuarto centenario de la ciudad “a pesar de la oposición en primera instancia de algunas autoridades, especialmente militares de la provincia, quienes perplejos ante su nombramiento, efectuaron algunas gestiones para impedir su nominación”, como consigna el libro Aporte de la Mujer a la Universidad de Concepción.
Al año siguiente, daría un nuevo paso para el desarrollo de la mujer en política de la mano del Partido Radical, al ser elegida diputada por la provincia de Concepción para el período 1951-1953.
Como primera representante femenina en el parlamento, se ocupó de temas de interés para sus pares promoviendo modificaciones a normas legales desfavorables a ellas, aportando en paralelo con su labor social a la Asociación de Mujeres Universitarias.
En 1957 fue elegida diputada nuevamente, ésta vez en representación en Valdivia, cargo en el que le correspondió un papel relevante en la atención de su zona tras el terremoto de 1960.
Terminado su período, en 1961 se retiró de la vida política, dejando un camino abierto para las mujeres que la sucedieron más tarde en un mundo que, hasta entonces, dominado por hombres.
Formación para ellas
Corina Vargas, Luz Vivaldi e Inés Enríquez son parte de un conjunto de perfiles femeninos reunidos en el libro Aporte de la Mujer a la Universidad de Concepción, publicado en el marco del septuagésimo quinto aniversario de la casa de estudios.
Al analizar la historia de éstas y otras universitarias del siglo pasado, la académica de Historia y doctora en Estudios Americanos, Alejandra Brito Peña, recuerda que en su proceso de creación, la UdeC incorporó inmediatamente “una discusión en torno a la importancia de que las mujeres ingresaran a la Universidad”.
De hecho, en una nota publicada por Diario El Sur, en marzo de 1919, el primer vicepresidente del Comité Pro Universidad y Hospital Clínico, Virginio Gómez, contaba que con el proyecto universitario “por primera vez en esta ciudad se emprendía la tarea de educar en conjunto a jóvenes y señoritas”.
“La incorporación inmediata de la mujer a la formación es un fenómeno distintivo de la UdeC (…) es algo clave y se ve claramente en las primeras generaciones de Farmacia, Dentística y Pedagogía en inglés. Desde el comienzo hay una presencia de mujeres en la universidad”, dice la académica.
De acuerdo a la investigadora, el ingreso a la UdeC no fue forzado por una reivindicación, sino que era parte del plan, “lo que no significa que no hubiera sesgos de género. Los hubo. Durante mucho tiempo hubo cupos acotados y se mantuvieron ciertos estereotipos de género (en relación al tipo de carrera que podían cursar); sin embargo, sí fue importante la visión de los creadores de la universidad de pensarla también como un espacio de formación para la mujer, aún cuando se mantuviera toda la lógica de los estereotipos de la mujer en su rol fundamental como madre”.
En la perspectiva de la especialista, esa apertura al mundo femenino posibilitó que hubiera un desarrollo de las mujeres al interior de la casa de estudios.
“Quizá el caso más destacado es el de Corina Vargas, que llegó a ser la primera decana en América Latina; es un hito bien relevante y marca también esa presencia distinta de la mujer en la universidad que -creo- se ha mantenido con mucha dificultades, con sesgos, con espacios de desigualdades. A pesar de eso, de contextos que se podrían denominar de subordinación o patriarcales, las mujeres tuvieron la oportunidad de desarrollarse tempranamente en la universidad”, acota la Dra. Brito.
Ya fuera del espacio docente, para la académica, la trayectoria de Inés Enríquez es fundamental en el desarrollo de la participación política femenina.
“Fue la primera mujer intendenta y diputada, y tuvo también una participación al interior de la universidad como académica. Ella es una mujer destacada, que proviene de una familia destacada de la ciudad y representa a esas mujeres de los años 40-50 que comienzan a participar al interior de los partidos políticos y a adquirir liderazgo en ello; es un un símbolo de las mujeres que lucharon por el derecho a voto y a participación y que también estuvieron dispuestas a participar en la vida política”, puntualiza.
Vargas, Vivaldi y Enríquez son mujeres que marcaron los primeros cincuenta años de vida de la Universidad, que hoy, medio siglo más tarde, cuenta con una amplia presencia femenina en el ámbito de la gestión, con las vicerrectoras de Investigación y Desarrollo, Andrea Rodríguez Tastets, y de Relaciones Institucionales y Vinculación con el Medio, Claudia Muñoz Tobar -que siguen el camino abierto por la académica Jacqueline Sepúlveda Carreño, quien en 2014, se transformó en la primera mujer en ocupar una vicerrectoría en la UdeC- y varias otras mujeres a la cabeza de direcciones.
Avances y desafíos
La Dra. Brito reconoce que la UdeC ha mostrado avances importantes en los últimos años, reflejados en el interés de construir un equipo directivo paritario, con presencia de académicas en las vicerrectorías y direcciones; iniciativas en materia de equidad y género, con una dirección especializada, y la implantación de protocolos para eliminar las distintas formas de violencia hacia la mujer en el ámbito universitario, entre otras medidas.
Pero, a su juicio, aún falta por hacer. “Todavía hay un espacio muy relevante de desafíos que tienen que ver con estimular una mayor participación efectiva en la vida política al interior de la universidad, por ejemplo la presencia de mujeres en las decanaturas, solo tenemos tres decanas, y esos es porque los sesgos de género siguen funcionando en las forma en que nos vinculamos en los espacios académicos, más allá de las voluntades políticas que se pueden establecer desde la dirección de la universidad”, advierte.
Otro aspecto clave que señala la Dra. Brito son los retos para reducir las limitaciones que enfrentan las investigadoras, tema que aborda el proyecto de Innovación en Educación Superior (INES) Construyendo redes asociativas para la disminución de brechas de género en I+D+i+e en la Universidad de Concepción, a su cargo.
“Todavía hay sesgos de género evidentes en la forma en que se evalúan los proyectos o cómo los sesgos limitan las trayectorias académicas de las mujeres. Con el proyecto se busca potenciar a las mujeres con políticas de acción afirmativa y creación de redes de asociatividad y de cooperación que permitan efectivamente ir disminuyendo esas brechas de género en el ámbito de la investigación. Son brechas bastante marcadas, a pesar de que la UdeC en términos formales no se ven tanto, pero cuando se escudriña mucho más profundo te das cuenta de que hay factores socioculturales que sí inciden en esas brechas”, comenta la académica.
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