Mujeres protagonistas: estudiantes, trabajadoras e investigadoras que dejaron huella en primeros años de la UdeC
Crédito: Archivo Fotográfico UdeC
Desde su apertura en 1919, la UdeC contó en sus aulas con matrícula femenina, dando cuenta del interés de las mujeres por incorporarse a la educación superior. En el trabajo las mujeres también tuvieron un espacio, que se fue abriendo cada vez más a medida que se formaban nuevas profesionales.
En el año 1919 se fundó la Universidad de Concepción, institución que fue la primera creada en el sur del país, con la intención de ampliar la capacidad de formación profesional que en esos momentos estaba principalmente instalada en Santiago.
La creación y puesta en marcha de la Universidad tuvo varios elementos diferentes a las instituciones que le precedieron. Se trató de un esfuerzo colectivo de un grupo de hombres notables de la ciudad, quienes formaron un Comité Pro Universidad y Hospital Clínico, que provenían de distintas áreas destacadas del comercio, la política y la vida pública penquista. Las mujeres, por su parte, adoptaron un papel importante en la recaudación de fondos para esta empresa colectiva. Fueron también entusiastas estudiantes y luego trabajadoras de la naciente institución. Así, estuvieron presentes en los comienzos de la UdeC, tal como se muestra en las memorias institucionales y en los documentos oficiales pertenecientes al Archivo Central de la Universidad de Concepción.
Las primeras estudiantes
Uno de los hitos relevantes en la historia de las mujeres en la Universidad de Concepción es la titulación de la primera generación de farmacéuticas formadas en esta casa de estudios. En 1922, catorce mujeres se titularon como farmacéuticas, convirtiéndose en “los primeros profesionales formados en las aulas de la Universidad”, según consignan las memorias institucionales de los años 1917-1922. Se trató de las estudiantes Elisa Guerra Vega, Clara Inostroza Burgos, María Jara Alvear, Amalia Longeri Melani, Elena Medina Mckey, Leonor Merino Vargas, Lavinia Olivares de Parra, Emma Pascual Bartholín, Hortensia Poblete Navarrete, Laura Riquelme Valdivieso, Elena Rougier Domínguez, Elvira Soto Narváez, Otilia Spotke Solís y Elvira Valenzuela Quilodrán.
Primer curso de Farmacia/Archivo Fotográfico UdeC.
En los primeros años de la institución, las estudiantes tenían una presencia numérica relevante. Si bien no existe un dato de la matrícula completa, las fichas de matrícula que se encuentran en el Archivo Central indican que, de un total de casi 500 registros, las mujeres constituían el 39,1% de la matrícula, para inscritos entre los años 1919 y 1931*. De estas jóvenes, que en su mayoría ingresaron a la UdeC con edades entre los 18 y los 19 años, un 42% estaba inscrita en la carrera de Farmacia; un 36% en Pedagogía, un 13% en Dentística, 6% en Medicina, 2% en Química Industrial y cero en Leyes.
Estudiantes de Medicina en el Instituto de Fisiología, c. 1928-1934. Al fondo, el profesor Alejandro Lipschutz/Archivo Fotográfico UdeC
Estas generaciones de estudiantes mostraron así elecciones de carrera ajustadas a las expectativas sociales acerca de la educación femenina, como se aprecia al comparar las opiniones en la prensa de la época. En 1924, el diario La Nación publicó un texto de defensa de la labor de la UdeC, que reconocía la labor que realizaba en favor de la educación femenina, e indicaba que “hay pocas carreras más adecuadas para una niña que la de profesora. Algo semejante cabe decir de las de dentista y farmacéutica. En cambio, no me imagino a una niña de ingeniera ni de administradora de mina”. Aunque la gran mayoría de las estudiantes se matriculó en los cursos de Farmacia y Pedagogía, hubo algunas inscripciones en Química Industrial, carrera que luego se se transformaría en Ingeniería Química. Se trata de cuatro estudiantes que aparecen en la matrícula de 1926 y 1927: Emma Aguayo Evans, Adela Garcés Gaete, Irene Offermanns Flood y Lidia Pino Cochbain. Sin embargo, no hay registro de que hayan logrado titularse y al menos hasta el año 1929, no había ninguna mujer titulada de ingeniera por la Universidad.
Espacio para la filantropía
Otro lugar desde el cual las mujeres tenían una participación en la organización de la Universidad fue a través de la beneficencia y colectas para reunir fondos. Mientras los hombres formaban parte del Comité Pro Universidad, sus esposas realizaban eventos en los que se buscaba el aporte de la comunidad. Esto se constata en la correspondencia recibida. En 1921, se desarrolló una colecta en las ciudades de Concepción, Talcahuano, Coronel, Penco, Carahue, Traiguén, Perquenco, Nacimiento y Quillón. Fue organizada en Concepción por Ester Barañao de Molina (esposa del rector Enrique Molina), en conjunto con las señoras Cristina Moller de Ferrer, Hortensia Larenas de Burgos, Amelia Squella de Martínez, Blanca Ojeda de Gazmuri, Luisa Carmona de Spoerer y Hortensia Parga de Urrutia.
Ester Barañao de Molina/ Colección Enrique Molina G.
Otro espacio de colaboración se dio en los liceos de niñas. Tanto los establecimientos femeninos como los masculinos se involucraron en apoyo a la nueva institución. Las memorias de la Universidad dan cuenta de que, en 1917, entre las 10 donaciones más relevantes estuvo la del Liceo de niñas Santa Filomena, por un monto de 2.507 pesos y la del Concepción College, también femenino, por 500 pesos.
Estudiantes de Farmacia, c.1919-1921/Archivo Fotográfico UdeC.
Los liceos también mantuvieron comunicación con la UdeC para informar de las bachilleras que estaban en condiciones de ingresar a la Universidad. En 1921, El Liceo Americano de Señoritas de Chillán envió la nómina de alumnas que terminaron el sexto año de Humanidades en 1920 y que eventualmente podrían elegir a la Universidad de Concepción para conseguir una profesión. Se trata de 20 estudiantes, de ciudades como Chillán, San Carlos, Ninquihue y Temuco.
Estas comunicaciones dan cuenta del interés que existía por estudiar en la Universidad de Concepción, sobre todo en aquellas jóvenes que se formaban en los liceos del sur del país, y que para comienzos de siglo XX ya formaban parte de una red de establecimientos que se ubicaban en las principales ciudades. Las jóvenes, tras rendir su bachillerato, tenían como opciones para obtener una profesión trasladarse a las escuelas universitarias de la Universidad de Chile o a sus símiles en la Universidad de Concepción. Para el caso de la UdeC, los datos muestran que las estudiantes sí tomaron la oportunidad con entusiasmo.
Trabajadoras
En cuanto a la presencia de las mujeres en los espacios laborales que ofrecía la Universidad, la primera trabajadora mencionada en las memorias data del año 1922: Leonor Merino Vargas, recién titulada como farmacéutica y miembro de la primera generación de tituladas, quien se hizo cargo de la Farmacia Modelo, establecimiento que servía como centro de práctica y servicio público a la comunidad. Según documentación administrativa, contenida en el libro de correspondencia recibida de 1923, Merino trabajó al menos hasta esa fecha como encargada de la farmacia, con una remuneración mensual de 400 pesos, equivalente a lo que ganaba un preparador técnico de un laboratorio.
Farmacia Modelo/Archivo Fotográfico UdeC
Ese mismo año, la acompañaban en la nómina del personal de Farmacia y Química Sabina Luengo, cajera de la Farmacia Modelo, Inés Rougier, inspectora, Ana María Ochoa, jefa de trabajos de Física, Paulina Rubio, jefa de trabajos de química inorgánica y Elena Medina, jefa de trabajos de Química Orgánica. Con ello, seis de los 61 cargos de estas escuelas eran servidos por mujeres y dos de ellas, Leonor y Elena, pertenecían a la primera generación de tituladas.
Según las actas del directorio, que contiene la información dirigida a Tesorería, entre los años 1928 y 1930, se encontraban trabajando en la Universidad al menos 66 mujeres, en puestos tales como jefas de trabajo en laboratorios, ayudantes, auxiliares de Biblioteca, dactilografistas y profesoras. En el caso de las profesoras, estas se encontraban en su mayoría en la Escuela Anexa, dependiente de la Escuela de Educación, en áreas como educación parvularia, inglés, educación física y otras materias. En tanto, entre los años 1933 y 1934, existen decretos de nombramiento de una treintena de mujeres en diversos puestos: ayudantes, auxiliares, asistentes de laboratorio, oficiales estadísticos, entre otros, con sueldos que iban desde los 150 pesos hasta los 400 pesos mensuales, este último en el caso de las preparadoras técnicas.
Entre las mujeres contratadas en este período inicial de la Universidad, hubo quienes hicieron carrera hasta los puestos más altos de la administración académica, como fue el caso de la profesora Corina Vargas de Medina, quien llegó a ser decana de Educación, en el año 1943. Corina Vargas ingresó a la Universidad en 1920, un año después de su fundación, a estudiar Pedagogía en Inglés. En 1924 se trasladó a Estados Unidos, para realizar estudios de psicología en el Teachers College de la Universidad de Columbia. La académica desarrolló distintas labores profesionales y administrativas hasta el año 1963, en que presentó su expediente de jubilación, según se indica en el libro “Corina Vargas, pionera de la educación chilena”, del profesor Carlos Muñoz Labraña.
Corina Vargas de Medina
Otra profesional que desarrolló toda su carrera académica en la institución fue Elena Medina Mckey, quien se tituló como farmacéutica en 1922. Ya para el año 1920 era jefa de trabajos de Química General, según consta en su ficha de enrolamiento. En 1934 se transformó en profesora auxiliar de Química Inorgánica, en carácter interino, siendo la primera persona en ocupar ese cargo. Jubiló en la década de 1950 y tuvo responsabilidades como profesora titular en la Escuela de Química y Farmacia. En el ámbito de la investigación, las memorias de la década de 1930 destacan los trabajos de Teresa Vivaldi Laura, quien colaboró con el doctor Alejandro Lipschutz, director del Instituto de Fisiología. Vivaldi desarrolló investigaciones sobre el prolán (antiguo nombre dado a las hormonas que actúan sobre las glándulas sexuales humanas). Lamentablemente, la carrera de Vivaldi se vio truncada por su fallecimiento, producto del terremoto del año 1939, el que significó la pérdida de varios profesionales ligados a la institución.
La profesora Juanita Van Rysselberghe (segunda fila, primera persona sentada de izq. a der.) en dependencias del Liceo de Niñas /Archivo Fotográfico UdeC
Aun siendo incompleto, este recuento de la presencia femenina en la Universidad de Concepción, rescatado desde su documentación histórica, da cuenta de las labores que ejercieron durante las primeras décadas de vida institucional, abriendo nuevas miradas sobre el aporte que, tanto mujeres como hombres, hicieron por construir los cimientos de la institución, dejando huellas que perduran hasta nuestros días.
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*Se trata de una revisión de 491 fichas de matrícula que la autora se encuentra analizando en el marco de su tesis doctoral en Historia “Mujeres en educación superior, factores que influyeron en el ingreso de las primeras generaciones a la Universidad de Concepción”.
Fuentes
Diario La Nación, Archivo Universidad Diego Portales E. Diario La Nación, 5 de febrero de 1924, “Bachillerato y Universidad de Concepción”, p.3.
Dossier de la Escuela de Ingeniería Química, Universidad de Concepción, 1929.
Muñoz, Carlos. 2016. Corina Vargas, pionera de la educación chilena. Concepción, ediciones Facultad de Educación, Universidad de Concepción.
Del Archivo Central de la Universidad de Concepción:
Actas del Honorable Directorio de la Universidad de Concepción (Tesorería) 1928-1930.
Correspondencia recibida, años 1921-1923.
Decretos de nombramiento, años 1933-1935.
Memorias de la Universidad de Concepción, años 1917-1922 y 1939.
Imágenes: Archivo Fotográfico Universidad de Concepción.
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