María Angélica Illanes, Premio Atenea 2020: “La dignidad ha pasado a ser el adjetivo de todas las reivindicaciones”
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En su discurso, la académica —que recibió el Premio Atenea 2020 por mejor obra en Ciencias Sociales o Humanidades— estableció una conexión entre el episodio del despertar campesino de los años 30 con las actuales generaciones, a las que considera nietas y herederas de esas luchas.
Una apretada síntesis de las luchas sociales y las aspiraciones ciudadanas por más dignidad registradas en el país en el último siglo, hizo la historiadora María Angélica Illanes en el discurso que pronunció al recibir, de manera virtual, el Premio Atenea 2020 a la Mejor Obra Científica en Ciencias Sociales o Humanidades.
La académica de la Universidad Austral de Chile fue galardonada por su libro Movimiento en la tierra. Luchas campesinas, resistencia patronal y política social agraria. Chile, 1927-1947, un texto de 680 páginas publicado por LOM Ediciones.
La ceremonia, transmitida a través de las redes sociales de la Vicerrectoría de Relaciones Institucionales y Vinculación con el Medio (Vrim), fue encabezada por el Rector UdeC, Dr. Carlos Saavedra Rubilar, y la directora de Revista Atenea, Cecilia Rubio Rubio.
“La Universidad de Concepción se enorgullece de poder destacar la obra de la Dra. Illanes, fruto de casi una década de trabajo, afectada por las tribulaciones propias de una investigadora de provincia que debe hacer frente al centralismo, incluso en la tarea documental”, señaló Rector Saavedra.
La máxima autoridad universitaria agregó que con este premio se reconocen los aportes de la investigadora a las ciencias sociales, así como su compromiso con la historia de las personas y con el rescate de la memoria de sus protagonistas.
“Su obra es, sobre todo, una obra ciudadana que pone a disposición del lector una parte de sí mismo, una parte de su propia historia nacional, con las luces y las sombras de un período de la vida de nuestro país”, puntualizó.
El Rector recordó que el galardón, asociado a la Revista Atenea, se entrega desde 1929, reconociendo anualmente a obras que destacan en los ámbitos de las ciencias, humanidades y artes nacionales.
Así, mencionó a Manuel Rojas, Joaquín Edwards Bello, Augusto D’Halmar, Mariano Latorre, Marta Brunet y Guillermo Grant Benavente dentro de los ganadores de este premio que —dijo— permite a sus autores darse a conocer en las instituciones donde llega la publicación tanto en Chile como fuera del país.
Esta es la primera oportunidad en que la convocatoria para obras científicas fue dedicada a trabajos de las áreas humanistas y las ciencias sociales, recibiendo un total de 36 postulaciones.
La Dra. Cecilia Rubio comentó que en esta versión del premio hubo un debate mayor en torno a las obras, debido a la variedad de temas y disciplinas en juego: se presentaron libros de estudios literarios, de historia, filosofía, ciencias políticas, arquitectura y urbanismo, entre otros.
“Era necesario, por lo mismo, escoger un libro que diera cuenta de la riqueza y variedad de las propuestas y, a la vez, que fuera capaz de sobresalir en el conjunto. Para ello la comparación entre las obras no solo tuvo en cuenta el aporte que cada libro realiza al conocimiento y a la comprensión de su objeto de estudio, sino que también la calidad de la expresión escrita, al interés del tema abordado, y su capacidad de abarcar otros fenómenos y de acercarse a otras disciplinas”, expresó la Dra. Rubio, quien anunció que en su versión literaria, el Premio Atenea 2021 reconocerá una obra poética.
La búsqueda de dignidad
La intervención de la Dra. María Angélica Illanes fue una reflexión acerca del sentido de las conmemoraciones, las luchas ciudadanas, los anhelos humanos de mayor dignidad y el aporte de la historia a la comprensión del pasado y el presente.
Así, aludiendo a la celebración del centésimo segundo aniversario de la UdeC, la investigadora puso de relieve el contexto en que se daba su fundación. Eran tiempos difíciles a nivel mundial y Chile vivía la culminación de luchas obreras y populares que daban vida a nuevas fuerzas sociales que en la década del 20 enfrentaron a la oligarquía, mientras que en el sur del país se vivían las consecuencias de “la reciente conquista armada del pueblo mapuche por el Estado de Chile, quien remataba el territorio y reducía a sus originarios, sembrando las semillas de un drama hasta hoy inacabado”.
Volviendo al presente, se refirió a la coincidencia del centenario de la casa de estudios con el momento histórico marcado por el despertar de Chile en octubre de 2019, con la dignidad en el centro de sus exigencias.
“La dignidad ha pasado a ser el adjetivo de todas las reivindicaciones de la rebelión de la primavera del pueblo: derecho a trabajo digno, a vivienda digna, a pensión digna, a salud digna, a educación digna, reconocimiento de la dignidad de los pueblos originarios, etc. En suma, significa el reconocimiento al derecho y al gobierno del “buen vivir” de nuestros cuerpos/conciencia y cuya negación por décadas es la causa de la in-dignación popular (…)”, dijo la investigadora.
Anhelos aplastados
En su intervención, también reservó espacio para aquellos episodios en que los anhelos democráticos fueron aplastados, como es el caso de las luchas de campesinas, campesinos y mapuche “por su dignidad hacia finales de la década del 30 y en la década del 40 del Siglo XX”, temas que trata el libro que le hizo merecedora del premio.
“Fueron miles de campesinos y campesinas, colonos y mapuche, en todos los territorios de norte a sur, de este a oeste, que arriesgaron su vida en pos de la misma lucha de hoy: por su dignidad como seres humanos, por la dignificación de la vivienda rural, mal-nido de su familia, por su reconocimiento como trabajadores con derechos, por su libertad de asociación, organización y sindicalización, por la justicia de la recuperación de su tierra”, expresó.
Illanes conecta este episodio del despertar campesino con las actuales generaciones, a las que considera nietas y herederas de esas luchas, así como de las iniciadas en los 60 e interrumpidas con el golpe de Estado de 1973.
En un tono esperanzador, la académica situó este nuevo ciclo de búsqueda de la dignidad dentro de “una discontinuidad generatriz que se abre”, llamando a los jóvenes constituyentes a no olvidar “el movimiento en la Tierra-y-el-Agua, su democracia oprimida por dos generaciones, pues solo en el justo y compartido seno de la Tierra-y-el-Agua podremos resguardar la Dignidad de la Vida, cuidándonos, cuidándola”.
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