Al igual que las célebres monarcas (Danaus plexippus), que cada año recorren miles de kilómetros en grupos masivos desde Estados Unidos y Canadá para hibernar en México, la mariposa Vanessa carye, una especie nativa de Sudamérica, también viaja en busca de mejores condiciones para vivir.
De hecho, es la protagonista del viaje migratorio más largo entre las mariposas americanas, sumando alrededor de 15 mil kilómetros en su trayecto de ida y vuelta.
Esta especie de color ladrillo y manchas negras, conocida en Chile como mariposa colorada o de la tarde, se distribuye en un rango latitudinal de más de 7 mil kilómetros entre Venezuela y Tierra del Fuego.
El comportamiento migratorio de Vanessa carye, que hasta hace poco era una sospecha entre los estudiosos, fue confirmado por un equipo de investigación de la Universidad de Concepción, a través de análisis morfométricos y genéticos.
Los resultados fueron publicados recientemente en la revista Molecular Biology and Evolution, en un artículo cuyo autor principal es el Dr. Amado Villalobos Leiva, desarrollado durante su formación en el Doctorado en Sistemática y Biodiversidad de la Universidad de Concepción, bajo la guía del Director del Departamento de Zoología UdeC, Dr. Enrique Rodríguez-Serrano y el Dr. Hugo Benítez.
Un viaje con ahorro de energía
El biólogo realizó esta investigación trabajando en el Laboratorio de Mastozoología del Departamento de Zoología de la Facultad de Ciencias Naturales y Oceanográficas UdeC.
Las claves de estos estudios están en las alas de estos lepidópteros. “Lo primero es la forma de volar, eso distingue mucho a las mariposas”, comentó el Dr. Villalobos.
Las sedentarias (que no migran) aletean harto y rápido, como es el caso de la mariposa blanca de la col (Pieris brassicae); mientras que las migratorias tratan de batir sus alas lo menos posible.
“Dan un par de aleteos y luego parecen planear. Es una forma de ahorrar energía, porque la migración es un proceso largo y energéticamente costoso; entonces, para migrar, Vanessa carye ha evolucionado en su forma de vuelo”, señaló el especialista.

Pero aquí también importa la forma y el tamaño de las alas. La morfología alar permite optimizar el desplazamiento de las mariposas.
En general, las especies migratorias tienden a presentar alas más grandes y alargadas en comparación con las sedentarias, ya que estos rasgos aumentan la eficiencia del vuelo en largas distancias.
El equipo de investigación recolectó mariposas a lo largo de todo el rango de distribución, en una búsqueda que les permitió además describir el registro más alto para el género Vanessa, a 5 mil 200 metros en Laguna Sorapata, cerca de Putre.
En total sumaron más de 989 individuos (vivos y de colecciones particulares) de 125 localidades, con el fin de estudiar los patrones de las alas.
“Se sabe, por otros autores, que la forma de las alas es muy sensible al hábitat. Hay algunas, como las Morpho (las llamativas mariposas azules tropicales) cuyas alas varían según si vive cerca del suelo o en el dosel (arriba) de los árboles. Entonces, vemos que en un rango longitudinal de unos 100 metros ya hay variaciones”.
En las heliconias -agregó- se descubrió que la morfología difiere entre las que viven en zonas secas o en pantanos.
“Para este trabajo medimos todas las alas, pero no de forma lineal; es decir, no miramos el largo o el ancho, sino la forma y para ello usamos una metodología que se llama morfometría geométrica”.
Alas todo terreno
La hipótesis era que, dado que la morfología alar es sensible al hábitat y considerando que la distribución de la mariposa cubre una amplia diversidad de ambientes -desde el trópico hasta la Patagonia- las alas deberían tener formas distintas según su procedencia.
“Y resultó que la forma de las alas es igual en todas partes”, dijo. Es un tipo de ala todo terreno que funciona para volar en una selva tropical, en el desierto más árido del mundo o en los valles.
El investigador anota que las mariposas están dotadas de mecanismos que les permiten detectar las corrientes de viento y aprovecharlas para ahorrar energía en el vuelo; pero esto que no se ha analizado en Vanessa carey porque -dice- aún hay poco conocimiento sobre su historia natural.
“En Europa, su prima Vanessa cardui está super estudiada. Se sabe, por ejemplo, que es capaz de volar a 50 km por hora contra el viento, precisamente por la forma de su ala y porque detecta las corrientes de aire. Nosotros esperaríamos que carye hiciera algo similar”.
En otro estudio relacionado con sus investigaciones, el Dr. Villalobos analizó un conjunto de lepidópteros conocidos por ser migratorios y no migratorios, además de otras sin información sobre sus hábitos de movimiento, incluyendo también a Vanessa carye.

Al comparar las formas alares observó que la mariposa de la tarde calza perfectamente con la morfometría de las especies migratorias.
Este trabajo dio pie a la elaboración de un índice de clasificación por desplazamientos, “aunque no de migración, porque para eso se necesitan más antecedentes”.
En todo caso, este instrumento puede servir para identificar especies potencialmente migratorias e incluirlas en este tipo de estudios que aún han sido poco desarrollado en insectos.
Dos rutas
Además de confirmar el estatus migratorio de la especie, el grupo de investigación logró establecer a través de los análisis genómicos que esta mariposa usa dos rutas migratorias bien establecidas, una andina y otra costera, asociadas a dos linajes.
Los estudios de ADN dieron cuenta de la existencia de dos grupos genéticos paralelos que se corresponden con las vías migratorias también paralelas.
“En el estudio analizamos un rango de 5 mil 500 km, con datos de genoma entre Colombia y Valdivia”, contó el Dr. Villalobos. La extensión cubierta en este caso fue algo más acotado que los 7 mil km que abarcaron los análisis de morfometría, que cubren toda la distribución de la especie.
Si bien se identificaron dos linajes distintos, se observó que hay conexiones entre ellos. “Vimos que estas poblaciones no son tan lejanas genéticamente (…) probablemente alguna mariposa se perdió en la ruta y fue por la otra y se mezclaron”, mencionó el investigador.

Se mantienen conectadas, también, porque hay desplazamientos regulares entre las dos vías.
El biólogo explica que las rutas migratorias son un mecanismo de selección, que se transmite entre generaciones, “las heredan las madres a sus hijos y se mantienen a través del tiempo”.
Es así como estas rutas están vinculadas, de modo muy marcado, a los dos grupos genéticos que siguen el camino trazado por sus ancestros cuando deciden movilizarse de un punto a otro.
Un viaje de generaciones
La migración es una estrategia crucial en los procesos ecológicos y evolutivos de las especies que la usan, pero todavía ha sido poco estudiada en los insectos. Villalobos anota que esta estrategia está centrada en la necesidad de buscar hábitats más favorables cuando hay cambios en el entorno en un momento dado.
“Para que sea una migración propiamente tal, tiene que ser un movimiento de ida y vuelta y sin pausa, condicionado por factores ambientales, generalmente, aunque no siempre, asociados al cambio estacional”.
Lo interesante en los insectos, a diferencia de los animales más grandes, es que como viven menos, “el viaje de ida y vuelta demora varias generaciones en completarse”.
En Vanessa cardui, el ciclo completo tarda cuatro generaciones; “entonces, hay una mariposa que sale desde un punto, pero la que regresa allí es su bisnieta”, anota el especialista.
De la mariposa colorada no se sabe. Es uno de los varios aspectos que hay que comenzar a estudiar.
Lo que sí se sabe es que dentro de su rol polinizador, al movilizarse, las mariposas transportan polen a grandes distancias, ayudando a mantener la variabilidad genética de las plantas que visitan.
Por eso, de acuerdo al investigador, conocer sus rutas migratorias es importante para la conservación de los ecosistemas entre los que se mueven. “Si sabemos por dónde viajan, podemos proteger esas rutas”, aseveró.








