La extraña relación entre morchellas e incendios: bosques quemados se llenan de hongos esta temporada
Crédito: Dra. Ángela Machuca.
La relación entre las quemas y una mayor fructificación del hongo en campo es conocida desde hace mucho tiempo, pero los mecanismos implicados en este fenómeno son desconocidos hasta ahora para la ciencia.
No se sabe por qué, pero la morcella o morilla -un hongo de alto valor comercial y muy cotizado en el mundo gastronómico- suele ser más prolífica en los terrenos de bosques que han sido quemados.
Así ha ocurrido en esta temporada. La abundancia es tal que, incluso, se han visto ventas del hongo en las calles, algo totalmente inusual.
La relación entre incendios forestales y una mayor fructificación del hongo en campo es conocida desde hace mucho tiempo. Los nativos americanos sabían que después de un incendio en el bosque había más morillas y existen evidencias del uso de fuego, por parte de algunas tribus, en el manejo de la producción.
Aunque es un antecedente de larga data, los mecanismos implicados en este fenómeno son desconocidos hasta ahora para la ciencia, comenta la académica del Departamento de Ciencias y Tecnología Vegetal del Campus Los Ángeles, Ángela Machuca Herrera.
“De acuerdo con nuestras propias observaciones, con el relato de los recolectores y con algunas reseñas de la literatura, el mismo año de ocurrencia de los incendios se produce una fructificación abundante, pero las temporadas siguientes disminuye bruscamente hasta cesar por completo”, explica la Dra. Machuca.
El investigador del Departamento de Botánica, Götz Palfner, agrega que dentro de las explicaciones se especula que esto se debe a una respuesta del hongo ante una situación de emergencia.
“Un incendio de un bosque significa la destrucción del ecosistema y el hongo detecta esto como una amenaza y hace un ‘esfuerzo` mayor para producir el máximo de esporas para asegurar su propagación a futuro, con la colonización de lugares que no estén quemados. Las esporas pueden volar muy lejos y encontrar ambientes que ofrezcan mejores condiciones”, señala el Dr. Palfner.
La académica acota que es probable que la gran abundancia de morchella de este año puede estar asociada a los megaincendios de este verano, pero que también podría estar relacionada a una combinación de esos eventos con una condición climática muy diferente a la del año pasado, con periodos de lluvias más frecuentes, intensas y seguidas de periodos soleados.
Ambos especialistas advierten el peligro que encierra esta relación, porque hay casos en que se ha sugerido la intencionalidad de incendios con el fin de estimular una mayor producción de morchellas.
“Sería una tremenda irresponsabilidad o ignorancia que alguien pueda creer que esto podría ser una práctica, considerando los enormes costos ambientales y sociales, de vidas humanas, que los incendios forestales pueden significar; sin considerar los riesgos para la salud que el consumo de hongos extraídos de bosques quemados podría traer aparejados, riesgos que hasta el momento no han sido investigados”, dice la académica.
Palfner, por su parte, indica que si fuera así habría una mirada poco sustentable del recurso. “Es una ganancia de corto plazo, porque un bosque que se quema puede ser que produzca más morchella por dos o tres años, pero después la producción para completamente, porque el bosque está muerto”, comenta.
Por eso llama a la responsabilidad y a cuidar los terrenos en que crece este hongo respetando para lograr una producción sustentable.
“Puede que no sea tan abundante siempre, pero puede mantenerse por varios ciclos”, sentencia el académico.
Siempre cocinados
Aunque no se trata de un hongo tóxico, los expertos advierten que se deben consumir siempre bien cocinados, considerando al menos 10 minutos.
“Los riesgos de consumir estos hongos crudos no han sido suficientemente investigados en la literatura científica, pero sí se han mencionado problemas gastrointestinales por falta de cocción o cocción insuficiente. Y como con otros hongos silvestres comestibles, la recomendación sería nunca recolectarlos para consumo desde ambientes muy intervenidos antrópicamente, claramente contaminados”, dice la Dra. Machuca.
El Dr. Palfner alerta que a veces se atribuyen problemas con las morillas que en realidad tienen que ver con una seta parecida -la Gyromitra antárctica, conocida como falsa morilla o chicharrón del monte- que es considerada tóxica y que crece en los mismos ambientes.
“Es un tema que no está totalmente investigado. Algunos dicen que es tóxica, pero que solo se puede comer cocida porque es una toxina que se degrada con el calor y otros dicen de rotundamente que hay que evitarla. El riesgo podría estar en confundirlas, pero las morcellas salen más bien en primavera y las gyromitras en otoño-invierno”, indica Palfner.
Alto valor
Pinito, colmenilla, choclito son algunos de los varios nombres con que se reconoce a este hongo silvestre que es altamente valorado en el mundo gourmet por su delicado aroma y sabor. Está presente en todos los continentes y son particularmente abundantes en el Hemisferio Norte (América del Norte, Asia Oriental y Europa), y en Chile se distribuye entre las regiones de Coquimbo y Magallanes.
Y aunque existe un importante movimiento en torno a su recolección, la morilla es poco consumido en el país. “La mayor parte se destina a la exportación, con lo que se transforma en una importante fuente de ingresos para las comunidades recolectoras de zonas rurales”, acota Ángela Machuca.
La experta explica que hasta hace poco se creía que la fructificación de este hongo estaba acotada solo a la época primaveral, pero las observaciones que ha hecho en sus investigaciones muestran que ocurren desde julio y que pueden extenderse hasta noviembre como ocurre en las regiones de Ñuble y Biobío.
Sobre el mercado de este producto, la académica explica que se caracteriza por su informalidad y, por ello, los precios son muy variables.
“Este año los valores han fluctuado entre tres mil y diez mil por kilo fresco; pero para el producto deshidratado, el valor podría llegar a los 70 mil a 100 mil por kilo. Estos son los valores que consigue el recolector, porque los intermediarios en la cadena productiva revenden el hongo a valores muchísimo mayores para exportación”, indica la académica.
También son variables los volúmenes de cosecha entre temporadas, porque al tratarse de un recurso silvestre, “su producción es influenciada por factores ecológicos que aún no son bien comprendidos y por ello requieren ser investigados”, señala.
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