Expertos defienden valor de la educación sexual en colegios en todos los niveles formativos
Crédito: Educación 3.0
Las y los más pequeños pueden aprender a identificar abusos y prácticas violentas, saber qué conductas hacia ellos son aceptables, el tipo de cariños que pueden recibir y las distancias que los demás deben mantener con ellas/ellos.
No son pocas las ocasiones en que la educación sexual “sale a la pizarra” en Chile, mostrando que las formas y momentos de incluirla en los establecimientos educativos están lejos de generar acuerdo.
A pocos años del retorno de la democracia, en 1996 las Jornadas de Conversación sobre Afectividad y Sexualidad (Jocas), iniciativa del Gobierno de la época, causaron revuelo. Este es solo un ejemplo de la controversia que aparece en relación a este tema, pese al avance del tiempo y el desarrollo social.
Hace pocos días, la discusión reapareció a propósito del lanzamiento de la actualización de las guías de sexualidad afectiva, documentos de orientación del Ministerio de Educación que tienen al titular de la cartera, Marco Antonio Ávila, ad portas de una interpelación propiciada por la oposición.
Pero más allá de las sensibilidades políticas y posiciones dogmáticas, las voces expertas advierten de la importancia de la formación en sexualidad en todos los niveles de enseñanza.
“La educación sexual es importante en tanto nos ayuda a nuestro propio desarrollo madurativo y evolutivo. Es decir, para reconocernos, darnos estrategias para conocer nuestro cuerpo, para identificarnos, para asumir todo lo que culturalmente tienen los sexos y los géneros, para reconocer a los demás y a la diversidad sexual, para ser tolerante. Para vivir de una forma sana y libre la propia orientación sexual, el proceso de identidad sexual y de identidad de género la educación sexual es imprescindible”, señala el académico de la Facultad de Educación, Psicología y Ciencias del Deporte de la Universidad de Huelva (España), Antonio García Rojas, quien visitó Concepción para participar de actividades académicas organizadas por la Facultad de Educación de la UdeC.
La educación sexual es una herramienta para acompañar a las niñas, niños y adolescentes en su proceso madurativo y su fin último es que sean felices, afirma el psicopedagogo, tras una charla realizada en la casa de estudios penquista.
“Ese es el objetivo primordial cuando implemento los programas de educación sexual en universidades, en centros educativos, a través de títulos de posgrado, incluso de tesis doctorales; la idea es esa. El objetivo es trabajar para ayudar a ese alumno, a esa alumna, en su propio proceso madurativo”, recalca el investigador, quien se ha especializado en educación sexual y sexualidad, habilidades socioemocionales, inteligencia emocional, violencia escolar y de género, entre otros temas.
No educamos en igualdad
Para este experto, la educación sexual debe partir, sin ninguna duda, desde el nivel prescolar y siempre desde una perspectiva de igualdad.
“Hay que empezar cuanto antes, para que (niñas y niños) entiendan las diferencias en los órganos sexuales, que los identifiquen, que no vean que son diferencias de supremacía; es decir, que, si yo soy chico y tengo pene, estoy por sobre las chicas que no lo tienen, sino que las vean en formato de igualdad. Yo parto de la filosofía de que debemos educar a personas, no a hombres y a mujeres; es decir, el género debería desaparecer, porque es el sustrato del sistema patriarcal”, comenta el experto.
A juicio del Dr. García, los datos de violencia, suicidios y muertes de jóvenes a manos de terceros por razones de género u orientación sexual son un resultado de la falta de educación; “porque no educamos en igualdad, en el respeto, en la libertad, sabiendo que cada una, cada uno se expresa y se realiza de la forma que crea más oportuna, ni más ni menos”.
García cuenta que las investigaciones arrojan, por ejemplo, que las y los jóvenes que reciben formación en sexualidad viven mejor sus procesos de definición de identidad de género y orientación sexual. Asimismo, se observa que tienden a ser más responsables en sus relaciones sexuales.
En los niños y niñas pequeños, la educación sexual puede ayudar a que aprendan a identificar abusos y prácticas violentas, saber qué conductas hacia ellos son aceptables, el tipo de cariños que pueden recibir, las distancias que los demás deben mantener con ellas/ellos; así como atentos al respeto de las otras y otros a sus cuerpos.
“Eso se empieza a trabajar desde pequeño y es muy bonito, porque lo aprenden rápidamente y porque, además, no tienen nuestros prejuicios sobre el cuerpo”, agregó.
El investigador es crítico de padres y madres que demandan que los colegios les pidan una autorización para que sus hijos/as reciban educación sexual y, sin embargo, “les regalan un móvil con datos ilimitados donde tienen acceso al porno desde edades muy tempranas y que está causando un tremendo daño, porque consideran que el porno que ven es algo real. Es un doble estándar. A eso no le ponen restricción ninguna, pero sí le ponen restricciones a la escuela”, puntualiza.
Una formación situada
El académico UdeC, Gonzalo Sáez Núñez, reconoce que la educación sexual sigue siendo un tema complejo en el país, pero que requiere ser abordado y de cara a las comunidades, los niños, las niñas y los adolescentes (NNA) “que están demandando una respuesta pedagógica, una respuesta educativa”.
Y si bien se reconoce el papel que tiene la familia en la formación de NNA -y que algunos consideran que es un ámbito de su exclusivo dominio-, el doctor en Educación afirma que la institución educativa es un espacio legítimo para realizar estos procesos formativos y que, en su opinión, deben estar en concordancia con las características de cada establecimiento en particular.
“Tiene que ser una formación situada en los contextos de cada institución educativa, su cultura institucional, su proyecto educativo. Tenemos escuelas y liceos de un marcado carácter religioso, otras tienen un carácter laico. Entonces cualquier iniciativa de educación sexual debe ser en diálogo y en consonancia con ese marco general. No debe ser disruptiva”, asevera el docente.
Por otro lado, considera que la formación sexual debe involucrar a toda la comunidad educativa en general (directivos, docentes, inspectores), para posteriormente “desde una reflexión liderada por un equipo y en consonancia con el proyecto educativo de la institución”, trabaje con las y los apoderados y finalmente con los niños, niñas y adolescentes.
Aunque esta área educativa despierta preocupación e incluso temor en ciertos sectores, Sáez afirma que el hecho de que el tema se esté discutiendo ya es un adelanto.
“Tenemos que entender la sexualidad como un elemento, como una dimensión más del ser humano, y también como un desarrollo, una construcción social; tratarla en sus diferentes dimensiones. Esto es una cuestión relevante, porque a veces esto se atomiza y se aborda solo la parte biológica o la parte psicológica y la verdad es que es un fenómeno multidimensional, donde también se debe incorporar los elementos de afectividad y luego todo va a depender mucho del segmento etario con el que estemos trabajando. Quiero insistir en el hecho de que estos temas se traten de cara al proyecto educativo y no se censure la temática. Y ahí hay un avance”, puntualizó.
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