Exdirectora de revista Atenea: “Dejo una revista ordenada y formalizada, lo que facilita la continuidad en la gestión”

Crédito: Diario Concepción
Tras 7 años a cargo de la publicación centenaria de la Universidad de Concepción, la Dra. Cecilia Rubio destacó hitos como el paso a Q2 en el ranking Scimago, el avance en la digitalización del archivo histórico y la incorporación de una mirada cultural que retoma los orígenes de Atenea.
Creada en 1924, la revista Atenea cuenta con una amplia trayectoria en la búsqueda de expansión del conocimiento, especialmente en las áreas de las humanidades, las ciencias sociales y las artes. Inicialmente, fue concebida como un órgano oficial de la Universidad de Concepción, durante el mandato del Rector y fundador Enrique Molina Garmendia.
La publicación lleva el nombre de la diosa de la sabiduría, la estrategia, las artes, la justicia y la civilización en la mitología griega; es la misma figura que, en el Arco de Medicina, comparte la llama del conocimiento a hombres y mujeres que representan, en conjunto, la alegoría de la inteligencia, la sabiduría y el pensamiento creador.
La académica del Departamento de Español de la Facultad de Humanidades y Arte, Doctora en Literatura Hispánica por la Universidad de Montreal (Canadá), Cecilia Rubio Rubio, asumió la dirección de la revista Atenea en el año 2018 y se convirtió en la primera mujer en estar a cargo de la publicación en 94 años de historia hasta esa fecha.
En esta entrevista, la profesora Rubio conversó sobre su periodo como Directora de la revista.
Además de dirigir, el cargo implicó realizar otras labores como edición, corrección de textos, organización de eventos, coordinaciones con autores/as y comité editorial, entre muchas otras. ¿Cómo describiría estos años de gestión, con todas las complejidades que implica mantener el prestigio, calidad y difusión de una revista centenaria?
Este es precisamente el factor que hace tan exigente este cargo, porque como directora hay que preocuparse de las políticas de la revista, de las indexaciones que se quieren conseguir, de los estándares nacionales y generales, de actualizar las normas, de estar en contacto con investigadores, etc., pero es necesario también ser la editora jefe, es decir, armar un número completo, con todo lo que implica, como leer muy concienzudamente cada trabajo, revisar y proponer correcciones, dar el dictamen final de los artículos aptos para ser publicados o que deben ser rechazados.
Recientemente la revista subió a Q2 en el Scimago Journal & Country Rank. ¿Qué relevancia tiene este hito que se logra dentro de su gestión?
Este es un hito importante, sin duda; es una señal de que no solo se están cumpliendo las labores, sino de que se están cumpliendo bien, sobre todo en la medida en que estas mediciones muestran un continuo mejoramiento de la revista, considerando que en el lapso de estos dos periodos de mi dirección, pasamos primero a Q3 y ahora recientemente a Q2. Hay que tener en cuenta también las particularidades que tiene Atenea, como el hecho de ser una revista que abarca más de un área del conocimiento, que tiene mucha demanda por publicar, pero al mismo tiempo, muchas de las contribuciones que llegan no tienen la calidad suficiente; y que la búsqueda de evaluadores idóneos debe ser rigurosa, lo que se hace más difícil en el caso de los trabajos inter y transdisciplinarios o de áreas y perspectivas no muy usuales, que es lo que suele llegar a la revista.
En su periodo también se digitalizó la revista, lo que actualmente tiene gran relevancia debido a los avances tecnológicos y a las formas de búsqueda propiciadas por el uso de internet. ¿Qué destaca de este hito y qué otros son importantes conocer y mencionar?
La verdad es que a mí me hubiera gustado terminar mis funciones con la revista completamente digitalizada, pero esto no fue posible por distintas circunstancias que no dependen de nosotros. Sin embargo, empezamos teniendo digitalizados solo los números que formaban parte de la época de la digitalización, es decir, desde 2003 en adelante, y logramos tener cerca de un 70 % de los números digitalizados. Esto es muy importante porque hay que preservar y disponibilizar la revista como una colección histórica y eso en estos tiempos implica mantener archivos digitales. Recibimos constantemente peticiones de investigadores de todas partes del mundo referidas a artículos específicos a los que solo tienen acceso quienes cuentan con la revista impresa, y eso ya no puede seguir sosteniéndose mucho tiempo más.
Esta es una consulta que de seguro le han realizado desde que asumió la dirección, ya que sin duda marcó un hito histórico para la universidad. Ahora con, quizás, otra perspectiva: ¿cómo ha sido para usted ser la primera mujer en dirigir Atenea, tanto a nivel personal como profesional? ¿Cree que pudo otorgar una mirada diferente al desarrollo de la publicación?
Esta es una de las preguntas más difíciles de responder, porque tiene que ver con la condición de ser mujer y eso uno lo vive de manera completa, no parcelada, lo que hace que no sea tan evidente en qué se manifiesta. Lo mismo puedo decir para la separación entre lo personal y lo profesional. En ambos casos ha sido un desafío, solo que de distintos componentes. Una cosa es indudable, y es lo que siempre me ha causado asombro, y es que en una historia y trayectoria de cien años, nunca se pensó que era posible que la revista la dirigiera una mujer, pero no solo eso, sino que al mirar los equipos directivos que se sucedieron en el tiempo, durante más de 50 años nunca hubo una mujer participando. Atenea era un mundo de hombres, hasta que empezó la época de los comités editoriales altamente profesionalizados, pues es en ese momento en que empiezan a ingresar las mujeres especialistas en distintas áreas. Yo espero que mi nombre en la historia de la revista solo sea el de la primera mujer que la dirigió, y no el de la única mujer, es decir, espero que me haya tocado ser simplemente quien encabeza el listado de las directoras que se sucederán después del centenario, para empezar una época de equilibrios.
¿Cuál es el balance que realiza de estos años a cargo de la revista? ¿Cómo definiría el sello de su labor como directora?
Bueno, a mí me tocó ser también quien debía profesionalizar todo el quehacer de la revista, no solo porque durante mi labor Atenea empezó a contar con un asistente técnico y con un editor-corrector, sino porque comencé definiendo procedimientos y protocolos de gestión que quedaron establecidos y que solo deberían actualizarse cada vez. Es decir, mi gestión, que partió con mucha intuición profesional de lo que debía hacerse y cómo debía hacerse, buscó ser una forma estable de gestión de los artículos, del Premio Atenea, del trato con los autores y evaluadores, de los protocolos del comité editorial e incluso de la venta de ejemplares, porque nos hemos hecho cargo de todo lo que involucraba Atenea. No puedo dejar de decir que esta labor estuvo en consonancia con la profesionalización de la Editorial Universidad de Concepción, con los lineamientos establecidos por su director y, en un plano más amplio, con las definiciones institucionales impulsadas por rectoría. Junto con ello, y esto sí podría ser un sello más personal, tuve la intención de que la revista recuperara, sin afectar su indexación, su labor de mediadora de cultura, con la que partió hace 100 años, a través de la creación de la sección “Heterogénea”, que incluye géneros discursivos académicos y no totalmente académicos, que no se rigen por las demandas de la indexación. Me parece que de esta manera Atenea se mantiene fiel a su vocación de origen, que es ser vehículo de ideas, de reflexión, y de circulación de noticias del mundo editorial literario y no literario.
¿Cómo cree que deja la revista y qué desafíos considera que debe abordar la futura dirección?
Creo que dejo una revista ordenada y formalizada, lo que facilita la continuidad en la gestión, y como cada dirección debe plantearse sus propios desafíos, no soy yo quien vaya a decir cuáles son los que vienen; lo único importante, lo único que la historia nos tiene prohibido a todos es retroceder.
Culminado este periodo, la profesora Rubio continuará como directora de la Cátedra Gonzalo Rojas y con sus labores académicas y de investigación.
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