Estudiantes UdeC regresan tras integrar una misión espacial análoga
Crédito: Maribel Fornerod.
Tatiana López, Nicolás Sepúlveda, Nicolás Ortega y Diego González, futuros ingenieros aeroespaciales, formaron parte de selecto grupo de universitarios del mundo que realizaron Asclepios II en Suiza, segunda edición de un importante programa internacional para entrenar astronautas análogos y probar experimentos que podrían replicarse en el espacio.
Una experiencia extraterrestre en la Tierra. No hay otra forma de definir lo extraordinario que vivieron los estudiantes de Ingeniería Civil Aeroespacial en la Universidad de Concepción (UdeC) Tatiana López, Nicolás Sepúlveda, Nicolás Ortega y Diego González. Tan increíble que, de regreso a su hogar tras una travesía que tuvo lugar en Suiza, les resulta hasta surreal ser parte de una instancia que volvió realidad un sueño que les alentó desde escolares e inspiró su elección profesional.
Es que integraron un selecto grupo de universitarios del mundo que participaron en Asclepios II, segunda misión espacial análoga de Asclepios. Es un programa liderado por el Instituto Federal de Tecnología de Lausanne junto a la Agencia Espacial Europea y exclusiva para estudiantes de distintas áreas disciplinarias, dirigida por ellos y para ellos desde el diseño a la implementación, que busca entrenar a astronautas de forma análoga, realizando en superficie terrestre pruebas que podrían replicarse en el espacio de cara a la exploración espacial.
Tatiana López, de cuarto año de la carrera, se convirtió en la primera astronauta análoga chilena y fue la única latinoamericana entre los 7 seleccionados para formar la tripulación “Atlas”. Ellos tuvieron que realizar los experimentos que desde las otras áreas propusieron, diseñaron, construyeron y controlaron, bajo la mentoría de profesionales altamente capacitados, para explorar los desafíos de la búsqueda de agua en la Luna, propósito de la misión que se desarrolló bajo liderazgo UdeC: Nicolás Sepúlveda y Nicolás Ortega, ambos en sexto año, fueron jefe del Equipo Científico y del de Diseño, respectivamente; Diego González, cursando el cuarto, fue oficial de Operaciones durante el despliegue de Asclepios II, que se realizó desde el 14 de julio y durante dos semanas en un sitio en el corazón de Los Alpes suizos.
Oportunidad de la misión
Hito que los cuatro jóvenes aún están procesando para asimilar en su tan grande significado.
Los cuatro se definen como interesados en alguna de las distintas aristas del campo de la exploración espacial desde muy jóvenes “y una misión análoga es lo más cercano y accesible que hemos tenido de trabajar en una misión real”, aseveró González sobre la participación en Asclepios II, a la que todos se unieron por propia iniciativa desde la búsqueda de posibilidades que explorar para enriquecer su formación profesional más allá de lo académico y proyectarse. Hecho desde el que Sepúlveda aseguró que “buscar oportunidades en base a lo que uno le apasiona, independiente del campo de estudio e interés, es súper importante, porque se abren puertas, te insertas en un mundo dinámico y al ser algo que te apasiona te motiva más a seguir”.
En ese contexto, Ortega destacó que “somos estudiantes con un interés en particular y pudimos demostrar que en un proyecto de escala internacional teníamos lo necesario, las capacidades y las ganas”. Porque cientos de universitarios, de decenas de países e instituciones académicas, quisieron ser parte del programa internacional, pero poco más de 50 pasaron las rigurosas fases hasta ser seleccionado para una misión con importante representación local: “somos de la universidad de la que más estudiantes había en la misión y el país que estuvo mejor representado; fuimos un equipo interdisciplinario e internacional y nos dimos cuenta que estando en Concepción, viviendo en Chile, donde estamos literalmente en el fin del mundo, podemos hacer tanto como en el resto del mundo”, afirmó Tatiana López.
Logro con impacto
Logro de tremendo valor e impacto en su propia vida, carrera, universidad y pares, para ampliar la mirada y alentar, que reconocieron las autoridades universitarias en la ceremonia oficial de bienvenida que se les preparó a los cuatro jóvenes al inicio de esta semana.
“Con motivación y vocación de profundizar en sus áreas disciplinarias, nuestros estudiantes se han abierto a las posibilidades que nos ofrece esta situación de alcance global, donde pueden estar en cualquier lugar del mundo, desarrollando actividades en igualdad de condiciones con gente de otros países, con otras formaciones, con diferentes niveles formativos”, manifestó el rector de la UdeC, doctor Carlos Saavedra, destacando el crucial aporte del Gobierno Regional del Biobío para concretar el viaje hasta Suiza. Por su parte, el doctor Pablo Catalán, decano de la Facultad de Ingeniería de la UdeC, resaltó que “es una demostración nueva de que nuestros estudiantes son capaces de plantearse desafíos globales de gran alcance, de alta complejidad, respondiendo de forma fantástica. Nos genera orgullo e inspiración para seguir trabajando en sus procesos de formación y en la oferta que damos a nuestros estudiantes para prepararlos para desafíos globales”.
El viaje espacial de los futuros ingenieros aeroespaciales UdeC
Asclepios II se desplegó durante dos semanas en julio. Pero, fue el hito final de un proceso de más de un año que partió entre 2020 y 2021, en paralelo a la puesta en marcha de Asclepios I, desde la postulación y pruebas de selección hasta la preparación de los experimentos y montaje de la misión análoga, en condiciones de complejidad que homologan una real.
Mientras Tatiana López junto a su tripulación se sometieron a una rigurosa y larga selección y posterior entrenamiento para estar en óptimas condiciones de salud física y de competencias para afrontar diversas contingencias, lo propio debían hacer sus compañeros en una coordinación con equipos dispersos entre países. Nicolás Sepúlveda, líder del área científica, tuvo la responsabilidad de administrar desde su recepción hasta su ejecución y monitoreo las pruebas desarrolladas. Nicolás Ortega optó por ir un semestre de intercambio a Alemania para estar más cerca de Suiza y materializar su rol de liderar el diseño de las pruebas definidas. Diego González tuvo que ejecutar tareas vinculadas al análisis y logística de la misión, balanceando la factibilidad de los experimentos y aspectos como definir la ubicación de la base de los astronautas en la Luna, por sólo decir ejemplos.
La misión
Y Asclepios II se materializó en una base que simuló un hábitat lunar, específicamente el Polo Sur de la Luna. Aislada de la vida en la Tierra, en símil a un viaje espacial, se desplegaron dinámicas que el común de las personas sólo podría conocer al ver series o películas y los estudiantes UdeC protagonizaron.
Una cuarentena para no exponerse a riesgos de enfermedades infecciosas y contagiosas de cara al ingreso a la base, donde no había luz solar y estaban todas las condiciones ambientales propias de nuestro satélite natural, cargando trajes especiales de casi 10 kilos e ingerir liviana comida liofilizada, especialmente desarrollada para astronautas. Tatiana López y todos los astronautas análogos vivieron las dos semanas como si fueran astronautas en el espacio, tomando las mismas precauciones, realizando los mismos quehaceres y experimentando los mismos potenciales riesgos que una misión real, sin más contacto con la Tierra que el centro de control. Ella se encargó de las comunicaciones entre la base y este.
Centro que operaron otros integrantes de la misión como sus tres compañeros, quienes reconocieron que toda la puesta en marcha no estuvo exenta de emergentes e inconvenientes que les fueron tremendamente desafiantes y añadieron complejidad a la propia de un proyecto de esta envergadura, como ciertos imprevistos en cuanto a condiciones meteorológicas incompatibles, presencia de personas externas en las inmediaciones de la instalación u otros problemas logísticos que dificultaron el calzar los planes y obligaron a modificar los programas y reagendar misiones, sobre todo los primeros días. Pero, también aseguraron que con las capacidades desarrolladas y sincronizadas, con las decisiones y ajustes adecuados a cargo de los universitarios, todo se superó con éxito y la misión cumplió sus objetivos.
Vida de astronauta
Tatiana López, también certificada como mentora del programa Provoca de AUI/NRAO para promover y acompañar vocaciones STEM en mujeres, reconoció que perder la noción del tiempo fue el mayor desafío durante la misión, incluso si fueron diversas pruebas grupales o individuales las que debió hacer, como algunas con ecografías o probar un prototipo de domo para instalar en la Luna y que filtra al peligroso polvo lunar, y que como tripulación se enfrentaron a varias simulaciones de situaciones extremas como una erupción solar o emergencias médicas de las que no todos estaban al tanto en su ocurrencia, pero sí entrenados para enfrentar todo. “La falta de luz natural y el cumplimiento de un ajustado horario de actividades diarias, que en cada jornada variaba, hacía que no supieras bien en qué momento del día te encontrabas”, dijo.
Ahí el gran reto tras salir de la base que significó ver la luz solar tras muchos días hasta cuando debió hacer una actividad extravincular fuera: “fui la astronauta que salió más tarde a hacer una actividad extravincular, entonces, no vi el Sol hasta el día 11 de la misión y me costó mucho más adaptarme a la luz que al resto de los astronautas”. Por ello, la iluminación y colores le resultaron muy intensos al principio y debió usar permanentemente lentes de sol por varios días tras salir de la base que fue dejando progresivamente, en tanto retomaba sus actividades académicas.
Entre otras tareas que los astronautas como ella tuvieron que cumplir estuvo el reporte a profesionales de la base de control un detalle de todos los aspectos de cada jornada, incluyendo las emociones, de manera de ir plasmando y evidenciando cómo hombres y mujeres responden física, mental y emocionalmente a diversas situaciones, de cara a contribuir a una mejor planificación en una futura misión lunar real.
Presente y futuro
Tatiana López y Diego González son parte del programa Asclepios desde esta segunda misión, y sus otros compañeros participaron también en la primera.
Hoy, junto a otros participantes, están preparando un paper sobre Asclepios II para presentar en la próxima edición del Congreso Internacional de Astronáutica 2022. Además se está trabajando, junto a los profesionales mentores, en hacer una revisión post misión para dar un cierre completo y orientar de mejor forma la tercera misión.
Una en la que ya se está trabajando para definir sus objetivos específicos y a la que seguirán vinculados Diego González como jefe del equipo de Diseño y Nicolás Sepúlveda que asumirá el nuevo rol de especialista en requerimientos, que será un puente entre los equipos de Diseño y Científico tras notarse que faltaba una persona articuladora, sobre lo que precisó que “el objetivo es traspasar los requerimientos del equipo Científico a Diseño y lo que se puede hacer o no del Diseño al Científico, para una mayor integración entre los experimentos y mejorar”. Nicolás Ortega seguirá vinculado más en un rol de mentor para apoyar el despliegue de la próxima misión. En cuanto a Tatiana López, no seguirá en Asclepios porque la tripulación cambia cada año, pero continuará buscando nuevas oportunidades de entrenamiento que la acerquen a cumplir un anhelo infantil, llegar a la meta clara, de ser astronauta.
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