Crédito:
Si pudiera, lo invitaría a una excursión por el mundo moderno para mostrarle los rascacielos que desafían la gravedad, los cohetes que llevan gente al espacio y las imágenes enviadas por robots desde otros planetas.
Ud. no me conoce, soy uno de los casi 8 mil millones de seres humanos que habitan la Tierra en el siglo 21. Le escribo para actualizarlo sobre cómo, sin querer, la curiosidad que Ud. cultivó nos cambió la vida. Su introspección y sed por encontrar seguridad (quizás por el hecho de haber sido despreciado por su madre) trajo a su vez certeza y algo absoluto en qué creer a la gente de su época (quienes pensaban que una sucesión de pestes, supersticiones, guerras civiles y religiosas acabarían con el mundo).
Obsesivo, melancólico e irascible, difícil de tratar como muchos genios, Ud. fue un hombre que vivió su vida dentro de su cabeza, explorando mundos que nadie más veía. Sr. Newton, cuando se trataba de explicar algo, Ud. no confiaba en nadie más que en sí mismo y en la absoluta confianza de su originalidad. La ciencia de su época había producido pocos resultados útiles hasta que Ud. llegó para declarar terminantemente que la física de Aristoteles estaba equivocada. A sus 21 años ya sabía que estaba destinado a cambiarlo todo, que la explicación del mundo no podía encontrarse en meras opiniones filosóficas sino en la comprobación de las teorías con experimentos. No se conformó con explicaciones a medias. Además de su compulsión por cuestionarlo y entenderlo todo, su mente tenía la habilidad poco común de ver el panorama general de los problemas y sus soluciones. Sus ideas fueron efectivas porque buscaban solucionar muchos problemas al mismo tiempo en vez de uno a la vez, identificando y podando los detalles accidentales e innecesarios, y relacionando conceptos que inicialmente parecían inconexos.
Dentro de sus inventos están las tres leyes fundamentales de movimiento (que rigen a los cuerpos que no viajan cerca de la velocidad de la luz); la primera descripción matemática de la gravedad (gracias a ella, por ejemplo, enviamos satélites y sondas a visitar otros planetas); el Cálculo Infinitesimal (usado en todas las ramas de la ciencia e ingeniería); su teoría sobre la naturaleza y propagación de la luz; el telescopio reflector (modelo para los telescopios modernos). A partir de Ud. los cometas, eclipses y las mareas pudieron predecirse, y dejaron de ser presagios de mala suerte. Gracias a Ud. aquello sujeto a fuerzas y movimientos pudo ser calculado.
Si pudiera, lo invitaría a una excursión por el mundo moderno para mostrarle los rascacielos que desafían la gravedad, los cohetes que llevan gente al espacio y las imágenes enviadas por robots desde otros planetas. ¡Hasta las lavadoras y sacacorchos se diseñan en base a sus cálculos! Ud. fue el primero en encontrar una teoría científica unificadora para explicar buena parte de la realidad, tanto en la Tierra como en el cielo, y abrió definitivamente las compuertas de la Ciencia Moderna al combinar ingeniosamente experimento y teoría. Generaciones de estudiantes, científicos e ingenieros han aprendido a usar sus ideas para predecir y cambiar el mundo en que vivimos. ¡Gracias Sr. Newton!
Atentamente, Roger.
Postdata: Entre nosotros Sr. Newton, un tal Albert Einstein desafió sus ideas por allá a principios del siglo 20. Pero eso se lo contaré en otra ocasión.
Columnista(s)
Dr. Roger Leiton Thompson
Centro para la Instrumentación Astronómica (CePIA)
Departamento de Astronomía, Universidad de Concepción
- Compartir
- Compartir
Noticias relacionadas
Reportajes