Investigaciones recientes muestran una creciente brecha ideológica entre hombres y mujeres jóvenes en sus posiciones políticas. Mientras ellos se inclinan hacia posturas más conservadoras, ellas manifiestan un progresismo sostenido. La incertidumbre que atraviesan los jóvenes en la actualidad podría contribuir a la preferencia por ideas tradicionales en ciertos segmentos juveniles.
En ese sentido, y frente a la inseguridad sobre el futuro, muchos hombres recurren a la reconstrucción de una retro utopía, buscando en el pasado respuestas a las crisis del presente.
La investigación «La diferencia ideológica entre mujeres y hombres sub30 2024,» realizada por Panel Ciudadano, evidenció que la proporción de mujeres jóvenes que se declaran liberales superan a los varones de su misma generación.
Además, el estudio realizado por la Fundación Nodo XXI, «Del estallido al orden: Nuevo mapa político-cultural de Chile 2025″, reveló que el país atraviesa un “momento de inflexión social y cultural profundo”.
El académico del Departamento de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Concepción, Dr. Rodrigo Ganter Solís, aseguró que la mirada conservadora de varones entre los 18 y 30 años es una tendencia emergente a nivel global. La nostalgia y los valores tradicionales serían algunos de los factores de este cambio y aumento de la brecha ideológica en jóvenes.
El discurso de la masculinidad
Aunque los jóvenes tienden a tener ideas más liberales, incluidos los varones, con el tiempo los hombres se han vuelto más conservadores y las mujeres más progresistas.
La académica del Departamento de Sociología UdeC, Dra. Ana Bengoa Valdés, reconoció que este cambio ideológico puede tener relación con diferentes variables, como los movimientos feministas o cambios económicos. No obstante, agregó que este fenómeno debe “ser analizado necesariamente en función de otros factores sociales de igual o mayor importancia”.
Además, la idealización de la masculinidad, fomentada por las redes sociales, donde se consume y enfatiza una masculinidad exacerbada y orgullosa, contribuye a su masificación.
“Aquí muchos encuentran refugio y consuelo frente a las prácticas de cancelación, donde se les transmite que ellos están ‘pagando el costo’ de las políticas de igualdad de género. Esto constituye un fenómeno sociológico altamente inquietante y reviste, además, un serio riesgo y daño en múltiples dimensiones de la vida personal y social”, mencionó el Dr. Rodrigo Ganter.
A su vez, la Dra. Ana Bengoa reflexionó que la masculinidad tiene dos elementos. Por un lado, sí puede ser un espacio seguro pero, a la vez, resulta ser muy angustiante para los mismos hombres, porque gran parte de la población no cumple con los requisitos establecidos por ella, como la virilidad, la fuerza o tener dinero para proveer.
“Son ideas que no aplican, la masculinidad en sí es un refugio, pero también es un deber que nadie realiza, o muy pocos lo hacen. Es una fuente de angustia para mucha gente y resulta ser un proceso paradójico”, profundizó la académica del Departamento de Sociología UdeC.
Sumado a lo anterior, en la actualidad el concepto de masculinidad ha entrado en una crisis, influido por el auge de liderazgos neofascistas. En ese sentido, la Dra. Ana Bengoa señaló que “hablar solo del conservadurismo minimiza el problema”.
“Figuras como Trump o Putin obedecen a esa tendencia. En el caso de Estados Unidos, se trata, sobre todo, de hombres blancos y pobres que han perdido su estatus como obreros. Ya no cuentan con ese lugar que es económico, pero también simbólico, la pertenencia”, agregó la académica.
Brecha ideológica en jóvenes
Una de las explicaciones más recurrentes de este proceso se produce por la “reacción de los jóvenes al avance de la agenda de cambios sociales liderada por el movimiento feminista actual, donde muchos de ellos los perciben como amenazas a sus privilegios tradicionales, lo que genera una suerte de ‘revanchismo’ masculino”, explicó el Dr. Rodrigo Ganter.
Para ejemplificar este fenómeno, en la investigación de Panel Ciudadano se reconoce que uno de cada tres hombres considera que el impacto del feminismo ha sido negativo o muy negativo para la sociedad chilena. Además, el 24 % cree poco o nada importante la representación equitativa de géneros en cargos políticos y de liderazgo.
“Otra explicación bastante aceptada identifica al estallido social y al movimiento asociado con el primer proyecto constitucional de 2022 como eventos que generaron un efecto de resaca frente a dicha marea de transformación, con la consecuente instalación de una narrativa restauradora del orden social que se desbordó en ese escenario”, profundizó el académico del Departamento de Sociología.
De esta manera, en los resultados obtenidos por Panel Ciudadano, en las votaciones del plebiscito en 2022, dentro de las personas que rechazaron la propuesta, los hombres menores de 30 años fueron el porcentaje más alto, alcanzando el 49 %. Por otro lado, en el plebiscito de 2023, los varones llegaron a un 32 % de aprobación.
En ese contexto, las mujeres jóvenes se mantienen más inclinadas hacia la izquierda, evidenciando un progresismo marcado y diferenciado, que influye directamente en el espectro político.
Desafíos para el futuro
Dentro de las conclusiones del estudio realizado por la Fundación Nodo XXI, se reconoció que el aumento de la brecha ideológica en jóvenes resultan en una situación más parecida al preestallido social. El alto deseo de soluciones rápidas y el predominio de emociones negativas crean una presión que favorece los discursos contundentes y de arreglos inmediatos.
Aun así, la Dra. Ana Bengoa aclaró que no hay que presuponer que todas las mujeres son progresistas y feministas. “El patriarcado nos afecta a todas y a todos y está en boca de todas y todos, y lo aprendemos de todas y todos, entonces hay que ser muy cuidadoso con poner blancos y negros; yo creo que hay una tendencia a los grises, y claro que nos afecta”.
Estas brechas ideológicas podrían traer efectos negativos a la cultura, la sociedad y la política del país. Los discursos contundentes y de soluciones inmediatas provienen, en gran medida, de un liderazgo de tendencias autoritarias.
“Si la división persiste, puede tensionar la gobernabilidad. Una ciudadanía tan polarizada por género dificultaría los consensos en temas sensibles como la igualdad salarial, las políticas de cuidado y los derechos sexuales, etc. En el balance, una polarización de género acentuada en el segmento juvenil podría erosionar la estabilidad democrática al fragmentar la agenda política en ‘burbujas’ irreconciliables”, puntualizó el Dr. Rodrigo Ganter.







