Especialista UdeC por lluvias e inundaciones: “Tenemos que entender que las aguas son parte del sistema urbano”
Crédito: César Arroyo Muñoz/DirCom UdeC.
Hay muchos barrios, incluso nuevos, que sufren anegamientos por uso inapropiadas de las superficies en que se instalan las urbes, dice la académica de la Facultad de Arquitectura, Geografía y Urbanismo, Dra. Mabel Alarcón Rodríguez.
El regreso de las lluvias ha traído consigo anegamientos que parecen producirse más rápido que antes, cuando las ciudades del sur de Chile solían registrar períodos continuos de precipitaciones entre el otoño y el invierno, llegando incluso a la primavera.
Eso es lo que han mostrado los últimos sistemas frontales: anegamientos que, en el caso del Gran Concepción, se repiten afectando casi siempre los mismos sectores.
La sensación de que hubiera “más inundaciones” tiene varias explicaciones, partiendo por una variable ambiental, vinculada a eventos de sequía regional, nacional y planetaria, explico la académica de la Facultad de Arquitectura, Geografía y Urbanismo (Faug), Dra. Mabel Alarcón Rodríguez.
“Hay largos períodos de sequía y luego precipitaciones de intensidad en poco tiempo y muchas ciudades no han sido pensadas en sus inicios para este tipo de eventos naturales. En las ciudades del sur estábamos acostumbrados a lluvias entre abril y noviembre, pero con una periodicidad permanente, por lo que estaban más preparadas para hacerse cargo de eso”, agregó.
Además del tema ambiental hay, a juicio de la especialista, un problema de adaptación de los sistemas de gestión hídrica a la nueva forma en que se presentan los eventos naturales.
“Hay muchas ciudades con barrios, incluso nuevos, que sufren anegamientos, porque hemos hecho un uso inapropiado del suelo, de las superficies en que se instalan las urbes”, añadió.
Y el Gran Concepción, según la Dra. Alarcón, es un caso emblemático porque ha ido ocupando las zonas húmedas de su territorio -riveras de ríos, lagunas y humedales- que sirven a la absorción de las lluvias y, muchas veces, sin una planificación adecuada.
Así, menciona, por ejemplo, el eje de crecimiento urbano por la Ruta 160 “que se extiende demasiado por zonas antiguas de territorios húmedos”. Lo mismo que ocurre en la urbe penquista con la densificación en torno al humedal Paicaví.
“Estas son expresiones de un crecimiento extensivo, que ocupa suelos húmedos; y por otro lado hay un crecimiento en altura, la verticalización zonas centrales, que saturan las redes de recolección de aguas de las ciudades”.
Con urbes que ya están expuestas a esta realidad, la recomendación es tratar de hacerlas resilientes y mitigar los efectos de las precipitaciones que, de acuerdo a las proyecciones, podrían presentarse de forma más frecuente con la entrada de la fase cálida del El Niño-Oscilación Sur (Enso).
“Siempre hay más de un camino y evidentemente las ciudades debieran invertir en prevenir los efectos, mejorando sus sistemas de recolección de aguas lluvia, que se tiene que ver antes de la llegada de invierno, con la limpieza de canaletas en las calles y la revisión de estanques de acumulación. A veces no pensamos que bajo la ciudad hay un sistema de recolección de aguas, con estanques en algunas partes, que es lo que permite que cuando llueve copiosamente el agua no rebalse hacia la calle”, anota la académica.
Pero más allá de las acciones de mitigación, la experta en procesos urbanos sostenibles asevera que hay que partir por “entender que el agua es parte del sistema urbano, sobre todo en una ciudad como Concepción, donde se ven el río y las lagunas, que debieran estar considerados en la planificación urbana”.
El problema, a juicio de la Dra. Alarcón, es que en Chile se tiende más a la regulación del uso del suelo que a la planificación urbana.
“La planificación urbana es un proceso mucho más integral y complejo que implica que el agua es parte del sistema urbano, no solo el agua potable sino también la que viene de la naturaleza, de las lluvias, los ríos, las lagunas, los humedales, que debieran estar incluidos en los sistemas de gestión urbana”, acotó.
El modelo está en Europa, en Países Bajos, donde la planificación de las ciudades se hizo desde su relación con el agua, dijo la Dra. Alarcón.
“Si no lo hacían, se inundaban y no podían vivir. Entonces, el mejor ejemplo son los pólderes en Países Bajos -un sistema de diques que permiten ganar terrenos pantanosos- que generó proyectos de gran alcance por un sentimiento comunitario y social con sus canales, que son lugares que se limpian, que se cuidan, que son turísticos y que están y también para el disfrute de las comunidades”, señala.
Para la investigadora, un buen abordaje de los anegamientos pasa por tomar las medidas que permitan el buen funcionamiento de los sistemas de recolección de aguas lluvia e incluir las variables de gestión del agua en los procesos de planificación urbana que, en su opinión, “aportan mucho a la calidad de vida de las personas”.
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