Crédito: Archivo
Tras una nueva conmemoración del Día de los Océanos es importante reconocer y valorar la importancia que tienen estos en nuestras vidas, e instar a la comunidad a su cuidado.
Los océanos juegan un papel importante en la capacidad de remoción, absorbiendo diariamente cerca de 24 millones de toneladas de carbono desde la atmósfera. A la fecha, los océanos han logrado absorber más del 30% de todo el dióxido de carbono (CO2) que la población humana ha generado desde la revolución industrial.
Pero esta capacidad de absorber CO2 desde la atmósfera, acarrea varias consecuencias, como el descenso en el grado de acidez, o pH del agua de mar, fenómeno conocido como Acidificación del Océano. Este es un tema que se ha transformado en trending topic en ciencia del mar durante los últimos 10 años y que desde 2009 ocupa mi interés y el de mi grupo de investigación en la Facultad de Ciencias Ambientales. ¿Cuál ha sido la forma en que la gente estudia la acidificación del océano?
La comunidad científica ha realizado numerosos experimentos de laboratorio con diferentes organismos marinos, utilizando simulaciones de escenarios de como será la química del océano abierto en 50 o en 100 años más. Sin embargo, descubrimos que podríamos estar subestimando las consecuencias del actual incremento en la acidez en los océanos, debido, entre otros aspectos, a cómo estos experimentos fueron diseñados y ejecutados. Específicamente, estos escenarios futuros, es importante enfatizar, no son aplicables para los ecosistemas costeros y las poblaciones de organismos marinos que ahí habitan. En los sistemas costeros el pH cambia muchísimo entre el día y la noche, especialmente producto de la actividad biológica que ocurre en este intervalo de tiempo, entre otras cosas.
Asumir que los ambientes son estables es un riesgo, ya que los organismos están sometidos a una variación natural. Para saber qué les va a pasar en el futuro, lo primero que necesitamos es caracterizar el hábitat, vale decir, cuáles son las condiciones en las que viven. No es lo mismo decir que un determinado organismo nada en aguas parecidas al pisco sour que al té verde, por ejemplo. Una vez conocida la variabilidad presente en estos ambientes costeros, se viene el gran desafío científico que es generar escenarios futuros de cómo sera el “océano costero”, y en base a este conocimiento diseñar experimentos más realistas. Solo así, podremos comunicar información fidedigna y de manera oportuna a tomadores de decisiones, y diseñar estrategias de adaptación frente al cambio climático para la pesca y la acuicultura.
Columnista
Dr. Cristian Vargas Gálvez
Académico Facultad de Ciencias Ambientales UdeC
Investigador del Centro de Ciencias Ambientales EULA Chile
Investigador asociado del Instituto Milenio de Oceanografía (IMO)
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