Crédito: César Arroyo / Dircom
Estudiante de Derecho de la Universidad de Concepción ha tenido una carrera ascendente que lo ha llevado a la selección nacional, hito que no lo ha hecho cambiar sus prioridades, las que detalla en la siguiente nota.
No es fácil encontrar un deportista de alto rendimiento de 21 años que tenga una claridad tan grande en sus conceptos y definiciones. Sin lugar a dudas, más allá de la educación formal que entregan los establecimientos, la formación que se recibe en casa es vital para enfrentar de buena manera el abanico de posibilidades que se abren al llegar a la élite en cualquier disciplina deportiva.
Qué distinta hubiese sido la vida de tantos y tantas estrellas promisorias con ese pequeño gran detalle incorporado. Entremos en materia. Desde pequeño, Lino Sáez Ramírez tuvo que vivir en distintas ciudades por el trabajo de su papá, el connotado basquetbolista Lino Sáez Carvajal. Valdivia, Osorno y Los Andes, donde se radicaron definitivamente, fueron las paradas de la familia Sáez Ramírez.
En la zona, su padre defendió a Petrox y su tío, Patrick Sáez, se puso la tricota de la Universidad de Concepción. Acá Lino hace la primera aclaración.
“Mucha gente piensa que prácticamente mi papá o mi tío me obligaron a jugar, como que me pusieron todo el rato la pelota al lado, y no fue así. Lo que sí es cierto es que tanto mi mamá como mi papá siempre me inculcaron hacer deporte. Me dejaron probar todos los que quise y llegué al básquetbol porque fue en el que me consideraba menos malo. De a poco comencé a tomarle el gusto, mi papá se dio cuenta de eso y empezamos a entrenar aparte”, relata.
Ese entrenamiento era por las noches, independiente de lo que hacía en su colegio y su club. Su papá le entregó algunos tips y le enseñó movimientos y poco a poco iba tomando vuelo; en ese momento, su tío Patrick estaba jugando en la UdeC y lo pudo ver en vivo en una final Libcentro que le ganaron a Boston College el año 2014.
Cambio de vida
Lino cuenta que a los 15 años viajó a Estados Unidos a un campus de George Pérez, donde actualmente está su hermana. Es un campus de un par de meses en el que iba a entrenar. Fue con Ignacio Arroyo, Álvaro Pimentel, entre otros, con quienes escribiría más tarde la página más dorada, literalmente, del básquetbol chileno en los últimos 85 años, al ganar la final del sudamericano sub-17 a una potencia mundial como Argentina, donde compartiría con sus actuales compañeros de la UdeC, Kevin Rubio y Sebastián Carrasco.
Celebrando el título sub-17 con Chile / Perú Basket
“Me mostré como jugador. Volví a Chile un año y luego un entrenador le preguntó a George si tenía algún chico con mis características y mi nombre apareció en la conversación. Me llamaron y me llevaron nuevamente a EE.UU. con una beca de básquetbol. Estudié mi enseñanza media en Layton Christian Academy, Utah”, apunta.
Lino narra que fue una experiencia muy bonita que le abrió la cabeza, donde aprendió muchas cosas: lo que es trabajar horas extras, ser aplicado, escuchar al entrenador, todas las cosas que, dice, “uno de repente se olvida y que allá son claves. Me ayudó bastante en mi desarrollo como jugador y como persona”.
A gusto en los Estados Unidos, estaba postulando a algunas universidades con becas deportivas, pero debido a la pandemia el gobierno cerró los programas respectivos, por lo que volvió a Chile y decidió quedarse, siempre con la idea de estudiar y jugar básquetbol con una beca.
Entre libros y canastas
La idea principal expresada por Lino en las últimas líneas del párrafo anterior la pudo cumplir en la Universidad de Concepción. “Es un club que tiene un significado grande para mí, mi tío jugó acá, mi mamá es titulada acá y jugó bajo las órdenes de Cipriano Núñez. Es un equipo al que le tenía puesto el ojo desde niño, siempre veía a la UdeC como un sitio en el que quería estar”, comenta. Rindió la prueba de acceso a la educación superior y con un muy bien puntaje se convirtió en mechón de Derecho el año 2021.
Lino entrenando en Villarrica / DirCom
Reconoce que en lo deportivo dicho año estuvo lleno de vivencias que no olvidará. “De a poco se fueron dando las cosas, llegué nervioso, no me sentía preparado, pero hubo un momento en la Liga en que se nos fue Carlos Milano y Brandon Moss y me dieron la chance de tener más minutos y tuve que responder. Gracias a Dios todo salió bien y de a poco se fueron dando las cosas, llegaron los playoffs y fuimos mejorando hasta consagrarnos”.
Si bien explica que su carrera no es fácil, ya que es bien demandante y los ramos requieren de mucha lectura, de mucho tiempo y que por lo mismo en algunas ocasiones se le ha complicado, no es una tarea imposible.
“Mi norte es el estudio y el deporte en la UdeC, serán mis dos prioridades por largos años. Si se me considera para ser seleccionado nacional (como pasó este año donde hizo su debut en categoría adulta) me sentiré siempre honrado y trataré de hacerlo de la mejor manera posible”, confiesa.
Respecto a la LNB 2022 que comienza este sábado, señala que “está bastante competitiva este año. Los equipos se reforzaron bastante, hubo harto movimiento de jugadores. Aitor Pickett se fue a Puerto Varas, Tomás Álvarez a Puerto Montt. Con dos extranjeros aceptados por equipo la LNB subirá bastante el nivel, lo que es bien entretenido y motivante para jugar”, cierra el estudiante de Derecho UdeC y miembro del CD Universidad de Concepción.
- Compartir
- Compartir
Noticias relacionadas
Reportajes