"El hallazgo de estas señales es un paso en la detección de los procesos que preceden a los terremotos"
Crédito: Cedida
Marcos Moreno Switt, académico del Departamento de Geofísica UdeC, fue parte del estudio que detectó un cambio en el comportamiento de las placas terrestres antes de dos grandes terremotos en Chile (2010) y Japón (2011). Esta investigación fue publicada por la prestigiosa revista Nature.
El 23 de febrero de 2010, Marcos Moreno Switt presentó su defensa de tesis. En ella mostró un mapa en el que, en base a datos del GPS, se indicaba un alto grado de acoplamiento de placas justo en la zona donde ocurriría el terremoto el 27 de febrero.
“Estos primeros resultados ya mostraban la importancia del uso de GPS para el estudio de terremotos”, reflexiona 10 años después el hoy académico del Departamento de Geofísica UdeC.
Este trabajo fue parte de los aportes que llevaron a una publicación reciente en la revista Nature, donde Moreno, junto con investigadores de Alemania y Estados Unidos, captaron el movimiento inusual de placas que ocurrieron antes de los terremotos de Chile, en 2010, y de Japón, en 2011.
“El autor principal de este estudio, Jon Bedford, fue mi primer estudiante, quien se tituló de doctor en el año 2015”, recuerda Moreno, quien trabajó como investigador en el GFZ Potsdam (Centro de investigación de la Tierra de Alemania) hasta volver a Chile en 2018 como profesor de la Universidad de Concepción.
El estudio dio cuenta de una oscilación de más de 1.000 kilómetros, gracias a información de GPS y técnicas de análisis de datos, pocos meses antes de que ocurrieran ambos eventos telúricos. “Esta señal consiste en un cambio en los patrones normales de movimiento y es considerado como un terremoto lento o silencioso que antecede a un gran terremoto”, explica.
En el caso de Chile, se registra como un movimiento lento de compresión hacia el este (Argentina). Este estudio demuestra que de manera reiterada las estaciones de GPS se desplazaron en dirección opuesta a su movimiento normal, es decir, hacia el oeste (hacia el Océano Pacífico); pero luego invirtieron de nuevo su dirección para volver a su movimiento normal.
#NoticiasUdeC: Se trata de parte de los resultados de una nueva investigación realizada por científicos de Alemania, Chile y Estados Unidos, entre los cuales se cuenta el geólogo de la Universidad de Concepción Marcos Moreno Switt.https://t.co/E9xjz5p4pD
— Universidad de Concepción (@udeconcepcion) May 3, 2020
“Anteriormente, sabíamos que la placa oceánica es constantemente subductada bajo el continente. Pero no se había documentado que este proceso puede tener fases de aceleración que afectan la ocurrencia de terremotos. Aunque aún estemos lejos de predecir cuando ocurrirá un terremoto, el hallazgo de estas señales es un paso en la detección de los procesos que preceden a los terremotos. Se necesitará analizar con estas herramientas otros terremotos para poder verificar si estos procesos anteceden a la mayoría de los terremotos”, señala el académico.
Respecto a las proyecciones de esta investigación, Moreno asegura que a partir de este año y gracias a un proyecto Anillo, se reunieron expertos del área de sismología, geodesia, modelamiento numérico y análisis de datos —de Chile y el extranjero— para poder ahondar en los hallazgos presentados en el artículo de Nature. “La tarea es liderada por seis científicos de cuatro universidades nacionales: Universidad de Concepción, Universidad de Chile, Universidad Austral y Universidad Católica de la Santísima Concepción; además de otros 13 investigadores de 10 instituciones y universidades internacionales”.
Este programa instalará y operará 15 nuevas estaciones GNSS (sistema de navegación por satélite) y 70 sismómetros en 200 kilómetros de la Región de Atacama junto a colaboradores alemanes. “Esperamos con el nuevo proyecto mejorar las técnicas de detección de estos movimientos anómalos y poder entender mejor su naturaleza”.
¿Anticipar terremotos?
Moreno apunta que, si bien esto es un paso, es necesario saber si estas señales se pueden observar antes de otros terremotos de distintas magnitudes, para asegurar si es posible anticipar un gran terremoto. El estudio recién publicado, avanzó en demostrar la utilidad de técnicas estadísticas para la revisión de datos provenientes de GPS, que detectan señales de baja magnitud, previas a grandes terremotos. “Sin embargo, necesitamos un mayor numero de estaciones de GPS y tener más años de observación para poder identificar mejor la relación entre estas señales antes de los terremotos y la generación de estos”.
Otro desafío, agrega, “es monitorear la deformación bajo el mar con GPS, que es donde ocurren estos grandes terremotos. Estas estrategias están siendo usadas hoy en día por Japón y Estados Unidos, y tienen que empezar a ser implementadas en Chile. Esto requerirá generar colaboraciones con oceanógrafos, quienes tiene una basta experiencia en instrumentación marina, lo que es un verdadero desafío tecnológico. La detección precisa de estos eventos puede ser usada para gatillar protocolos de monitoreo más en detalle de estas zonas, alertando a los sismólogos para realizar estudios en detalle de la actividad sísmicas”.
Otro tema es la cantidad de estaciones GPS disponibles. Para el caso de Chile, tras el terremoto de 2010 aumentó a más de 100 el número de estaciones de monitoreo operadas por el Centro Sismológico Nacional, lo que permite una mayor cobertura de territorio para continuar el estudio de estos movimientos previos.
Sin embargo, aun estamos lejos de la cantidad de estaciones que tienen países como Japón, que cuentan como más de mil. Por ello, subraya Moreno, para este estudio fue importante contar con los datos japoneses para validar los resultados, “ya que la misma señal se observa con mucha más precisión en Japón, gracias al gran número de estaciones”.
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