El genio de Ludwig van Beethoven visto desde la UdeC
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Esta semana se conmemoraron los 250 años del natalicio del pianista y compositor alemán, que dio su primer concierto a los 7 años, comenzando una carrera que cambiaría el curso de la música.
Hosco, malhumorado, solitario, con habilidades comunicativas limitadas. Así describen las biografías la personalidad de Ludwig van Beethoven, el célebre compositor y pianista que dio grandeza a Bonn (Alemania), la ciudad en que nació el 16 de diciembre hace 250 años.
Esas biografías también hablan de su genialidad, derivada de un talento precoz que su padre, Johann, pensaba rentabilizar como hizo Leopold Mozart con su hijo Wolfgang.
Desorganizado y alcohólico, no tuvo al “nuevo Mozart” que quería, pero sí entregó la primera formación musical a su hijo, al que maltrataba —con golpes y encierros— si el piano no sonaba como quería.
Este ambiente poco amoroso marcó la personalidad temerosa del músico, que reconocía que, a diferencia de Mozart, para quien todo era fácil, él tuvo que trabajar mucho más sus talentos.
Dio su primer concierto a los 7 años en la capilla de San Remigio, en lo que fue el comienzo de una carrera que, con el tiempo, cambiaría el curso de la música.
Treinta y dos sonatas para piano, nueve sinfonías, música de cámara, conciertos para piano y violín, dos misas y un oratorio, lieder, una ópera (Fidelio) y un ballet (Las Criaturas de Prometeo) son parte de las obras que el compositor, fallecido el 26 de marzo de 1827 en Viena, escribió a partir de los 12 años.
“Fue realmente un genio. Lo más destacable es que él solo cambió la historia de la música y abrió las puertas al período romántico”, comenta desde Suecia el director titular de la Orquesta Sinfónica, Mika Eichenholz, quien asegura que todo el mundo debiera escucharlo. “Es una verdadera imagen de vida”, asevera.
“El es el articulador desde el clasicismo al romanticismo”, acota el director del Coro de la UdeC hasta agosto de este año, Carlos Traverso Águila, agregando que, con Beethoven, también se pasó del “paradigma de una música con perspectiva más bien académica, muy de forma, hacia una con mucho más temperamento, que corresponde también con otras manifestaciones artísticas, de la literatura, y movimientos políticos, como los nacionalismos”.
En ese sentido, para Traverso, el pianista alemán no solo es un gran compositor, sino que “una tremenda figura desde el punto de vista del desarrollo de la música y, por tanto, de la historia de la música”.
El académico del Departamento de Música, Nicolás Masquiarán Díaz, afirma que hay dos elementos centrales que determinan la trascendencia histórica de Beethoven. Por un lado, señala, su capacidad como compositor de ir más allá de las normas y convenciones que imponía la tradición musical centroeuropea.
Por otra parte, está el personaje investido de una aura de genio que lo caracteriza. “No ha sido el único, pero fue el primer artista sobre el que sus contemporáneos aplicaron esa categoría. Podría decirse que, al final de sus días, Beethoven había fracasado como músico, pues nunca logró estabilizarse económicamente, pero había triunfado como ‘influencer’. El verdadero reconocimiento vino en las décadas siguientes”.
Un hijo de su época
El musicólogo también destaca que, a diferencia de otros varios compositores, Ludwig van Beethoven alcanzó notoriedad en su tiempo —“debido a la lamentable explotación de su padre fue reconocido como un prodigio de la música desde muy joven en círculos sociales influyentes de Europa”— y se libró del que era el destino habitual de los músicos: ser sirviente en alguna corte o tener un mecenas para poder practicar su arte.
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Beethoven fue un hijo de su época, en la que vio, como joven, la Revolución Francesa y, más tarde, las campañas napoleónicas, asevera Masquiarán.
“Fueron una serie de sucesos que se percibían como el inicio de un cambio en el curso de la humanidad y que, de hecho, lo fueron. El arte también fue afectado por esos cambios y pasó a tomar la connotación que tiene actualmente», subraya.
En un periodo marcado por el racionalismo —explica—, la espiritualidad buscó expresiones diferentes a la religión. «Las principales fueron el arte y la política. En las Bellas Artes, la figura del creador divino es reemplazada por el genio, el humano excepcional; y un genio trasciende a su época. De ahí su idea de no componer para un público, sino para la posteridad”.
El académico destaca la postura revolucionaria que tuvo Beethoven y señala que esa actitud no era nueva en los músicos, pero que en él fue más radical. “Y tuvo mayor efecto; le funcionó en vida, al menos en parte, y luego fue muy influyente sobre la generación de los compositores románticos nacidos alrededor de 1810”.
Si bien Beethoven comenzó su carrera musical como lo haría cualquier compositor clásico de su época, al poco andar comenzó a dar muestras de su evolución como artista y músico, dice la programadora musical de RadioUdeC, Carolina Valdés Sandoval.
“Cuando estrenó la Sinfonía Heroica en 1803, mostró al mundo que lo que venía a ofrecer era algo totalmente revolucionario. De ahí en adelante encontramos obras que lo llevaron a la fama: sus sonatas para piano como Claro de Luna o Patética, sus sinfonías como la Quinta y la Novena, y piezas para piano como Para Elisa, entre tantas que se podrían nombrar, captaron y cautivaron a una audiencia que lo siguió con gran entusiasmo”, detalla esta profesora de Música.
Sandoval cree que el alemán es uno de los compositores favoritos de profesionales e intérpretes, así como de aficionados y melómanos. “Varias de sus melodías se escuchan a menudo en películas, series de televisión, avisos publicitarios, sin contar los teatros en todo el mundo; lo que ha creado una especie de cercanía con su vida y su obra que sigue atrayendo a nuevas generaciones”.
Un personaje de la historia musical
Reconoce que Beethoven es un autor que está presente en la programación de la emisora universitaria. “Es un personaje muy interesante de estudiar y analizar. Diría que gran parte de nuestros auditores son admiradores de Beethoven, y no solo por su música. Su vida es igualmente interesante, por su lucha contra la sordera, sus conflictos internos por los cambios sociales de la época. Se menciona que era una persona difícil de tratar, pero a la vez se reconocía por sus nobles ideales. En nuestra programación Beethoven es sin duda uno de los más solicitados”, comenta la profesional.
Para Carolina, el legado del compositor incluye un catálogo “de obras de música y bellísima y extraordinaria, muchas de ellas escritas mientras estaba sordo”; una personalidad única, moldeada por las tragedias que acompañaron su existencia, además de su lucha por convertirse en un artista independiente, lo que allanó el camino a las generaciones posteriores de músicos.
“El conjunto de todos estos elementos lo configuran como un personaje de la historia de la música occidental y hacen que Beethoven sea ampliamente reconocido como uno de los más grandes, sino el más grande, compositor de todos los tiempos”, afirma Valdés.
Oda a la alegría
Hablar de Ludwig van Beethoven es hablar también de su Novena Sinfonía (Opus 125), quizás una de las creaciones musicales más universales y, por ello, en 2002 fue declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco.
La pieza fue encargada al músico en 1817 por la Sociedad Filarmónica de Londres y terminada a comienzos de 1824.
Esta fue la oportunidad que tuvo para concretar su idea de musicalizar la Oda a la Alegría del poeta alemán Friedrich Schiller, proyecto que se remontaba a 1793, en tiempos en que frecuentaba la taberna librería Zehrgarten, lugar de encuentro de intelectuales, políticos y universitarias y donde, se dice, el músico consolidó sus convicciones filosóficas, sociales y culturales.
Su estreno se produjo en 7 de mayo de 1824, bajo la conducción del propio autor, en la que fue su primera aparición pública después de diez años.
La histórica cuenta que Beethoven, completamente sordo, no pudo oír la ovación que siguió al último movimiento y que sólo al volverse hacia el público pudo ver la exitosa recepción de su trabajo.
“La Novena es muy especial, porque es la primera sinfonía que incorpora un coro y también por su duración. Mantener esta enorme pieza de buena forma no es fácil. Para mí el primer movimiento es lo más destacado”, señala Mika Eichenholz.
“Esta obra trasciende la música romántica y la música europea y es tal su relevancia que llega a ser un patrimonio universal”, añade Carlos Traverso, recordando que cuando compuso esta sinfonía, Beethoven ya estaba al final de su carrera y completamente sordo.
Un texto universal
“Es una música magistral, tiene una fuerza, una coherencia, una claridad y, en definitiva, es la culminación de su trabajo. Es la obra más coral; él mismo la denominó Sinfónica Coral, siendo que la participación de las voces es bastante breve; el coro canta los últimos 15 minutos de una obra de más de una hora”, comenta.
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Para Traverso esta obra es particularmente atractiva no solo por su música, sino también por su texto que —afirma— es “tremendamente universal”. “Al público le encanta, a los músicos también, a los coros les gusta mucho cantarla, a pesar de que es una obra extraordinariamente difícil (…). Para los cantantes es una música hermosa, envolvente, pero muy difícil de cantar desde el punto de vista técnico”.
Carlos Traverso ha cantado y dirigido esta obra en varias ocasiones y asegura que nunca es la misma, porque cada vez se puede encontrar un nuevo detalle, una nueva inflexión, una nueva interpretación.
“Es una obra enriquecedora, independientemente de cuantas veces se haga; para el público también. Como es un obra de repertorio, la pueden escuchar más de una oportunidad en su vida. El desafío o juego es ir a disfrutar de una obra increíble y encontrarle aspectos nuevos cada vez. Tal vez por eso es tan cautivante para cantantes y músicos, como para el público”, asevera.
La programadora Carolina Valdés menciona que esta es una sinfonía larga y compleja, más que cualquiera de su época, y que, además, requería de una orquesta aún más grande de lo que solían usarse.
“Pero la característica más significativa es la inclusión de coro y solistas en el movimiento final. Beethoven fue el primer gran compositor en realizar esta hazaña. Sin embargo, lo que la ha hecho trascender es su declaración de libertad, especialmente en una época de represión política europea después del Congreso de Viena. Este sentir ha llegado hasta nuestra época, donde todavía se anhela libertad, igualdad y esta obra se mantiene como un baluarte de esos ideales”.
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