Desde la Universidad de Concepción el proyecto Decay Alert busca ofrecer a los consumidores una forma visual de conocer la calidad de los alimentos cárnicos mediante una película inteligente que cambia de color al detectar deterioro. Esta innovadora tecnología no solo busca contribuir a la seguridad alimentaria, sino que también apunta a fomentar la economía circular al utilizar desechos agroindustriales.
Liderado por el académico del Departamento de Ciencias y Tecnología de los Alimentos de la Facultad de Farmacia, Cristian Rogel Castillo, el proyecto surgió como una idea que se llevó a cabo en el trabajo de tesis de la química farmacéutica Scarlett Concha Utreras.
“Decay Alert busca desarrollar una película inteligente que, incorporada en el envase, detecta el deterioro de los alimentos mediante un cambio de color. El producto estará constituido por un biopolímero o una combinación que contendrá un extracto capaz de reaccionar a los compuestos básicos nitrogenados”, indicó el académico de la Facultad de Farmacia de la UdeC.
El proyecto, enfocado en el sector de la industria alimentaria, es parte de las iniciativas apoyadas por el programa SpinOff UdeC, impulsado por la Vicerrectoría de Investigación y Desarrollo (VRID) de la Universidad de Concepción.
Se espera que este sea un método complementario para informar a los consumidores sobre la calidad de los alimentos, al menos, en esta primera etapa en productos cárnicos.
“No va a cambiar lo que ya hacen los consumidores, que es utilizar sus sentidos, como el olfato o la visión, incluso el tacto, dependiendo del alimento, sino que nuestro objetivo es que, de llevarse a cabo y obtener un producto final, sea un complemento y una ayuda”, sostuvo el investigador.
Las primeras fase del proyecto y los nuevos avances en la investigación
En un comienzo, Scarlett Concha Utreras inició sus ensayos con pescado, dada su rápida caducidad. Sin embargo, ahora pretenden probarlo en otros productos cárnicos, como el pollo, el vacuno y el cerdo, para así corroborar su uso.
Por otro lado, la fabricación de la película inteligente, en un inicio, era con el fruto del arrayán. No obstante, actualmente están buscando nuevas alternativas de desecho agroindustrial, apuntando a reutilizar un alimento que sea producido a gran escala.
“Dentro de los desechos que hemos probado están el repollo morado, el maqui y descartes de la industria vitivinícola de diferentes cepas de vino. En este último, hay una industria importante y un volumen que nos puede llegar a ayudar, eso esperamos próximamente”, detalló la química farmacéutica.
La manera de uso y el formato también son características que han estado evaluando. En un inicio solo contemplaban la película inteligente, pero con el tiempo han surgido nuevas ideas de implementación, adaptándolo a distintos tipos de consumidores. Además, no solo han pensado en que llegue a la industria alimentaria, sino también en que sea accesible para los compradores finales.
“Debemos seguir definiendo el formato, la producción, entre otros aspectos, para llegar idealmente a un producto mínimo viable y, quién sabe, en un par de años alcanzar algo concreto. Creo que esa mentalidad nos ha permitido avanzar”, agregó el profesor.
Decay Alert: retos y proyecciones
Entre los desafíos que les esperan está el estudio del mercado, y de manera más técnica, la estabilización de las antocianinas, compuestos esenciales para la fabricación de la película inteligente.
Su complejidad se encuentra en que la antocianina es sensible a factores ambientales como el oxígeno, la luz y la temperatura, lo que dificulta la estabilización del producto. Por lo que, según Scarlett Concha “es lo más prioritario en el corto plazo”.
“Básicamente, se trata de determinar que, cada vez que se hace una película, esta debe mantener las propiedades estandarizadas. Al inicio, en las primeras etapas, cuando se realizaban películas, eran de distintos colores o tonalidades. Hoy en día, hemos llegado a una preparación más homogénea”, profundizó Rogel.
Ambos profesionales esperan que, de implementarse exitosamente la iniciativa, esta contribuya a reducir el desperdicio de alimentos y a mejorar la seguridad alimentaria. Parte del propósito del proyecto, además de facilitar la detección de productos en mal estado, es promover la economía circular y la revalorización de estas biomasas residuales.
“Si estamos perdiendo tantos alimentos, la idea es que si los estamos utilizando para producir algo, que eso se vuelva a aprovechar y que no sea tanta la pérdida. ¿Para qué los vamos a usar solo una vez si podemos darle un nuevo propósito?”, mencionó la química farmacéutica.
“Esta tecnología no solo permitirá a los consumidores monitorear visualmente la calidad del alimento sin necesidad de herramientas especializadas, sino que también fomentará la economía circular al utilizar subproductos agroindustriales como materia prima”, puntualizó el académico UdeC.