Concluye con éxito etapa de desconexión del Telescopio LCT e inicia desarme para traslado a Chile
Crédito: Departamento de Astronomía.
El académico del Departamento de Astronomía y director del Centro de Instrumentación Astronómica (Cepia), Dr. Rodrigo Reeves Díaz, estuvo a cargo del equipo que viajó hasta Hawai para iniciar los trabajos que permitirán traer a Chile al primer telescopio operado por una universidad nacional.
Con éxito finalizó el proceso de desconexión del Leighton Chajnantor Telescope (LCT), instrumento de observación astronómica que a fines de año viajará desde Hawai hasta nuestro país para convertirse en el primer telescopio operado por una universidad chilena.
El LCT es un proyecto conjunto entre la Universidad de Concepción, el California Institute of Technology (Caltech) y la Shanghai Normal University, quienes firmaron un memorándum de entendimiento para el traslado, instalación y mantención del equipo que, una vez esté operativo, será controlado desde el Departamento de Astronomía de la UdeC, de manera remota.
Tras varias semanas de trabajo, a fines de julio finalizaron los trabajos de desconexión del telescopio. En este proceso intervino un primer grupo conformado por los ingenieros David Arroyo Reyes (Ingeniero Electrónico), Nicolás Lastra Inzunza (Ingeniero Civil Mecánico) y Brian Andler Prendergast, Ingeniero Electrónico, que trabajó en el desacoplamiento de los sistemas de control.
“En esta etapa ellos estuvieron varias semanas; primero haciendo un análisis de movimiento previo a que se inicie el desarme de la instrumentalización que tiene el telescopio, para poder caracterizar el sistema antes de desarmarlo. Luego, llevaron a cabo un procedimiento de pruebas y luego comenzaron a desarmar la electrónica que colgaba del telescopio identificando el cableado, revisando desde que punto a qué punto iba cada cable, haciendo anotaciones y marcando los cables para que después se pueda cablear el telescopio de manera apropiada y correcta. Ese trabajo duró un mes”, contó el académico del Departamento de Astronomía UdeC, Dr. Rodrigo Reeves Díaz, quien junto a su par de la Facultad de Ingeniería, Dr. Cristian Canales Cárdenas, apoyaron la última etapa de este proceso.
Además de su calidad de académico UdeC, Reeves es también director del Centro de Instrumentación Astronómica (Cepia), institución integrante del Centro de Astrofísica y Tecnologías Afines (CATA).
Durante este proceso también participaron profesionales de Estados Unidos, China y también el mismo experto que apoyó a los ingenieros que habilitaron el Telescopio Alma.
Trabajo minucioso
Tras volver a nuestro país, Reeves contó que en el lugar se encontró con instrumentos en buen estado, pero también con una gran labor que realizar, sobre todo por la cantidad de elementos conectados, lo que requirió alta precisión, dedicación y registro para luego volver a montar todo en Chile.
“Realizar una etapa de desarme que fuese minuciosa permite que después, cuando tienes que montar otra vez el telescopio, ser eficiente. Esta era una etapa crucial que, además, requería de mucho personal técnico de Ingeniería y de otras personas para poder hacer el trabajo de empaquetamiento y dejar las cosas listas para luego cargarlas dentro de un container y traerlas a Chile”, explicó.
Añadió que “dado que el telescopio tiene alrededor de 25 años en operaciones, había una gran cantidad de instrumentación y cableado que no estaba en uso, por lo que costó hacer el seguimiento. Por esto mismo, la tarea de seguimiento y anotación de los cables útiles fue más complicada de lo esperado, porque además de eso, había que hacer descarte, lo que hizo que la tarea fuera más compleja”.
Equipo especial
Con el telescopio desconectado, ahora el desafío es construir los elementos que permitirán el transporte del reflector primario, un instrumento de 10,5 metros de diámetro imposible de desarmar. Por esto, para bajar la estructura desde Hawai hasta el puerto, deberá ser montado en una estructura pivotal que le permita movimiento en el eje vertical y horizontal, de tal manera de adaptarse a las necesidades del trayecto.
Esta estructura viajó desde China el pasado 2 de agosto, por lo que se espera que en, al menos 35 días más, luego de su viaje por mar, llegue a suelo hawaiano.
“La línea de tiempo de lo que viene es bien intensa porque comprende una gran variedad de tareas. En este momento el telescopio, en la práctica, espera a que lleguen las grúas que van a separar el reflector primario del pedestal del telescopio; luego, esas grúas también van a sacar las cabinas que están adosadas al pedestal, que es donde se montaban los receptores anteriormente”.
Una vez finalizado el descenso, el reflector esperará a 30 kilómetros del puerto para ser guardado en una caja especial construida con varios containers, lo que le permitirá estar a salvo de salpicaduras de agua salada, evitando así la corrosión y el deterioro de la parte principal del telescopio.
“El reflector tiene 10.5 metros de diámetro, y para poder armar una caja de containers que pueda recibirlo en su interior, tienen que desarmarse y juntarse 5 containers de 40 pies cada uno, que son los más grandes. A esto, también se les agrega un suplemento para poder cerrar esta ‘caja’ y que el container pueda viajar e Chile por barco”, precisó Reeves.
Lo anterior, de acuerdo con las estimaciones del astrónomo, debería concretarse a más tardar noviembre de este año. Luego de eso, el reflector y todas las otras partes que componen el telescopio, deberían llegar al Puerto Angamos entre febrero y marzo del próximo año.
Tras su llegada a nuestro país, el equipo se debe volver a montar en la estructura pivotante para viajar hasta San Pedro de Atacama y luego hasta su lugar definitivo, en el mismo plano del Observatorio Alma. Luego del armado, la refacción y el comisionado (o periodo de pruebas) del telescopio, se espera que esté operativo a mediados de 2024.
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