Cambio de hora: regreso al horario de invierno favorecería un mejor descanso
Crédito: unsplash.com
Como cada año, la medida viene precedida de discusiones en torno a su utilidad. Los defensores argumentan que esta práctica contribuye al ahorro energético al aprovechar mejor la luz natural, mientras que los contrarios ponen el acento en los efectos negativos que causaría en las personas.
El controversial cambio de hora vuelve a las 23.59 horas de este sábado 6 de abril, cuando gran parte de los chilenos deberán atrasar sus relojes en una hora para dar paso al horario de invierno (GMT -4).
El régimen estará vigente por cinco meses (hasta el primer sábado de septiembre) en todo el territorio continental a excepción de la Región de Magallanes que desde 2017 tiene un huso horario permanente (GTM-3). En Chile insular -Rapa Nui e islas Salas y Gómez- también habrá ajustes horarios manteniendo las dos horas menos que la del continente, al pasar de GMT-5 a GMT-6.
Como cada año, la medida viene precedida de discusiones en torno a su utilidad. Los defensores argumentan que esta práctica contribuye al ahorro energético al aprovechar mejor la luz natural (fundamentalmente en el horario estival); mientras que los detractores ponen el acento en los efectos que causaría en el bienestar físico y mental de las personas.
El académico del Departamento de Fisiología de la Facultad de Ciencias Biológicas, Luis Aguayo Hernández, asevera que desde un punto de vista neurobiológico, los cambios de hora generan perturbaciones en el ritmo circadiano del individuo -lo que conocemos como reloj biológico- que es regulado por la luz y que a su vez ordena todas las funciones del organismo y donde el sueño juega un papel importante.
Pero no todas las personas reaccionan del mismo modo a estas modificaciones. “Un porcentaje importante de individuos no tiene mayores dificultades, mientras que hay otros que son más sensibles a los cambios y les va a tomar aproximadamente tres semanas para adaptarse”, comenta el doctor en Farmacología.
Lo que ocurre -agrega- es que estamos programados para dormir entre 8 y 9 horas y al producirse un adelanto o un retraso en el horario, el cerebro continúa en la fase antigua. “Hay un desfase: antes estaba en una fase regular y ahora hay un cambio de fase que produce una desregulación, de la que la mayoría se recupera rápidamente, en una o dos semanas”.
Quienes acusan más los efectos de estos cambios son personas que, en general, tienen un ritmo circadiano desregulado, como aquéllas que sufren trastornos del sueño.
La buena noticia es que este cambio sería menos perjudicial que el regreso al horario de verano, que implica acortar en una hora el ciclo de sueño, una modificación que -de acuerdo al académico- no pasa inadvertida para nuestro organismo.
“El cuerpo se desorganiza y queda en un estado de desbalance, que produce cansancio, falta concentración, un poco de desorientación, cambios en los patrones de alimentación y de consumo de agua. Las emociones son las que más sufren, porque uno está irritable y al sufrir las emociones, también sufren las funciones superiores o la parte cognitiva, porque para procesar bien la información hay que estar con una emoción positiva o neutra y de esa forma va a rendir más y va a estar más motivado”.
Un solo horario
La idea del impacto menor del horario de invierno es compartida por la académica del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina, Carmen Gloria Betancur Moreno.
“No solo es menos dañino sino que nos beneficia, ya que nos vuelve a un huso horario más cercano a lo geográficamente correcto. Despertaremos con más luz y eso nos ayudará a funcionar mentalmente mejor. Al oscurecerse más temprano, tenderemos poco a poco a dormirnos más temprano también y eso es bueno para la salud física y mental”, dice la médico psiquiatra y miembro de la Sociedad Chilena de Medicina del Sueño.
La Dra. Betancur es partidaria de contar con un horario fijo que, en su opinión, debiera ser el que corresponde a GMT-4, que -señala- es más cercano al geográficamente correcto para el país. “Nuestro huso horario real es casi GMT-5”, indica.
Con un solo horario -comenta- nuestro organismo se adaptaría paulatinamente a lo largo de las estaciones del año a los ritmos que marca el movimiento de traslación de la Tierra alrededor del Sol.
Por eso, al igual que otros expertos del país, la Dra. Betancur considera que no debiéramos tener el cambio al horario de verano, ya que es perjudicial para la salud física, mental y social, “dado que nos aleja dos husos horarios del que nos corresponde, lo que lleva a que andemos con algo de jet lag más tiempo y funcionemos peor mentalmente”.
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