Antonio Vivaldi, una mirada al genio del Barroco a 280 años de su muerte
Un catálogo que bordea las 800 composiciones, casi la mitad de ellas conciertos de violín, componen el legado del músico veneciano quien es, junto a Johann Sebastián Bach y Georg Friedrich Händel, uno de los máximos exponentes del periodo.
Esta semana se cumplieron 280 años de la muerte de Antonio Lucio Vivaldi, el violinista, compositor italiano y empresario de la ópera, autor de la reconocida serie de conciertos para violín y orquesta Las Cuatro Estaciones (Opus 8) y una de las figuras fundamentales de la música universal.
Antonio Vivaldi nació el 4 de marzo de 1678 en Venecia, siendo bautizado en su propia casa, debido a una condición de salud de cuidado que se atribuye a un asma que padeció durante toda su vida y que él mismo llamaba «strettezza di petto» (estrechez de pecho).
Comenzó su formación musical con su padre, Giovanni Batista, violinista de la Orquesta de la Basílica de San Marco en Venecia. Fue precisamente allí donde Vivaldi hizo su primera aparición pública, tocando en la Orquesta junto a su progenitor en 1696, pocos años más tarde de haber sido ordenado sacerdote.
Il pretro rosso (el cura rojo) -apelativo que se ganó por su llamativo cabello pelirrojo- solo celebró misas por un año a causa de su asma y se dice que gracias a ser liberado del servicio religioso descubrió su verdadera pasión.
Así, se abocó a sus talentos y se convirtió en un violinista virtuoso que desarrolló gran parte de su trayectoria musical en vinculación con el Ospedalle della Pietá, un orfanatorio que entregaba formación musical a sus internas, del que fue maestro de violín, director de música instrumental y proveedor externo de composiciones en distintas etapas de su vida.
Su amplio catálogo musical bordea las 800 composiciones, de las cuales cerca de la mitad corresponden a conciertos para violín -dentro de los que se cuentan la serie La Stravaganza y La cetra– a los que se suman otros para diversos instrumentos. También compuso abundante música de cámara, vocal y operística -se le cuentan unas 46 óperas-, así como obras de inspiración religiosa como sus Magnificat y Gloria
Una época compleja
Antonio Vivaldi es, junto al alemán Johann Sebastián Bach y el inglés Georg Friedrich Händel, uno de los máximos exponentes del Barroco, un período sumamente complejo, según el académico del Departamento de Música, Nicolás Masquiarán Díaz.
Nicolás Masquiarán
“Desde un punto de vista estético primaron el dramatismo, la expresividad y la teatralidad en las artes, generalmente expresadas mediante el dinamismo y los contrastes, que tenían un efecto más marcado e inmediato sobre los sentidos. Por otro lado, se caracterizó por la diversidad de sus expresiones que, a diferencia de otros periodos, adquirieron marcados matices locales. Lo que identificó a la música italiana fue el lirismo derivado de la ópera”, comenta el musicólogo.
El especialista señala que, a pesar de que en los tiempos de Vivaldi el gusto del público se inclinaba más hacia la música instrumental, el compositor mantuvo ese lirismo, expresado en sus obras vocales.
El también académico del Departamento de Música, guitarrista y magíster en Gestión Cultural, Alejandro Gallegos Millán, subraya que la obra del veneciano fue determinante en la evolución histórica de la música, particularmente en el desarrollo de la forma concierto y la consolidación de la sinfonía.
“Un aspecto importante a considerar es que el lenguaje tonal, que nosotros damos por sentado, era algo que recién se estaba explorando durante esta época (…) Este proceso de aprendizaje vino de la mano con el desarrollo de la mayoría de los géneros instrumentales que actualmente identificamos con el repertorio clásico. En ese marco, el ‘concerto’ fue el principal género instrumental del Barroco Tardío, precedente directo de la sinfonía y el concierto clásico romántico. Sería extenso detallar su evolución, ya que sus orígenes se remontan al Renacimiento, pero a grandes rasgos se construye sobre la contraposición entre dos grupos sonoros -la orquesta y el o los solistas-. Es el llamado estilo concertante”, explica Masquiarán.
Una obra señera en este aspecto es el L’Estro armónico (Opus 3), la primera serie de conciertos publicada por Vivaldi. Son 12 obras para violín y orquesta, dadas a conocer en 1712, cuya importancia radica en haber marcado la consolidación del concierto veneciano como género.
Nicolás Masquiarán pone el acento en el hecho de que casi la mitad de las cerca de 800 obras del catálogo de Vivaldi estén dedicados a los conciertos, lo que en su opinión puede sugerir una intención.
“En su época, la música instrumental estaba más abierta al experimentalismo que la vocal. Y ese ritmo de producción, sumado a su popularidad, ayudaron a que sus concerti fueran referenciales y establecieran una serie de criterios que influyeron a futuro respecto de las estructuras, su relación con la armonía, elaboración de las secciones solistas, idiomaticidad instrumental, virtuosismo, entre otros aspectos”, apunta.
Alejandro Gallegos
Dentro de las principales características de la música del cura rojo, Alejandro Gallegos destaca el desarrollo instrumental en sus obras y su imaginación tímbrica.
“En este aspecto diría que fue un revolucionario para su época. En sus partituras observamos recursos que buscan reflejar distintos aspectos de la realidad, tal como el canto de los pájaros, la fuerza del viento, la lluvia repentina, etc. Vivaldi, por ejemplo, se adelanta al uso del instrumento preparado, como es el caso de los violines in tromba marina que indica en su Concierto RV 559 (para dos oboes, cuerdas y bajo continuo en Do mayor). Esto es la colocación de un papel cerca del puente para producir un sonido áspero. También sorprende el uso de la acústica, mediante la colocación de los instrumentos y coros en disposición favorable en distintos espacios. Todas estas propuestas resultan notablemente visionarias”, dice el docente.
Como guitarrista, Gallegos ha interpretado los conciertos de Vivaldi para laúd y mandolina junto a grupos de cámara. “No obstante Vivaldi no escribió para guitarra, las transcripciones se adaptan perfectamente a la idiomática y técnica de esta y el equilibrio sonoro es perfecto con la cuerda y el clavecín”, agrega.
El Dj más famoso
El concertino de la Sinfónica de la UdeC y de la orquesta estable del Teatro Colón (Buenos Aires), Freddy Varela Montero, reconoce que el maestro veneciano fue uno de los primeros vínculos que tuvo con el violín.
“Creo que la primera obra de música clásica que escuché en mi vida fue la Primavera de las Cuatro Estaciones. Era chico y escuchaba esa música en la televisión, en la Radio Universidad; lo primero que toqué fue el concierto en La menor de Vivaldi y todo el L’estro armonico, así que desde chico he estado enamorado de la música de Vivaldi y del barroco”.
En la visión de Varela, Vivaldi marca la vida completa -y particularmente la infancia- de todo violinista. “Su música es chispeante; no es una música romántica, pero sí muy elevada, con mucho contacto quizá con las co
sas espirituales que él vivía siendo un monje; recreaba momentos, el clima, la naturaleza, su música tiene de todo”.
Freddy Varela
Más allá de la influencia musical de Vivaldi en el género concierto, el Primer Violín de la Sinfónica UdeC considera que uno de los legados más importantes del músico son Las cuatro estaciones.
“Es un hit que estará con nosotros hasta la eternidad. Hasta el día de hoy, los niños siguen abriendo los ojos y los oídos cada vez que escuchan esta música y los grandes también desean verla (en las presentaciones). Esta es una de las obras que cuando uno es chico disfruta tocarlas y ya de grande, con toda la noción y lo que uno ha aprendido durante el recorrido como músico, se da cuenta realmente de lo difícil que es. El legado de Vivaldi es tan importante como el legado de Bach, está dentro de los compositores que están más cerca de dios, creo yo”, afirma Varela.
Vivaldi es, junto a Bach, uno de los músicos favoritos de Ramiro Vera Sepúlveda, integrante del cuerpo de cuerdas de la Sinfónica. “Es uno de los grandes compositores italianos y, a pesar de ser sacerdote y haber sido sacado de dar misa por ser asmático, se transforma tal vez en uno de los compositores más espectaculares de la época”, comenta el violinista aludiendo a su amplia producción musical.
También menciona los comentarios que se han hecho sobre el carácter repetitivo que algunos le dan a sus creaciones. “Hay quienes dicen que escribió el mismo concierto mil veces, pero en realidad era la forma que tenia de escribir, era por decirlo de alguna forma, su sello. Siempre le digo a mis alumnos que Vivaldi era el Dj más famoso de la época; de todo Europa iban a ver el trabajo que hizo con las niñas del Ospedalle de la Pietá en Venecia”.
Ramiro Vera
Vera subraya que dentro de las composiciones en violín hay obras de distintas características y dificultades, y hay piezas, como el concierto en La menor del Opus 3, que se usan con un sentido eminentemente formativo. “Todos los niños en Chile lo ven como el primer gran concierto (….), pero cuando estudias la forma en que tocaban en esa época, con los instrumentos de la época, descubres un rockero máximo, una música energética, que te levanta de tu silla, que provoca ganas de bailar, de rockear, de disfrutar”.
Antonio Lucio Vivaldi murió solo y pobre el 28 de julio de 1741 en Viena (Austria), donde se había trasladado buscando la protección del emperador Carlos VI, que no logró, ya que el monarca murió poco después de su arribo a esa ciudad.
Gran parte de sus creaciones, mal vendidas en el último período de su vida, permanecieron olvidadas por mucho tiempo hasta que fueron redescubiertas en 1926.
A 280 años de su partida, orquestas y agrupaciones musicales de todo el mundo han dedicado programas especiales en su recuerdo, tal como la ha hecho la Sinfónica de la UdeC, con la interpretación de Invierno y Primavera de Las cuatro estaciones, durante el mes de julio recién pasado.
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Crédito: www.nsl.no
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